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Mucho más que un partido que puede definir el campeón

Se enfrentan desde las 18.30 en Racing, por la segunda fecha del triangular para definir el Apertura. Un triunfo de San Lorenzo le dará automáticamente el título, mientras que si empatan o gana Boca, el ganador del torneo se definirá el martes con el choque entre los de Ischia y Tigre, que de acuerdo con el resultado de hoy puede llegar con chances o eliminado.

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Si uno revisa el paupérrimo minitorneo argentino, va a encontrarse con que San Lorenzo fue el que tuvo el andar más parejo durante un lapso más extenso. Acaso por esto, y porque al revisar encontramos con que los mejores momentos de fútbol los entregó el Ciclón, es que la victoria sobre Tigre –aplastante táctica y estratégicamente en el primer tiempo– fue totalmente lógica. Más allá de que Tigre le había ganado en la ya lejana primera fecha, San Lorenzo es mucho más que Tigre, que redondeó una gran campaña, aunque el dato sea circunstancial. Con una puesta normal de River, Racing o Independiente o una campaña sin distracciones internacionales de Estudiantes o su Lanús se hubiera despertado antes, el Matador habría quedado relegado a un quinto o sexto puesto.
Es complicado hacer estas especulaciones, porque lo único que cuenta es lo que pasó y no lo que pudo haber pasado, pero cuando termina un certamen –aún uno reducido y sin brillo como este Apertura ’08–, el balance sale naturalmente. Y la verdad es que el periodismo exageró mucho la campaña de Tigre. No en cuanto a los números, eso es irrefutable. Sí desde lo táctico. Se dijo que los de Cagna jugaban “al toque” (¿?), que llenaban los ojos. Salvo a Lanús y a Huracán (a quienes despachó con sendos 3-0), no tuvo actuaciones que justificaran semejantes definiciones, aún cuando su llegada a esta instancia es harto meritoria.
Tuvo grandes resultados, eso sí. Basta con recordar el triunfo en la cancha de San Lorenzo o el 3-2 a Boca en la Bombonera. Pero su juego distó mucho de ser lo que nos decían todo el tiempo. Cuando hubo que dar el salto, cayó sin atenuantes. El 1-2 sufrido el último miércoles pudo y debió haber sido mayor en contra, si Saúl Laverni hubiese aplicado correctamente el reglamento y no “sacara” el partido, como suele hacer.
Esa victoria puso a San Lorenzo como favorito ante Boca. Es otra exageración, porque quien está enfrente es Boca. Y esto no es un lugar común, no es el habitual “hacé un anuncio parejo que anime a los dos” que habitualmente se lee en los diarios. Hace un mes y medio, Boca le ganó a San Lorenzo con una claridad mayor a la que indica el 1-0 final. Aquella tarde del 2 de noviembre, Carlos Ischia presentó una formación bastante parecida a la que saldrá hoy en Avellaneda: de aquellos titulares, hoy no estarán Paletta (lesionado), Roncaglia y Pablo Mouche; hoy, en sus lugares estarán Forlín, Morel Rodríguez, aquella vez lesionado y Luciano Figueroa, respectivamente. Justamente, el hecho de que Figueroa haya encontrado el gol es lo que hace que Boca sueñe con ganar. Es claro que si Riquelme tiene un receptor visible y familiar, Boca generará (sobre todo en el primer tiempo, que es cuando Román suele estar mejor físicamente) varias situaciones de gol, como el domingo pasado, cuando le metió tres goles a Colón en menos de media hora.
Riquelme está sin pretemporada y esto lo siente cuando el partido avanza, mucho más en estos días de calor insoportable. Y en cuanto Román se aleja de su máximo rendimiento, a Boca se le hace cuesta arriba manejar la pelota y, por ende, el partido, como lo terminó sufriendo ante el mismo Colón, que lo tuvo a tiro de empate. Y cuando pierde la pelota y la maneja el rival, sufre. Roncaglia y Forlín son dos proyectos más que interesantes y, seguramente, el pibe Javier García juntará la cantidad suficiente de partidos en Primera para afirmarse, pero hoy son pibes que tuvieron que salir a ponerse la azul y oro y la realidad los pone frente a la pelea por un título. Y, como no tienen demasiada experiencia, son irregulares. Forlín tiene una clase que asombra, pero muchas veces pierde la marca y a Boca se le vienen encima los delanteros rivales con asombrosa soledad.
Para colmo, Julio César Cáceres también tiene como fuerte el timming, pero no la marca férrea; así que cada pelota cruzada que llega sobre el área propia suele ser un calvario. García todavía no está maduro y, para un arquero, tener dudas en sus dominios es fatal. Colón lo perdonó un par de veces, pero San Lorenzo tiene otra jerarquía y puede aprovechar esos titubeos.
Boca deberá afirmarse en la mitad de la cancha, ahí donde Sebastián Battaglia se convirtió en uno de los mejores jugadores del torneo. Battaglia, Vargas y hasta Dátolo (a quien alguna vez habrá que reconocerle en serio su capacidad táctica y técnica) deberán ser muy cuidadosos con la pelota y estar siempre cerca para ser descarga de Riquelme. Es una excelente manera de evitar que San Lorenzo lastime. Será el duelo más interesante de esta final. El 4-4-2 elástico de San Lorenzo –con el enorme criterio de Cristian Ledesma y el fútbol imprevisible de Pitu Barrientos– contra el 4-3-1-2 un poco más rígido de Boca, con Román manejando la pelota y Dátolo rompiendo la inercia por afuera.
El gran mérito de Boca –pese a que su nivel de juego tuvo más altibajos de lo aconsejable– es haberse sobrepuesto a una interminable racha de lesionados. Palermo, Palacio, Paletta, en un momento Ibarra, ahora Morel Rodríguez, las ventajas físicas que dio Riquelme, la decisión de Ischia de prescindir de Caranta, son demasiados imprevistos para tres meses de fútbol. Sumémosle a Roncaglia, Mouche, Noir, Viatri, Gaitán, Fondacaro, todos juveniles, en mayor o menor medida, aparecieron en el primer equipo. Así y todo, el cuadro xeneize está peleando otro título. No es poca cosa.
La cercanía del partido con Tigre hace que a San Lorenzo lo tengamos más presente. Pero, también, la cercanía del partido con Tigre haga que prestemos más atención a su rendimiento físico. Ya sabemos de la capacidad y el temperamento de Orión, del buen nivel que muestra Gastón Aguirre, de la jerarquía del Lobo Ledesma, del potrero del Pitu Barrientos, del recorrido con clase de Solari y de la dupla ofensiva Bergessio- Silvera, temible como ninguna.
El tema es que hoy, en la cancha de Racing, la pelota va empezar a moverse a las 18.30. Allí, todo esto podrá caer en saco roto. A esa hora y en ese estadio, van a verse las caras San Lorenzo y Boca, en la búsqueda apasionada de un nuevo campeón.