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Los asesinos estarán pronto en libertad

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Las condenas por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas fueron de 18 años, veinte años y cadena perpetua. La familia celebró. Pero, a excepción de Gregorio Ríos, el ideólogo que continúa preso, todos los Horneros se encuentran en libertad. Un múltiple asesino y secuestrador como Arquímedes Puccio, que acaba de fallecer de viejo y en paz, quedó libre hace varios años. Lo mismo sucede con el dentista Barreda, que mató con una escopeta a sangre fría a su esposa, su suegra y sus dos hijas. En ambos casos se trata de personas ilustradas, profesionales universitarios, con absoluta comprensión de sus actos. Los hermanos Schoklender fueron sentenciados por asesinar a sus propios padres, y a los pocos años de salir todo parece indicar que malversaron fondos públicos por valor de cientos de millones de pesos. Claro que en la Argentina de la impunidad están libres, como pronto quedará libre Silvia Luna, que descerebró de un mazazo a su compañera de cocina en Las Heras.

El tribunal de primera instancia suele “salvar” su posición con condenas ejemplares. Así logra que los familiares celebren, la prensa aplauda y los criminales lloren. El asunto pasa a Cámara para la revisión completa del proceso. El tema abandona los medios de comunicación, y de a poco se olvida o surge otro equivalente en ferocidad u horror. Entonces, al tiempo, la Cámara reduce todas las condenas. Además, los reos estudian Psicología o Derecho, se convierten al evangelismo para obtener buen trato interno y se portan como pupilos de colegio inglés. Con todo esto pronto salen en libertad. Fabián Tablado asesinó de 119 puñaladas a su inocente novia y recibió cadena perpetua, aunque su buen comportamiento en la cárcel y su conversión religiosa le granjearon el perdón de la Cámara, que felizmente resiste otro juez y lo mantiene entre rejas.

Recordemos el afamado caso Carrasco, que motivó nada menos que el fin del servicio militar obligatorio en nuestro país. Canevaro y sus cómplices recibieron condenas de 15 años de cárcel. ¿Y qué pasó? Al poco tiempo se encontraban en libertad. En estos días los medios nos sacuden con noticias tremendas: “Cometió un crimen, lo liberaron por ser menor y volvió a matar” (Concepción del Uruguay); “Fue preso por robo, quedó libre y a los cinco días mató a un policía” (Morón), “Lo condenaron por violador, salió y atacó a otras ocho mujeres” (Mar del Plata, había recibido 25 años en el juicio); “Revocaron las penas de los tres sentenciados por el crimen en el ex Liceo Naval” (Necochea); “Ordenan bajar la condena para el homicida de Cohen Agrest” (Buenos Aires, había recibido cadena perpetua). Se podrían enumerar decenas de casos con igual denominador: la cuasi-impunidad. En todo el mundo conducir borracho es un agravante, mientras que en Argentina se utiliza para aliviar la condena.

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En otro rubro, aunque de menor gravedad porque nadie muere, un periodista del diario La Nación investigó todas las denuncias y los procesos por corrupción desde el retorno a la democracia. En cerca de treinta años los procesos judiciales representaron 13 mil millones de dólares en coimas y fraudes, pero sólo el 3% de los casos tuvo condena penal.

Se puede prácticamente afirmar que los responsables de la muerte de Mariano Ferreyra y los criminales que asaltaron a Carolina Píparo no quedarán presos más que unos pocos años. Las reformas a la Justicia no van en camino de corregir esta realidad lamentable, sino a su favor. Manipulan la designación de jueces –que con la nueva ley serán directamente peronistas–, reducen la cantidad de opositores en la Magistratura, permiten la impunidad de evasores fiscales. El futuro de la Argentina así se oscurece más y más. Pobres de los jóvenes argentinos...
 

*Ex directivo de Ambito Financiero.