Maza Zavala. La economía de Chávez criticada por un experto venezolano. |
Vive en una casa modesta de clase media. Desde 1994 hasta hace pocos meses, fue director del Banco Central. Dice lo siguiente:
“Vivimos una situación crítica por la escasez de algunos productos. No se resolverá a corto plazo, porque el desabastecimiento no es de carácter estacional ni obedece a la acción de especuladores, sino que es un problema estructural. Existe un control que muchas veces obliga al agricultor o al empresario industrial a vender por debajo del precio de costo, lo cual desincentiva la producción. Nadie quiere producir para perder dinero. Y eso pesa en cualquier actividad. Falta un clima de confianza, de estabilidad de la actividad económica. ¿Quién va a invertir con inseguridad jurídica y personal? ¿Quién se va a arriesgar a una inversión de mediano o largo plazo sabiendo que es de dudosa recuperación y de difícil proyección al futuro? El gobierno no es muy consciente de lo que pasa en el país. Es estatista, quiere que el Estado crezca aún más, y que tenga más influencia en el ámbito económico. Es el gobierno el que no cumple, al no lograr atender la demanda. Espanta la inversión, acentúa la falta de alimentos y provoca la subida de precios. Esta política es contraria a lo que recomienda el buen juicio. No se puede atender la demanda creciente de una población con mayor ingreso, gracias a los subsidios. El crecimiento del gasto público es insostenible: se multiplicó por cinco a lo largo de los últimos años. Las oportunidades de inversión son magníficas por la alta demanda, pero el empresario no se arriesga por las amenazas, controles y coacciones del gobierno. Como no hay producción y aumenta la demanda, sube la inflación. Los costos aumentan, los rendimientos disminuyen, los precios van al alza. No se realizan inversiones para aumentar la producción y atender la demanda. Hubo un aumento del ingreso, que no se ha correspondido con un crecimiento real de la producción. Esto plantea una brecha entre la capacidad de consumo y de producción. Y todo ello, con alta inflación. Ese aumento del ingreso es transitorio, sin base, porque no se sustenta en una contribución real de los subsidiados al producto nacional. Ahora hay más pobres que antes. Los subsidios mantienen en la pobreza al pobre. No lo sacan de la pobreza. Si aumenta o no la pobreza, depende del concepto que tengamos y de la medición que apliquemos. Superar la pobreza no significa únicamente que la gente tenga más dinero para gastar, sino que también pueda sostenerse con sus propios medios. El ser subsidiado de manera transitoria y aleatoria no lo emancipa de la pobreza. El control de precios no considera la realidad del mercado: se fijan precios inferiores al costo. Los nuevos corruptos son adictos al gobierno. En ellos incluyo a empresarios, funcionarios y políticos que reciben contratos, prebendas y beneficios en proporciones mucho mayores que en el pasado. Con la circunstancia de que no hacen nada por el país.”
A pesar de varias diferencias, por momentos el lector pudo haber imaginado que se trataba de un ex director del Banco Central de Argentina. No lo es. Las declaraciones corresponden a Domingo Maza Zavala, doctorado en Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad Central de Venezuela, director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, presidente del Colegio de Economistas y la voz económica más autorizada de Venezuela.
La situación venezolana no es comparable a la argentina, pero resulta un buen ejemplo para no imitar lo que produce el exceso de intervención del Estado en la producción. En un reciente reportaje al diario La Vanguardia de Barcelona, Domingo Maza Zavala agregó:
—¿Cómo enfrenta el gobierno la escasez de alimentos?
—Se intenta paliar con la importación. Pero, ¿qué haremos cuando escaseen las divisas? No creo que a corto plazo pueda ocurrir un estallido social, pero si la escasez se prolonga, se acentúa, como todo parece indicar, la defensa natural del ciudadano, por mera subsistencia, puede provocar un estallido. Recuperar la capacidad de producción no se consigue de la noche a la mañana. El propio ministro de Agricultura ha dicho que para que haya un equilibrio alimentario se requieren siete u ocho años.
—¿El Estado podrá mantener tantos subsidios?
