El ex hombre fuerte de la economía en tiempos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner gusta de recorrer medios de prensa mostrándose como el gran ministro que salvó al país de una situación caótica, desestima cualquier gestión anterior e imparte recetas para solucionar los problemas de endeudamiento externo, sin caer en la cuenta de que él mismo los provocó en buena medida. Autor de la cláusula RUFO y de la Ley Cerrojo, es prácticamente corredactor del fallo del juez Griesa que condena a la Argentina a un pago complejísimo y de alto riesgo. Ora en televisión, ora ante diarios hispanos, el jefe de asesores del candidato Massa desdeña el Plan de Convertibilidad de Cavallo, explica que la situación con que se encontraron ellos al asumir en 2002 era “mucho peor a cualquier otra previa en la historia” y exalta sus virtudes para sacar adelante la república. El doctor Lavagna parece olvidar que en su época no se pagaba la deuda externa, a causa de la cesación decretada por el estrambótico y fugaz presidente Rodríguez Saá. Luego, Néstor Kirchner determinó que de cada 100 dólares de deuda sólo se reconocerían 25, es decir una quita monstruosa de tres cuartas partes de su valor. Lavagna pergeñó el canje de 2005, y para que tuviera éxito seguro extorsionó a los tenedores de bonos con la Ley Cerrojo, que impedía ingresar a nadie una vez cerrado el acuerdo. También presionó con la cláusula RUFO, para tentarlos más aún. Es autor, asimismo, del bono cupón PBI, que estableció pagar de acuerdo al crecimiento de la economía argentina. Resulta que gracias al sorprendente aumento del valor de la soja –hecho que determinó indudablemente el éxito del gobierno de Kirchner y de la gestión económica de Lavagna– y a un diseño erróneo de la metodología de cálculo, se pagó a sus tenedores miles de millones de dólares. Tanto es así, que el último pago fue eludido mediante “una nueva estimación del Producto Bruto”, que arrojó cifras inferiores al 3,5% que desata la cláusula. No debe descartarse que esto posiblemente derive en otro oneroso juicio internacional.
Parece increíble que el ex ministro visite programas de televisión, radio y diarios para explicar la solución a todos los problemas actuales, sin comprender que fue en gran medida su causante.
El laureado académico Guillermo Nielsen, viceministro en épocas de Lavagna, también da cátedra en presentaciones de libros, conferencias y reportajes sobre las tremendas dificultades que debieron sortear debido a la falta de colaboración del Fondo Monetario Internacional. Casi emulando a su presidente Duhalde, quien muy suelto de cuerpo afirmaba en aquellos aciagos días, “cuando estamos por llegar nos corren el arco, viven embarrando la cancha”, y repite que el mundo financiero les daba la espalda. Se referían en términos futbolísticos a los intentos de lograr financiación del FMI luego de declarar el gobierno anterior, asimismo justicialista, una cesación de pagos unilateral. Como Nielsen nunca permite preguntas en sus conferencias, no existe oportunidad de interrogar en forma elemental al respecto: ¿por qué razón un organismo de crédito internacional debería prestarle dinero a un país que cesó arbitrariamente los pagos de su deuda? ¿Usted tomaría en un momento así los dólares de su caja de seguridad, doctor Nielsen, y se los prestaría al gobierno argentino? Probablemente no. Entonces, ¿por qué pretender que lo hagan otros?
En esos tiempos no se hacía más que hablar pestes de las instituciones de crédito internacional, se habían incautado depósitos del público, roto la Ley de Convertibilidad, violado la Ley de Intangibilidad de los depósitos y declarado el cese de pagos de deuda. ¿Por qué alguien le prestaría dólares frescos al país si todos los argentinos que podían sacaban su dinero al exterior? Además, Lavagna y Nielsen incluyeron la cláusula de aceleración que permite a los tenedores del 25% de una serie de bonos (por ejemplo, los PAR) pedir el 100% del capital en caso de default. No es sencillo que ocurra, pero se sabe de fondos de inversión que están comprando bonos PAR a mitad de valor para reclamar 100% por vía judicial. Otra amenaza de catástrofe.
Se rumorea, incluso, que el ex viceministro se encontraría colaborando con fondos buitre para que Argentina pague el fallo de Griesa. También, curiosamente, se dice que con Lavagna están muy distanciados entre sí. ¿Razones políticas o clientes diversos?
*Ex directivo del diario Ambito Financiero.