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Relaciones internacionales

Los sindicatos y el orden global

1-11-2020-Logo Perfil
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Una vez más el pensamiento de Robert Cox ilumina zonas poco exploradas de las relaciones internacionales. En sus obras Labor and Multinationals y Labor and Transnational Relations, nos interpela al presentar una díada para comprender el sistema internacional: la relación entre el trabajo organizado gremialmente y el capital trasnacional.

No caben dudas de que la escandalosa concentración del capital y la riqueza en la llamada “elite del 1%” se produjo a través de un doble proceso: una transformación de una economía productiva e industrial hacia una financiera y un fortalecimiento de las corporaciones multinacionales. Este proceso tiene su propia lógica y espacio de funcionamiento fuera de las regulaciones soberanas sobre los beneficios económicos que se generan a través de los flujos de capital.

Con un repliegue del Estado al inicio de los 70, una desregulación universal con el sueño del Estado mínimo y la poco científica teoría del derrame –histórica y éticamente precapitalista y cuasi esclavista– se instalan empresas de dimensiones globales que escapan a las lógicas de los capitalismos territoriales enmarcados en los Estados. La dimensión de la política estatal se disuelve como meras extensiones de las organizaciones económicas internacionales. Estamos ante la evidencia de la consolidación de una elite económica planetaria con niveles de concentración nunca vistos.

La pregunta central que atraviesa la preocupación es si este tipo de economía internacional asentada en las corporaciones trasnacionales puede generar un desarrollo inclusivo y salir de la dependencia asimétrica. La respuesta es claramente que no. La propuesta del neoliberalismo internacionalista propone un crecimiento sostenido de los productos brutos nacionales que continúe con la rueda sin fin del consumo descontrolado. Esto ha dejado dos realidades demostradas con indicadores empíricos en el sur global y América Latina: la desigualdad y el desempleo.

Es por esto que se han desencadenado un sinnúmero de movilizaciones sociales y una preocupación del movimiento sindical internacional tanto en los países en desarrollo como en las potencias centrales –por ejemplo, la influyente American Federation of Labor and Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO) de los Estados Unidos.

Esta estructuración trasnacional da lugar a la formación de tres actores en el marco de la doble dependencia: la mencionada elite económica global, una fuerza laboral estable con capacidades de movilización activa, y los sectores marginales completamente fuera del sistema.

En este escenario, los sindicatos han ensayado dos estrategias de acción coordinadas: por un lado, la unión a través de las organizaciones laborales internacionales, que ha dejado pocos frutos por ser casi formal y asimétrica en la relación del poder económico mundial; por otro lado, los reclamos nacionales con apoyo de los gobiernos en sus políticas específicas de protección al trabajo. Al no contar el sistema internacional con regulaciones trasnacionales, se impone volver a confiar en el poder de los Estados soberanos para hacerlo. De ahí que Cox plantea un acuerdo general de inversiones extranjeras similar al GATT. Esto se debe a que las corporaciones multinacionales se han transformado en las únicas instituciones internacionales con poder trasnacional efectivo y los gremios pueden jugar un rol central en el apoyo a las políticas para equilibrar las asimetrías en desmedro de los trabajadores.

El rol de los sindicatos en los asuntos internacionales ha sido estudiado por la economía política internacional en los casos de la Unión Soviética –en su influencia en los países de su esfera mundial–; en los Estados Unidos –en la concientización del Plan Marshall–; y en el Reino Unido y Francia –en los territorios coloniales–.  Es hora de pensar cómo sumar a este sector social a una concertación para el diseño de nuestra política exterior soberana.

*Politólogo y doctor en Ciencias Sociales. Profesor e investigador de la Universidad de Buenos Aires.

Producción: Silvina Márquez.