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Los dólares y las elecciones de 2015

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Las chances de los candidatos a la elección presidencial del año próximo se mueven al ritmo de las reservas del Banco Central.

Por un lado, la relación entre reservas, saldo comercial, pagos de deuda y endeudamiento determina la cantidad de dólares disponibles para importar y revertir la recesión actual.

Por otro lado, los pesos en circulación determinan la brecha cambiaria, la tasa de inflación, el ingreso real, el crédito al sector privado e, interactuando, la disponibilidad de dólares.

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Cuanto más empeore la situación económica, por la dinámica de las relaciones expuestas más arriba, mayores serán las chances de los candidatos percibidos como “opositores puros”.

En cambio, si la dinámica lleva a una mejora de la economía, ello favorece más a los candidatos percibidos como “oficialistas puros”. Una situación intermedia, finalmente, beneficia a los candidatos percibidos como “opositores pero no tanto” u “oficialistas pero no tanto”.

Obviamente, todo lo anterior puede parecer una exageración y una simplificación economicista respecto del panorama electoral, pero me parece que vale la pena el ejercicio.

Desde que el Gobierno impuso el control de cambios, para mantener “subsidiado” el precio del dólar, o para “no rendirse ante las presiones devaluatorias de los poderes concentrados”, la variación de las reservas depende, casi exclusivamente, del ingreso por exportaciones. Con ese ingreso, más las reservas acumuladas, hay que pagar importaciones, deuda, dólares para ahorro, para turismo, etc. A menores exportaciones, más pérdida de reservas, y mayor necesidad de profundizar el “cepo”, es decir, limitar las importaciones. La alternativa sería aumentar más fuerte el valor del dólar oficial, lo que igual, en principio, limitaría importaciones, pero quizás, alentaría exportaciones y permitiría algún ingreso de capitales de empresas y/o particulares que, al precio actual, no invierten.

Al profundizar el cepo, el nivel de actividad, y por lo tanto de empleo, se reduce, dado que para producir hay que importar. Por lo tanto, como se espera que el ingreso por exportaciones del año próximo sea igual o inferior al de este año, por caída de los precios internacionales de lo que exportamos y por la menor demanda de Brasil, la única manera de que la economía del año próximo no empeore respecto de la actual es con algún ingreso extraordinario de capitales, sea por aportes de petroleras, sea por préstamos del Banco Central de China, sea por los rusos, o sea por endeudamiento, si es que, como deja trascender el Gobierno, se arregla con los buitres y el resto de los potenciales buitres tenedores de bonos argentinos que no entraron al canje en su momento, y los tenedores de los actuales bonos en default.

Pasemos a los pesos, la brecha y su vinculación con la inflación y el nivel de actividad.

Cuando el Gobierno impuso el control de cambios, terminó con veinte años de libre convertibilidad entre pesos y dólares. Allí nació el mercado “informal”, junto con los otros tipos de dólar que se obtienen comprando y vendiendo activos que cotizan en ambas monedas. Ahora bien, el precio en el mercado informal depende de la cantidad de pesos que el Banco Central emite. Dado que quien se queda con pesos en el bolsillo o en el banco pierde contra las expectativas de inflación, los pesos que le “sobran” van a demandar más bienes –cuya producción está limitada, como dijimos, por la falta de dólares–, presionando sobre los precios de esos bienes, o a demandar más dólares, presionando sobre el precio del dólar en el mercado informal y aumentando la brecha.

A mayor brecha, mayor expectativa de devaluación en el mercado oficial. A mayor expectativa de devaluación, mayor expectativa de inflación y menos incentivo a aumentar exportaciones o a ingresar capitales. Se afectan las reservas, por venta de “dólares ahorro”. Y el nivel de actividad, dado que el Banco Central, para evitar que los pesos que emite para financiar al Gobierno sigan el camino mencionado, los “saca” del sistema colocando deuda y desplazando crédito privado.

En síntesis, cuantos más dólares se consigan, menos cepo, más importaciones y más actividad. Mejor para los “oficialistas” y para los “oficialistas pero no tanto”, u “opositores pero no tanto”. Cuantos menos dólares haya, menos actividad, menos empleo, menos salario, y mejor para los “opositores puros”.