—Mientras el precio del petróleo siga con precios muy altos. Si el crudo llegara a 70 dólares el barril, un precio razonable y posible, no podría sostenerse el Estado. Si tuviéramos una capacidad de producción de más de 3.400.000 barriles de petróleo al día, como en el pasado, podríamos estabilizar la economía. Pero no la poseemos. El paro general de diciembre de 2002 y enero de 2003 causó mucho daño a la compañía estatal petrolera PDVSA en instalaciones y pozos, que se agravó con el despido del 40 por ciento del personal más cualificado, técnicamente más preparado y con mayor experiencia. Además, a la industria petrolera se la ha cargado con tareas que no le corresponden: proyectos sociales y económicos, compra y venta de alimentos, servicios de salud. PDVSA financia la nacionalización de empresas. Todas esas funciones que asume ponen de relieve la incapacidad administrativa del gobierno. Esas tareas corresponden a organismos del gobierno, no a una petrolera. El gobierno no es competente para gestionar. Cree que PDVSA es capaz de resolverlo todo, lo cual es un grave error. PDVSA debe encargarse de producir y vender petróleo en buenas condiciones, lo que no está ocurriendo.
—¿Cuánto petróleo exporta PDVSA?
—Aunque el gobierno dice que sigue produciendo por encima de los 3.300.000 barriles al día, según cifras de la OPEP y de la Comisión Internacional de la Energía su capacidad de producción es de unos 2.500.000 barriles al día. El consumo interno ha aumentado a 800.000 barriles diarios, con la importación masiva de coches. En sólo dos años han entrado medio millón de coches nuevos. Y este año se importarán otros 200.000. El gobierno regala 100.000 barriles diarios a Cuba. ¿Qué nos queda para exportar? Unos 1.700.000 barriles diarios. A 70 dólares, serían 43.400 millones de dólares al año. En 2007 nos gastamos en importaciones 44.000 millones de dólares. Y en importaciones indirectas, otros 6.000 millones. Este año, no bajarán de los 50.000 millones de dólares. Si añadimos el servicio de la deuda externa, con el petróleo a 70 dólares no se podrían afrontar los pagos. ¿De dónde saldría lo restante, entonces? De las reservas de divisas, que ascienden a 33.000 millones de dólares. Las reservas operativas para el pago día a día al exterior no llegan a 25.000 millones: alcanzan sólo para seis meses de importaciones. La deuda es de unos 67.000 millones de dólares.
—¿La empresa privada podrá sobrevivir?
—Lo más difícil de cambiar en una sociedad es la mentalidad. La mentalidad del venezolano sigue siendo individualista, busca su propio bienestar. Como todo el mundo, aspira a su casita, a su coche, a un buen empleo… Eso no es socialismo. Aquí no es posible implantar un régimen como el cubano. El régimen castrista no encaja en la mentalidad del venezolano. La gente aspira a ascender, a mejorar su vida.
—¿La llamada revolución bolivariana no ha hecho algo positivo?
—En primer lugar, el término revolución no es aplicable. Lo que ha hecho el presidente Hugo Chávez en Venezuela no es una revolución. Una revolución significa un cambio profundo en las estructuras económicas, en los valores, en las instituciones, en el comportamiento y en la mentalidad de la gente. Eso no ha ocurrido. La estructura económica sigue siendo la misma. Tenemos una economía de mercado mixta, en la que el Estado tiene preponderancia porque maneja el negocio petrolero, base de la economía nacional. Y ahora más que ayer, porque dependemos más que nunca del petróleo. La economía es menos diversificada.
—¿Qué pasaría si baja el precio del petróleo?
—Los pobres serían más pobres que antes. Su subsistencia queda en el aire. Esa forma de repartir los ingresos petroleros, sin organización, sin un plan para aprovechar la bonanza transitoria, no convierte a los subsidiados en productores, trabajadores, consumidores. A la gente le han metido en la cabeza la creencia de que Venezuela es un país rico.
—Con Hugo Chávez en el poder, usted estuvo más de siete años al frente del Banco Central de Venezuela. ¿El presidente respetaba su autonomía?
—Con Chávez, el Banco Central ha perdido autonomía por la vía de los hechos y legalmente. Antes de la reforma de la Ley del Banco Central de 2005, el Banco Central tenía plena autoridad sobre las reservas monetarias internacionales. Era el receptor único de las divisas petroleras. Y tenía la prohibición legal de darle crédito al gobierno. Después de la reforma, esas reservas internacionales ya no son del dominio único del BCV, sino que están sometidas a una restricción. Cuando se llega a cierta cantidad, llamado nivel adecuado de reservas, lo que se considera dinero excedente debe ir a una institución del gobierno venezolano, llamado FONDEN (Fondo de Desarrollo Nacional.