Entre los frecuentes errores de apreciación en los que incurren editores ávidos por capturar la atención del lector (y de posibles nuevos usuarios de medios periodísticos), uno de los que tienen lugar en el podio es, sin dudas, el exagerar desde el título poniendo como novedoso, flamante, lo que ya es añejo o tiene cierto tiempo entre nosotros.
Esta introducción viene a cuento al observar un epígrafe publicado en la portada de la edición de ayer, agravado por el título de la nota que le sirve de sustento en la página 4. Señalaba el título de la tapa que Jorge Chueco, abogado de Lázaro Báez capturado en Paraguay, “dejó empresas al estallar el escándalo”. El anuncio se refería al acelerado desprendimiento de participaciones empresarias de Chueco desde 2013, cuando se conocieron los primeros datos de la llamada “ruta del dinero K”. El problema no estuvo en esa afirmación, sino en el epígrafe que acompañaba una fotografía del abogado durante su traslado en medio de un fuerte dispositivo de seguridad con miembros del grupo Alacrán, cuerpo de élite de la Gendarmería Nacional, al que el editor calificó como “nuevo”. En el interior, el título insistía con el concepto de la novedad: “El debut en escena del Escuadrón Alacrán de la Gendarmería”.
En el texto se ampliaba: “Su aparición con la insignia que los identifica grabada en todos los escudos se replicó ayer por las pantallas de las cadenas de noticias”. Y más adelante se explicaba: “El grupo fue concebido con el nombre de Fuerza Especial de Gendarmería Nacional en mayo de 1986, en base a la experiencia con otros países y en respuesta al terrorismo internacional, como una fuerza de intervención rápida”. Decía luego la breve nota que el cuerpo pasó a denominarse Unidad Fuerzas Especiales Alacrán en 2005, y que en febrero pasado la ministra de Seguridad Patricia Bullrich lo eligió para presentar en la cuenta oficial de Facebook el plan “Narcotráfico Cero”.
Es preciso, para beneficio de los lectores, aclarar algunos puntos, yendo de la actualidad hacia el pasado. En enero último, los Alacrán participaron activamente en los operativos que culminaron con la captura de los tres peligrosos evadidos de la cárcel de General Rodríguez, y sus imágenes (ver foto) fueron ampliamente difundidas –con sus escudos impresos– por medios gráficos y de la televisión. Sólo con mencionar ese ejemplo bastaría para fundamentar las críticas de este ombudsman al criterio editorial adoptado ayer por PERFIL. Sin embargo, hay más, y tiene que ver con la larga historia del grupo de gendarmes en cuestión.
El 26 de mayo de 1982, cuando se avecinaba la derrota argentina en las islas Malvinas y las tropas, los barcos y los aviones de los británicos ocupaban cada vez más espacios, se preparaba en Comodoro Rivadavia para volar a las islas un cuerpo de gendarmes calificados como “de élite” por sus superiores, con formaciones diferenciadas de sus colegas en la fuerza y más cercanos a la preparación militar que a la de policía de fronteras. Ese mismo día, el grupo decidió autobautizarse “Alacrán”, vistiendo sus escudos y ropas con la palabra recortada en material autoadhesivo. El 28, un avión Hércules C-130 trasladó el equipo a Malvinas, aunque sólo pudo desembarcar una parte del grupo. Quedaron así en el terreno de combate unos cuarenta gendarmes del escuadrón Alacrán, que treparon a helicópteros rumbo al frente de batalla. Uno de ellos fue alcanzado por disparos de un avión británico Sea Harrier y cayó a tierra. Siete de los gendarmes murieron allí y varios resultaron con heridas diversas. En dos días, así, el grupo Alacrán pasó de su creación en Comodoro al trágico bautismo de fuego en Malvinas. Los pasos siguientes –a los que se refiere la nota de este diario, seguramente informada por fuentes oficiales del equipo de Bullrich– sólo fueron hitos administrativos o instrumentales.
Firmas. Esta columna se ha ocupado ya algunas veces de una cuestión reglamentada por el manual de estilo de PERFIL, Cómo leer el diario, con el título “Las firmas”. Se dice allí que el Consejo Editorial (editores jefes, secretarios de Redacción, jefe de Redacción) “decidió el miércoles 14 de septiembre de 2005 que todas las notas de este diario aparezcan firmadas, e incluir en el Código de Etica de PERFIL el compromiso de los redactores y editores, y de la empresa, de respetar ese requisito”: Y agrega: “Las subnotas se inicialarán, quedando exceptuados los textos de menos de mil caracteres”. Es necesario volver sobre el punto: se están publicando demasiadas notas con iniciales sin que se pueda identificar a los autores en las páginas que las cobijan.
Ayer, por ejemplificar, sucedió en las páginas 41 (Internacionales), 45 (Sociedad), 46 (Policiales), 55 (Protagonistas), 2 y 5 (suplemento Espectáculos), y 2 y 7 (suplemento Deportes).