La política exterior de Vietnam, geográficamente situado junto a la enorme potencia regional y global que es China, se caracterizó –en general– por su pragmatismo y su consumado realismo, balanceando sus relaciones con Rusia, China y EE.UU., pero procurando no alinearse –con alguna excepción– a ninguno de ellos. En forma complementaria, buscó relacionarse con las demás naciones del mundo a través de una –hasta ahora–, exitosa estrategia comercial, para potenciar su desarrollo y lograr mayores niveles de autonomía.
La relación con Rusia ha sido muy importante históricamente, y se mantiene intensa en la actualidad. Reflejo simbólico de esto son, en Hanoi, las hileras de embajadas de estilo neoclásico de Rusia y de los países europeos del Este que estuvieron bajo dominio soviético, camino al mausoleo del líder Ho Chi Minh. En el pasado, Rusia apoyó a Vietnam materialmente en sus guerras contra Francia y EE.UU., y en sus conflictos armados con China. Rusia es su principal proveedor de armas, dando acceso a aviones, submarinos, tanques y armas pequeñas. Así, Vietnam representa el 60% de todo el armamento ruso vendido al sudeste asiático en los últimos 20 años, el equivalente a 6.500 millones de dólares. Sin embargo, las ventas menguaron luego de la invasión de Crimea en 2014, y del actual conflicto ruso-ucraniano. Moscú es además el principal socio en la extracción de gas y petróleo en el mar del Sur de China, y su empresa Gazprom lleva adelante proyectos energéticos en tierra vietnamita.
La relación con China es la que potencialmente presenta mayores amenazas a su independencia e integridad territorial, al estar ubicado en la periferia inmediata de esta gran potencia. La república popular china también otorgó un apoyo importante en las guerras que Vietnam mantuvo con Francia y EE.UU. Pero luego del retiro de EE.UU. de Vietnam, las relaciones con China se deterioraron a punto tal de llevar a un conflicto armado, en lo que China consideraba su esfera de influencia. Las excusas para el ataque chino a Vietnam en 1979 fueron la invasión de Vietnam a Camboya en 1978 para terminar con el régimen del Khmer Rouge –apoyado por China–, y la ocupación de Vietnam de las islas Spratly en el mar del Sur de China. Con la ayuda material de Rusia, Vietnam fue capaz de detener al ejército chino, en una guerra en la que ambos se declararon victoriosos, pero que no logró que Vietnam se retirara de Camboya. Sin embargo, esta ocupación convertiría a Vietnam en un paria internacional –salvo en el bloque soviético–, hasta su retirada de Camboya, diez años más tarde. Hoy, la rivalidad con China se expresa a través del potencial conflicto por las islas Spratly en el mar del Sur de China. Por ello, Vietnam se interesa en apoyar mecanismos de contención del potencial expansionismo chino, aunque sin confrontar directamente con Beijing, que por otra parte es un proveedor crítico de insumos para su producción industrial y el segundo destino para las exportaciones vietnamitas.
La relación con EE.UU. evolucionó positivamente luego del reconocimiento oficial de Vietnam por parte del presidente Clinton en 1995, y el establecimiento de la embajada norteamericana en Hanoi. EE.UU., colaboró con Vietnam en la desactivación de minas remanentes de la guerra mutua, y hasta vendiendo material militar, como las recientes lanchas militares para control del mar. En lo comercial, EE.UU. es el primer destino de las exportaciones vietnamitas, que aumentaron de 34,5 mil millones de dólares en 2016, a 96 mil millones en 2021. Paradójicamente, EE.UU., a pesar de la sangrienta guerra con Vietnam, goza de una buena imagen en la población vietnamita, producto de su Soft Power. EE.UU. se presenta como un aliado potencial contra el expansionismo chino, pero Vietnam se muestra reacio a arriesgar una confrontación con su vecino del norte. Así, sigue el viejo dictado local: “el agua de un vecino lejano no será útil para apagar el fuego en nuestra casa”.
