Como un virus, la teoría contagió a los privados y se desplegó en el último Coloquio de IDEA de Mar del Plasta que cerró hace diez días. Desde esa ciudad llegó la semana a Buenos Aires, contagiando las eventuales y programadas reuniones de empresarios más importantes del país. Y también de los economistas de las consultoras más contratadas. Se trasladó además hasta Washington, donde se desarrolló la asamblea de otoño conjunta entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). La idea hablaba de la posibilidad de una reestructuración del tipo de cambio para entrado 2025, con la idea de cerrar un acuerdo con el organismo financiero internacional que libere fondos y normalice las reservas para llegar al objetivo económico y político más preciado: abrir el cepo adelantando las cuatro etapas previstas. En otras palabras, devaluar el tipo de cambio a un ritmo negociado con los hombres y mujeres de Kristalina Georgieva, firmando un acuerdo de largo plazo. Algunos hasta le pusieron nombre a la estrategia: la Doble V (W). Esto es, luego de la caída de la economía que se habría dado entre enero y julio de este año (agosto no fue tampoco un mes auspicioso según la información del Estimados Mensual de Actividad Económica que presentó el Indec), vendría una tenue recuperación, que daría pie al momento devaluador, que haría caer nuevamente la economía, para finalmente comenzar un proceso de recuperación que se extendería durante 2025.
Todo fue desmentido. En Washington y en Buenos Aires. En la capital de los Estados Unidos, por el propio Luis “Toto” Caputo. En Buenos Aires, por la espada casi personal del presidente Javier Milei para estas lides: el diputado nacional José Luis Espert. Al unísono, ambos descartaron cualquier tipo de idea devaluatoria y ratificaron la política económica oficial para lo que resta de este año y lo que viene para 2025. Esto es, el respeto al padrenuestro del “clawling peg” de una devaluación del 2% mensual, con una inflación confluyendo a un ritmo menor que esa depreciación cambiaria. Junto con esto, una caída en la presión impositiva, como única herramienta “sana” para mejorar la competitividad externa, el tipo de cambio y el eventual retraso del dólar. Ambos lo dejaron claro. No hay que esperar cambios en la estrategia. Promete en el Ejecutivo, aseguran ratifican y casi porfían, en que no habrá modificación a la línea públicamente informada. Y que figura en el proyecto de ley de Presupuesto 2025 que en algún momento se discutirá en el Congreso, arrancando por Diputados. Responsabilidad de Espert. Considera el Gobierno que, fundamentalmente, así lo deberán entender desde el FMI. Y los empresarios, especialmente los industriales en todas sus facetas, dentro de las fronteras locales. Y algún que otro representante del sector financiero también. En algo coinciden el Fondo, sectores industriales clásicos e importantes, muchos bancos y fondos de inversión y el turismo. Y, quizás, el comercio. Afirman que el tipo de cambio está atrasado, y es incompatible con una apertura del cepo. La diferencia entre el FMI y los privados es que los primeros lo dicen abiertamente, cara a cara, con los negociadores argentinos comandados por el viceministro argentino José Luis Daza, debutando en las lides de dirigir las discusiones con el organismo. Daza descubrió en estas jornadas de “intercambio” teórico en Washington algo fundamental e inédito para él: los técnicos del FMI comandados por la número dos del organismo, Gita Gopinath y el encargado del caso argentino Luis Cubeddu, tienen una posición teórica ortodoxa, pero mucho más de centro que su visión. Daza es un hombre de la derecha liberal económica formado en Chile es muy cercano a la teoría de Chicago. Se enfrenta ahora a una visión también liberal, pero, curiosamente, estructuralista. Siempre hay cosas nuevas por aprender. A toda edad.
El FMI acepta que siga el cepo (limitado) un año más; a cambio, un acuerdo corto
Lo cierto es que tanto a los hombres y mujeres de Washington, y los industriales, financistas y comerciantes locales, deberán captar el mensaje del gobierno nacional: no se devaluará. Al menos algún porcentaje mayor al “crawling peg” ya activado, y que se renovará en 2025, aprobación del Presupuesto mediante.
No es la única diferencia entre el Gobierno y el FMI surgida en la última semana. Como todos los años, el evento de la asamblea de otoño arranca con la presentación en sociedad del World Economic Outlook (WEO); la publicación anual que elaboran en conjunto el Fondo y el Banco Mundial, y donde se plantean las proyecciones de las principales variables económicas de los países miembros de ambos organismos. Obviamente, también Argentina.
