Transcurrió un año de esa manifestación en que toda la ciudadanía, sin distinción de edad, sexo, ni otra diferencia, se congregó en la plaza del congreso de Buenos Aires y en todas las plazas principales de las ciudades del país para decir ni una menos. A un año de ese histórico momento, volvimos a congregarnos bajo el mismo lema, porque sabemos que nada cambia de un momento a otro pero las mujeres y niñas siguen muriendo y no lo podemos permitir más. Debemos seguir reclamando justicia. El último femicidio que nos conmocionó fue el de Micaela, la niña de 12 años de Bahía Blanca que apareció muerta en un baldío, a casi un mes de su desaparición. ¡Cuántas Micaelas tuvimos y tenemos todos los días!
Y a las Micaelas se suman las Belén, la joven presa desde hace más de dos años desde que profesionales de un hospital de Tucumán la denunciaron mientras era atendida por un aborto espontáneo. Los profesionales quebraron el secreto profesional y, en forma infundada, le atribuyeron a ella un feto que encontraron muerto en un baño. Sin hacer las pruebas necesarias para certificar si el feto era o no suyo, la justicia pide condenarla a 8 años por homicidio agravado por el vínculo. Esto es violencia obstétrica, descripta en la ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en todos los ámbitos, sancionada en el 2009. Es un claro ejemplo de violación a los derechos de una mujer, a quien se la penaliza mientras quienes violaron el secreto profesional no son ni siquiera apercibidos.
Frente a esta injusticia, nos preguntamos dónde está la justicia. ¿Es posible creer en una justicia ciega y sorda a los clamores de una mujer inocente denunciada sin fundamentos? Belén no es la única mujer en el país perseguida y criminalizada cuando corre riesgo su salud o su vida. Por eso, también pedimos que se debata sobre la despenalización del aborto en el Congreso y se acabe con la criminalización de mujeres y adolescentes.
Este 3 de junio salimos nuevamente a decir basta y a pedir que se cambien conductas y prácticas que fomentan o permiten la desvalorización de mujeres y niñas. Porque esa desigualdad entre hombres y mujeres es lo que alimenta la violencia y la humillación de las mujeres, por el solo hecho de ser mujeres.
Exigimos que se acabe la impunidad y que los femicidas no salgan libres, ni puedan tener la patria potestad de los hijos a los que dejaron huérfanos de madre. Pedimos que las mujeres tengan acceso a patrocinio jurídico gratuito y que el personal de las fuerzas de seguridad y de la justicia entienda y sepa cómo atender estos casos. Nos manifestamos para que las mujeres no mueran ni enfermen más por la violencia de género.
El plan nacional contra la violencia, que es esperamos el Consejo Nacional de las Mujeres presente a la brevedad, debe tener incorporados estos y otros aspectos. Pero sabemos que el plan no será garantía de acabar con la violencia si no hay campañas, gubernamentales o no, para desnaturalizar la violencia de género y promover profundos cambios culturales hacia la igualdad de géneros.
Toda la sociedad y cada persona tenemos que ser ejecutores de estos principios. No tenemos más tiempo que perder, es hora de actuar. Por eso el "Ni Una Menos" de este año es un llamado de atención para las autoridades gubernamentales, para los medios de comunicación, para la justicia, para las fuerzas de seguridad, para los servicios de salud y de atención de las mujeres sobrevivientes de la violencia, y para todos y todas. Una vez más, exigimos basta de impunidad y de mujeres que sufren, se enferman y mueren solo por ser mujeres.
*Presidenta de FEIM.