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Mensaje pascual

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Pintura. La Resurrección, del pintor italiano Sebastiano Ricci. | cedoc perfil

Feliz Pascua será la expresión repetida por mucha gente a lo largo de estos días, culminando así la llamada semana mayor de los cristianos.

Saludo que será expresado por creyentes y hasta por no creyentes tal vez, dado que ha penetrado culturalmente en la historia, sobre todo de Occidente.

En un mundo globalizado donde muchas cosas se van diluyendo, sobre todo lo que tiene que ver con las profundas identidades (no cuestionadas en otros tiempos), dar este saludo con sentido y “desde adentro” supone una convicción creyente que invita a testimoniar al Dios de la vida.

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Ya el pueblo de Israel y, como parte del mismo, Jesús, junto a sus discípulos, celebra la Pascua. Celebra el paso del pueblo a la libertad de ser guiado por Dios. Celebra el paso del ángel exterminador que los libera de la muerte y los llama a la Tierra Prometida. En ese marco religioso, cultural e histórico, Jesús expresa con su entrega en la cruz la fidelidad del Dios que nos ama hasta dar la vida por nosotros. Y el Padre reconoce esa entrega resucitando a su propio Hijo y venciendo de este modo a la muerte.

Nosotros, los creyentes, reconocemos la vida de Dios que para siempre toma a la humanidad pecadora para abrirle las puertas de la esperanza. No ha venido Cristo para condenarnos sino para salvarnos.

El Padre resucita al Hijo al tercer día… de entre los muertos. La humanidad en Cristo ha sido redimida y esa semilla quedará para siempre sembrada en el seno de la humanidad toda.

Así como tenemos certeza del pecado, de la destrucción y de la muerte, en Cristo resucitado tenemos la superadora certeza de que la muerte ha sido vencida y que ya no tiene la última palabra. Ese anuncio ha sido puesto en manos de los apóstoles y discípulos para que lo lleven al mundo entero, como testimonio de la construcción de un mundo nuevo y distinto. Del reino de Dios. Ya, en medio nuestro.

No basta entonces solo repetir frases hechas… No basta con decirnos “Felices Pascuas”, porque corresponde…

Este saludo es una opción de vida. Es un camino a seguir. Es dejarnos conducir por la Gracia manifestada en Jesús.

Significará para algunos dejar de lado sus sinsentidos… abandonar las desesperanzas. Dejar de condenar a los demás. Dejar de juzgar como si fuésemos dueños de la verdad.

Abrir el corazón al perdón y la misericordia. Para recibirlo y para otorgarlo. Una gracia que nos es dada para llevar a los demás.

En un tiempo donde los juicios sumarísimos hechos en las redes sociales, donde se despelleja a las personas sin piedad (con razones fundadas y sin ellas…), celebrar la Pascua será cambiar esas tendencias perversas. Será iluminar con nuestros hechos la construcción de una realidad distinta. Donde se respete a las personas por ser tales. Porque creemos en la vida. Porque creemos en el perdón. Porque creemos en la redención que hemos recibido por la sangre derramada en la cruz.

Cristo es nuestra esperanza. La Pascua de Resurrección es justamente la vida de Cristo que vence nuestras muertes. ¡Cuántas sombras de muerte van cubriendo nuestra realidad…! Y estamos llamados a construir un mundo distinto.

Ojalá en esta Pascua “se note” que algo nuevo ha pasado. Que creemos en Dios de verdad y no solo por compromiso y costumbre.

Los cristianos estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo. Estamos llamados a impregnar la historia con el perfume de la esperanza que surge del amor de Dios. No somos ni agoreros de la desgracia ni jueces condenadores. Hemos sido llamados para ser luz que ilumina en medio de las tinieblas.

Jesús vivió, murió y resucitó en un tiempo concreto y en una historia determinada. Hace dos mil años. Pero sigue vivo. Lo mismo que su anuncio. Y eso celebramos.

Que su vida sea nuestra vida y su amor sea el motor que nos impulsa a construir un mundo nuevo y distinto

Por todo esto…, les digo: ¡Feliz Pascua..!

 

 

*Obispo de Gregorio de Laferrere.