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alineamientos del verano

Avispas, empresarios y poder: la trastienda del Círculo Rojo en la temporada de Punta

Entre empresarios de peso, rumores, intrigas y negocios millonarios, el verano esteña volvió a funcionar como un termómetro informal del clima de poder.

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Scaglione. El nuevo dueño de Canal 11 tuvo un curioso episodio de salud que pudo ser muchísimo más grave. La presió le llegó a bajar a niveles alarmantes. | cedoc

Pasó de todo en la inaugural temporada social de Punta del Este, justo en la inauguración de un restaurante en el Club de los Balleneros, el mismo lugar que alguna vez albergó al mítico “Lo de Miguel”, considerado hace décadas un clásico de la incipiente gastronomía uruguaya. Sin dress code, para alegría de los invitados, y con abultada convocatoria, invitó el empresario de medios uruguayos Gabriel Hochbaum –exsocio de Gerardo Werthein, antes vinculado a la administración bonaerense de María Eugenia Vidal, ahora de inclinación cercana a la Casa Rosada–, a quien nadie le puede imputar responsabilidad por un ataque casi mortal: un enjambre de avispas se precipitó sobre otro ascendente empresario de medios argentinos, Gustavo Scaglione, al que debieron trasladar a una clínica para salvarle la vida. La presión le había bajado a límites alarmantes; estuvo a punto de fallecer. Episodio inédito.

Más común, claro, era la presencia de una troupe de empresarios macristas que siempre concurren a los mismos eventos, modelos, personajes de toda laya y, en especial, la presencia de José Luis Manzano, quien incorporó como hobby a sus negocios monumentales una línea de restaurantes: dos o tres en Buenos Aires, la misma cantidad en Punta del Este y hasta una sucursal en Madrid, con precios aptos para la vocación peronista de los inicios políticos del mendocino: sacarle plata a los ricos. Igual, nadie entiende esa vocación por la gastronomía, que le resta tiempo, se supone, frente a operaciones de envergadura superior en energía, comunicaciones o minería. Debe ser una cuestión de gustos o placeres individuales, como el titular de YPF, Guillermo Marín, quien impulsa vender en las estaciones de servicio los mamelucos que le obsequia a Javier Milei o hamburguesas, como si se tratara de perforar pozos, cuando el precio del petróleo no parece que Donald Trump esté interesado en hacerlo subir: el hombre de las felonías y picarescas con el proxeneta y pedófilo Jeffrey Epstein hace como Milei con el dólar, utiliza el fluido a la baja para evitar la inflación.

Casi levantaban apuestas los hombres ligados a Macri, algunos empresarios de su máxima confianza, la mayoría confesando que el matrimonio del exmandatario con Juliana Awada no atraviesa en buenos términos la relación. Casi una charla extraída de los programas de la tarde en la televisión, que no se ha ocupado del tema, en los que unos anticipaban un break, otros rupturas más extremas y había quienes señalaban con menos dramatismo: hace pocas noches los vi entrar juntos en el Malba, de la manito, a comer sushi. Pero la comidilla era como la comezón del séptimo año, con atraso. Unos decían que ella viajó a preparar la casa en Cumelen con demasiada anticipación; sin evidencias, se convenía en que el ingeniero boquense le dedica alta concentración a sus variados viajes con su colega de negocios Martín Migoya y su cuerpo técnico, preocupados por instalar Globant en Arabia Saudita, por ejemplo, empresa cuyo comportamiento en la bolsa este año no ha sido gratificante. Hay que ayudar a los amigos, con premio mucho más. Migoya es otro que se dedica a su banda de música, como si fuera Manzano con los restaurantes, con la que aparece en las fiestas para asombrar con su voz, según él cree. Una última manifestación de Macri, en un reportaje sobre el libro que rubricó sobre su padre Franco, no debe haber caído como un obsequio en el regazo de su mujer. Le preguntaron qué era lo que más le gustaba en la vida, y confesó una minucia sobre el deporte “y las mujeres”. Igual, Awada y Macri son empresarios; pasarán juntos el fin de año en el sur, como se acostumbra. O dictan las costumbres.

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En medio de los chispazos sobre matrimonios bien o mal avenidos, se apreció confianza en la gestión económica de Milei. Nadie se inquieta por los pagos del año próximo y, menos, por conocer la ruta del Tesoro. Es decir, dónde está el oro del Banco Central, aunque alguno explicó que no se revela el paradero para evitar eventuales embargos. La ola optimista sigue con un Milei para recibir un premio en el exterior –debe ser el presidente más premiado del mundo– y alguien disparó un dato clave: entre febrero y marzo, a instancias del embajador norteamericano Peter Lamelas, llegará al país una delegación estrictamente relacionada con el propósito de comprar empresas locales o extranjeras, para muchos a buenos precios, como lo demuestran todos aquellos expertos argentinos en mercados argentinos que ahora adquieren compañías o bienes de los que el Estado ha decidido desprenderse. Hubo, claro, comentarios sobre el triángulo de hierro de la Casa Rosada, que hoy parece inclinarse a favor de Karina debido a injerencias de dudosa eficacia provistas por Santiago Caputo: desde convertir en un camión atmosférico o coche bomba el capítulo once del Presupuesto que fue rechazado por Diputados, hasta la sugerencia de vetar el Presupuesto aprobado luego de su paso exitoso por el Senado (ver nota de Marcelo Bonelli en Clarín). Falta de tacto, lejanía de una tendencia negociadora como siempre ha sido la vida del Ejecutivo con el Congreso encarnada por los Menem, y transformación inevitable de Karina en un cerebro especial, orientadora de su hermano. No debe ser así: lo comprobó Guillermo Francos, quien nunca pudo conciliar una palabra con Caputo junior y se tuvo que ir, despedido por denunciarlo como un funcionario que ordena, pero no firma, un astuto pocas veces visto en un gobierno. El nudo de la discordia ocurrió cuando Caputo se acercó al gobernador de Salta, quien se había puesto a cantar frente a la Casa de Gobierno formulando reproches al entonces jefe de Gabinete. Parece hoy que Francos igual no se va del palo y se ofrece como candidato para la Gobernación de la provincia de Buenos Aires. No terminó 2025 y muchos hacen planes para 2027.

Otra parte de la conversación en el Club de los Balleneros fue, claro, sobre la licitación, del eterno vencimiento que concluye el 27 de febrero, cuando abran los sobres de la hidrovía. Se trata de un negocio de 500 millones de dólares (en 2021, cuando expiró, facturaban 200 millones y ganaban plata) que, al parecer, sólo tendrá tres oferentes: los belgas de Jan de Nul (que compartían negocio con Gabriel Romero y ahora están críticamente distanciados), en presunta vinculación con el gremio y los hermanos Neuss, íntimos del Caputo joven; otros belgas poderosos representados por DEME Group; y una holandesa, Van Oord. No casualmente, los tres más desarrollados en el tema de dragados. Aunque, para ser justos, la mayor compañía del rubro es Boskalis, también de Países Bajos, que al parecer desistió de participar por algunas intrigas que se divulgaron sobre una aparente relación de Mauricio Macri y la reina Máxima para conseguir el contrato. La Corona, dicen, quiere apartarse de cualquier sospecha; ya vienen con tantos estropicios en África que desean no repetirlos. Sabrá Dios. Lo que sí saben los humanos es que, de un día para el otro, el peaje aumenta 40% sin chistar y, en dos años, después de los dragados correspondientes, el negocio pasa a crecer de 500 a 750 millones de dólares. Monotributistas, abstenerse.