COLUMNISTAS
tiempos difíciles

México y Estados Unidos

Causan daño los mensajes de atropello a las instituciones, la idea de que se usa el poder para venganzas personales, la posición equívoca frente a las dictaduras militares macumberas del Caribe. No sirven para ocupar un lugar en un mundo en el que inevitablemente vamos a integrarnos.

20200712_lopez_obrador_trump_ap_g
Juntos. Muchos querían que López Obrador despreciara a Trump. Pero no es momento de pelearse con un vecino tan poderoso. | AP

Quienes no conocen México se sorprendieron por la firma del tratado comercial entre este país y Estados Unidos y por las actitudes amistosas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con Donald Trump. Según el mandatario norteamericano: “Éste es el acuerdo comercial de mayor magnitud firmado entre cualquier grupo de países y va a llevar prosperidad a los trabajadores de Estados Unidos, México y Canadá.”

AMLO dijo por su parte: “Celebro este encuentro con usted, presidente Trump. Mi visita obedece a la importancia que tiene la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, sobre todo en estos tiempos de crisis económica mundial.” Con esto México no se cierra al mundo, sino que aprovecha las ventajas de la vecindad entre los dos países. El país seguirá suscribiendo los tratados que sean necesarios para que se expanda la economía, llegue más inversión y haya más trabajo.

López Obrador sabe que no es oportuno predicar ideas del siglo pasado cuando se vive la mayor crisis económica del siglo. Es indispensable buscar soluciones a los problemas concretos de la gente. En el encuentro no se mencionó al muro que construye Trump en la frontera, que irrita tanto a los mexicanos. El pragmatismo de AMLO irritó a algunos que habrían querido que, teniéndolo tan cerca, el mexicano haga algún gesto despectivo o de protesta. Es un tema grave, pero no estamos para caprichos. La coyuntura no está como para pelearse con un vecino tan poderoso, ni siquiera por algo tan importante.

Pasado. En Mesoamérica, Mesopotamia y China se desarrollaron sistemas de escritura originales. Desde hace más de dos mil años existieron en el actual México las culturas más sofisticadas de América. Cuando llegaron los españoles había una decena de sistemas de escritura que combinaban logogramas con elementos silábicos. Las más estudiadas han sido la escritura maya del período clásico y el mexica que nació en Teotihuacán y fue heredado por los aztecas.

Algunas instituciones de ese entonces se proyectaron hasta el presente gracias al sincretismo cultural que fundió tradiciones indígenas con las españolas. El culto a la diosa morena Tonantzin del Tepeyac, (amada madre del cerro Narizón) tenía doscientos años cuando se fundió con la advocación de la Virgen de Guadalupe de Extremadura que trajo Hernán Cortés. Ha sido la devoción católica más difundida en América, un elemento central de la cultura mexicana. Actualmente alude el nombre del movimiento con el que AMLO derrotó a todos los partidos mexicanos, que se llama Morena.

En el mundo de hoy, "progresista" tiene un significado cercano a lo que han hecho Macri y Rodríguez Larreta en la Ciudad

Desde 1535 la ciudad de México, construida sobre las ruinas de Tenochtitlán, fue capital del virreinato de Nueva España, el más importante de la América española. Sus territorios incluyeron América del Norte y América Central. En 1542 los novohispanos enviaron una flota que conquistó la isla de Luzón y fundó la colonia de Filipinas, llamada así en homenaje al Rey Felipe II. Nueva España tuvo 64 virreyes, 32 pertenecientes a la casa de Habsburgo y 32 a la casa Borbón.

Siglos de historia generaron un cultura política cortesana sofisticada y difícil de comprender para otros latinoamericanos. México tuvo un orgullo imperial desde la prehistoria, que se tradujo en una forma de verse a sí mismo y al poder, que se expresa en la novela La silla del Águila de Carlos Fuentes. No es un país centroamericano como creen algunos, sino una potencia norteamericana, el país de habla hispana más grande del mundo.   

A partir de la Revolución de 1910 se instauró un México laico que se consolidó con la Cristíada, guerra en la que ahorcaron a más de 50 mil católicos, proscribiendo definitivamente a la Iglesia de la política. México es un país pleno de contradicciones que le enriquecen. El laicismo más extremo convive con el hecho de que es el país con más católicos del mundo, y la peregrinación de millones de fieles a la Basílica del Tepeyac, el 12 de diciembre, es capaz de conmover el corazón del ateo más militante.

Democracia. Después de la norteamericana, la mexicana es la democracia presidencial más antigua del mundo. Durante más de cien años se han sucedido, sin excepción, presidentes que empezaron y terminaron su período el día establecido por la Constitución. Ninguno de ellos pensó en cambiarla para que se habilite la reelección. Sabían que eran mandatarios por un solo período en un país que tiene como lema “Democracia efectiva, no reelección”. Nunca hubo golpes militares, ni interferencias de la Iglesia en la política.