Ante este escenario Vietnam demuestra querer evitar conflictos mayores, manifestando una clara aversión al riesgo. Así, el ex viceministro de Defensa y reputado pensador estratégico vietnamita, Nguyen Chi Vinh, defiende con firmeza la “política de las Tres Nos”: no a las alianzas militares, no al alinearse con un país en contra de otro, y no a tener Bases Militares extranjeras.
En este contexto, Vietnam fue sorprendido por la invasión rusa de Ucrania, y tuvo que maniobrar entre la defensa del concepto de la integridad territorial, y el mantenimiento de una buena relación con Rusia. Así, Vietnam fue cuestionado por solo criticar implícitamente a Rusia –sin nombrarla–, por su invasión de Ucrania, aunque aludiendo a que esa acción no estaba en línea con los principios de la ONU. A su vez, no apoyó los esfuerzos de EE.UU. y sus aliados de castigar a Rusia, absteniéndose además en las condenas de la Asamblea General y votando contra la suspensión de Rusia en el Consejo de DD.HH. de la ONU. A nivel interno se notan reacciones diferentes. Mientras los más adultos creen que Ucrania es un peón en el ajedrez norteamericano, para enredar/ estancar a Rusia, los jóvenes tienden a estar a favor de Ucrania y de su integridad territorial.
Por otro lado, ya a mediados de febrero, las tensiones entre Rusia y Ucrania ofrecían, según Nguyen Chi Vinh, importantes lecciones para Vietnam a partir de las decisiones de política exterior de Ucrania: “deberíamos decirle a nuestros amigos ucranianos que no es aconsejable permitir que su país se convierta en la arena donde se enfrentan dos grandes potencias, y depender del poder militar para confrontar a un vecino gigante, tomando partido en este enfrentamiento de potencias”. Esto es especialmente importante dadas las posturas agresivas chinas, en sus disputas territoriales con sus vecinos, como en el mar del Sur de China, y refuerza la aversión al riesgo de Vietnam.
Poniendo en práctica la vocación de Vietnam de ser amigo de todas las naciones, una mayor diversificación de su comercio es un elemento importante en su búsqueda de una mayor autonomía. El nivel de su comercio exterior (668,5 mil millones de dólares en 2021) casi duplica su PBI (362,6 mil millones de dólares), con sus exportaciones representando 336,3 mil millones. Es interesante notar que mantiene un superávit comercial con EE.UU. –su principal destino de exportaciones–, mientras mantiene un déficit comercial con China –su segundo destino de exportaciones–. A pesar de su éxito comercial, la preocupación de su dirigencia es no poder superar la “trampa de los países de ingresos medios”, conscientes de que sus productos ocupan hoy mayoritariamente posiciones, al principio de las cadenas internacionales de valor. La búsqueda de una diversificación comercial se nota hasta en su relación con Sudamérica, donde Argentina es su principal socio. Así, el comercio mutuo representó 4,2 mil millones de dólares en 2021, con exportaciones de Argentina a Vietnam de 3,2 mil millones, e importaciones de 1,2 mil millones (2 mil millones de superávit para Argentina). Esto convierte a Vietnam –con una población de 97,4 millones de habitantes–,en el sexto destino más importante para las exportaciones argentinas. Es interesante notar que este nivel de comercio podría ser aumentado a través de un tratado de libre comercio con el Mercosur, cuyos miembros, a diferencia del actual gobierno argentino, ven con interés. Por su lado, Vietnam, aunque es miembro de la Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), puede negociar directamente con el Mercosur.
En un contexto global delicado, es sumamente relevante observar cómo Vietnam, ubicada geográficamente junto a una potencia gigantesca, procura garantizar, a través de una compleja y sofisticada política exterior, tanto su seguridad como sus grados de autonomía. En palabras de Nguyen Chi Vinh: “Vietnam no es neutral. Vietnam es independiente. Y hay una gran diferencia entre ser neutral y ser independiente”.
*Especialista en Relaciones Internacionales. Autor del libro Buscando Consensos al Fin del Mundo. Hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027).