El 21F fue el acto más contundente contra la administración Cambiemos en algo más de dos años. Copó la 9 Julio, haciendo uso y abuso del andamiaje de movilización de algunas estructuras sindicales (no todas) y sociales. Sin paro de transporte. Y sin incidentes.
Hugo Moyano criticó duro al Gobierno por sus políticas sociales y económicas. Aunque pidió que no se insultara al presidente Mauricio Macri. Y tampoco redobló la apuesta, al evitar el llamado a una huelga general, una herramienta a la que suele apelar el sindicalismo cuando decide pintarse la cara.
Moyano mostró hace un rato que aún es un jugador de peso a la hora de la protesta. Pero también tomó nota de sus límites:
1. La Justicia : “No tengo miedo de ir preso”.
2. Otros gremios, que no lo acompañaron.
3. Un aumento del malhumor social, que empeoró pero todavía no es suficiente para que Moyano y los de siempre decidan ir a fondo contra el Gobierno.