En 1985 estuve en México para el lanzamiento de un libro en el que colaboré, El primer primero de mayo en el mundo. Me impresionaron los nombres épicos de las calles y plazas de la ciudad: avenida Insurgentes, avenida Revolución, etc. El secretario de Trabajo de Miguel de la Madrid pronunció un discurso en el que citó a Marx y elogió a todas las revoluciones del momento. Daba la sensación que estábamos en el corazón subversivo del mundo. Más allá de las palabras, el gobierno de De la Madrid fue de un capitalismo ortodoxo.

México apoyó a la izquierda de otros países, pero nunca se sometió a proyectos fracasados. Una cosa es que se haya opuesto al bloqueo norteamericano a Cuba, y otra que prefiera un acuerdo de integración económica con la isla, a uno con Estados Unidos. Fue solidario con los republicanos españoles, participó de la Guerra Civil, envió pertrechos y voluntarios, cuando terminó el conflicto acogió a más de 20 mil refugiados, que se convirtieron en un gran motor que dinamizó la cultura mexicana. El gobierno nunca reconoció al régimen falangista, al que detestaba, pero tampoco rompió con él. No podían avalar al Generalísimo, pero tampoco quisieron afectar a los mexicanos con vínculos con España. Esta situación equívoca se mantuvo hasta 1977, cuando se reestableció la democracia y los países volvieron a relaciones formales.

Cuando Evo Morales fue depuesto, se exilió en México. A lo largo de su historia México mantuvo una tradición de asilo que lo honra. Protegió a perseguidos tan diversos como Martí, Garibaldi, Buñuel, Trotsky, Haya de la Torre, el Sha Reza Pahlevi y muchos otros. El asilo de Morales no significó que el gobierno de AMLO era fan del boliviano. México es un país solidario con los perseguidos, pero su principal preocupación son los intereses de los mexicanos.

Como fruto de su historia es un país tan institucional, que el partido más importante durante setenta años se llamó Partido Revolucionario Institucional. No se atentó en contra de la independencia de los poderes del Estado, ni contra la autonomía de los estados de la federación. En el año 2000 la hegemonía del PRI terminó, dio paso al presidente Vicente Fox del PAN y al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador del PRD, sin que a nadie se le ocurra dar un Golpe de Estado.

Progresismo. Marcelo Ebrard, el actual canciller de México es uno de los políticos más preparados de América Latina. Fue un brillante jefe de Gobierno de la ciudad de México, la ONU lo declaró “mejor alcalde del mundo”. Nadie duda que es un político de “izquierda” en el sentido que pueda tener esa expresión en el tiempo contemporáneo. Identificado con las bicisendas, la ecología, la defensa de la vida en el planeta, de los más vulnerables, de los que tienen capacidades especiales, etc. Las dos administraciones municipales más progresistas y eficientes del continente fueron en esos años las de Ebrard y de Macri. De hecho, los dos jefes de Gobierno tuvieron mucha cercanía. Ebrard asistió a la ceremonia de Macri cuando fue reelecto y el jefe de Gobierno porteño viajó al DF cuando Ebrard entregó el mando a Miguel Ángel Mancera. Nunca hubo tanta relación entre las dos máximas autoridades de las ciudades.

Discrepo con Jorge Fontevecchia cuando dice que Macri se fue hacia el centro cuando quiso ser presidente y habiendo pertenecido a una derecha rancia. Los términos derecha e izquierda significan poco, pero en el mundo contemporáneo “progresista” tiene un significado cercano a lo que han hecho Macri y Rodríguez Larreta en el Gobierno de la Ciudad.

Por lo demás, las relaciones internacionales, tan importantes en el mundo globalizado, deben leerse desde los nuevos valores. No hay duda que Macri tuvo una política internacional exitosa desde que fue jefe de Gobierno. A la inauguración de su segundo período asistieron más alcaldes del mundo, que presidentes al juramento de otros presidentes en la región. Los animales en los billetes, la promoción de las energías renovables, la lucha en contra de la contaminación, la difusión de internet, fueron hechos que proyectaron una imagen que ayudó a abrir un nuevo lugar para Argentina en la comunidad internacional.

Puebla. Cuando Alberto Fernández y algunos dirigentes viajaron a México para invitar a AMLO a la posesión del nuevo Presidente argentino y para que ingresara al Grupo de Puebla, no tomaron en cuenta estos elementos de la cultura política mexicana. En ese país, existe una imagen negativa de la política argentina y del peronismo, que se refuerzan con hechos que parecen anacrónicos en el exterior.

La izquierda de izquierda nunca fue tolerante con el falangismo, ni con políticos que tuvieron alguna vinculación con el Eje. El reemplazo de símbolos del ecologismo con la imagen de un médico con vínculos, tal vez exagerados, con el nazismo, hacen mal en el mundo globalizado. Causan daño los mensajes de atropello a las instituciones, la idea de que se usa el poder para venganzas personales, la posición equívoca frente a las dictaduras militares macumberas del Caribe. No sirven para ocupar un lugar en un mundo en el que inevitablemente vamos a integrarnos.

 

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.