Para este año, el FMI piensa la economía argentina caerá un 3,5%, que la inflación acumulada será del 140% y que el desempleo llegará al 8,2%. En estos tres datos, no hay diferencia con lo que espera la gestión de Javier Milei. La cosa se complica cuando se plantean los números de 2025. Según el FMI, Argentina crecerá en el próximo año un 5%. Aquí se coincide con el Fondo. El tema es la inflación, y las proyecciones cambiarias. El Fondo espera para 2025 un alza en los precios del 45%, casi el doble de las estimaciones oficiales.
¿Por qué las diferencias en las proyecciones inflacionarias del año próximo? Simple. Argentina deja claro que su estrategia para cerrar 2024 y transitar 2025 es consolidar el diseño del “crawling peg” con una devaluación mensual del 2% y la alternativa eventual de reducir esa tasa si la inflación perfora el próximo año el 1%. La idea oficial es que cada mes haya una brecha de un punto porcentual entre la devaluación y la inflación, que lleve a una mejora en la competitividad del 6% cada ejercicio. Y que ese nivel se sostenga en el tiempo, para que en un plazo de entre tres o cuatro años, ese 30% de retraso cambiario que existiría hoy se vaya reduciendo de manera gradual. Y en varios años. ¿Y qué pasaría con el cepo? Aquí rige la teoría de que Javier Milei, de manera brutal, describió el día de su cumpleaños a Alejandro Fantino. El jefe de Estado declaró que “la apertura del cepo está mucho más cerca”, aseguró que, si le “ponen la plata” al país, la concreta hoy mismo, que “en realidad, hay una apertura del cepo con plata y otra sin plata”. Finalizó diciendo: “Estamos trabajando como si no la consiguiéramos”, sostuvo el mandatario sobre el sistema cambiario, y remarcó que, “para abrir el cepo sin dólares”, se necesita “que desaparezca el exceso de oferta de pesos”. “No depende todo de nosotros; depende de la demanda de dinero de los individuos”. El mensaje es al FMI. Solo el organismo financiero podría hacer que el país opte por la opción “con plata”. Pero, obviamente, el Fondo piensa diferente. Para que esto sea posible, insiste en que Argentina debe devaluar. Un 30%. Es el mensaje que llevó a que el director para el Hemisferio Occidental del FMI el chileno Rodrigo Valdés deba retirarse de las negociaciones con Argentina. Y que mantuvieron la semana que pasó todos los técnicos y directivos del Fondo que entablaron discusiones con Luis “Toto” Caputo y el resto de los funcionarios argentinos presentes en la Asamblea del FMI y el Banco Mundial en Washington. Se confirmó entonces, tal como adelantó este medio, que no era una cuestión personal de Valdés contra el país. Era una posición formal del organismo, expresada de manera dura y directa (Valdés) o diplomática (Gita Gopinath). El FMI piensa que aceptar que el país reciba una gran cantidad de dinero (por ejemplo, US$ 5 mil millones) con el actual tipo de cambio, al abrir el cepo, solo se logrará financiar una salida masiva de pesos del mercado local, la que, con el tiempo, igualmente derivará en una devaluación. Pero con sobreendeudamiento financiado desde Washington. Lo mismo que sucedió entre 2028 y 2019, lo que llevó a que el mexicano-argentino Alejandro Werner debiera dejar su cargo.
En definitiva, la opción de apertura del cepo será “sin plata”. Hay una alternativa. Pero habrá que esperar a lo que suceda el 5 de noviembre en los Estados Unidos, con la contienda entre Donald Trump y Kamala Harris. Se verá.
El fondo más grande del mundo se quedó y busca revancha
El Fondo advierte por el cepo y el ritmo de la recuperación
Agencias
Las autoridades argentinas están “explorando las opciones” de un nuevo programa de financiamiento con el Fondo Monetario Internacional, confirmó ayer Luis Cubeddu, director adjunto del FMI para América Latina y el Caribe.
En estos momentos el compromiso “se lleva a cabo dentro del contexto del actual SAF”, el préstamo de facilidades extendidas para saldar los 44.000 millones de dólares contraídos con el FMI, precisó en rueda de prensa en Washington.
Cubeddu habló de “la necesidad de desmantelar gradualmente algunas de las restricciones y controles” existentes (por el cepo cambiario), pero dijo que “debe hacerse de forma cuidadosamente calibrada”.
En su informe regional, el FMI explicitó su análisis sobre el programa de ajuste con una luz amarilla sobre el ritmo de recuperación de la actividad. “La firme implementación del programa está ayudando a restaurar la estabilidad macroeconómica. En el primer semestre de 2024, las autoridades han logrado un superávit fiscal (el primero en 16 años), han reconstituido las reservas y han reducido la inflación más rápidamente de lo previsto. Están apareciendo signos de estabilización económica, y la actividad económica se expandió a partir de abril, pero el ritmo de recuperación sigue siendo incierto y desigual entre los sectores”, advirtió.