Conectados a lo digital y desconectados de lo terrenal. Cercanía virtual y lejanía humana. Seguridad en el aislamiento social y temor al contacto humano.
Lo seguro y tangible se tornó en inasible. Categorías de tiempo y espacio libradas a la ciencia. ¿Sólo la vacuna será la salida de esta pandemia?
En un abrir y cerrar de ojos, nuestros mundos se redujeron a cuatro paredes. Más allá de los muros, las fronteras que delimitan el espacio de lo público y privado se tornaron en paredones difíciles de franquear.
Hace pocas semanas los gobiernos determinaban límites para el ejercicio de libertades individuales. Ahora, en la mayoría de los países que abordan distintas instancias en la fase de la cuarentena, son los pueblos quienes escriben recorridos. Ciudadanos atravesados por el imperativo categórico moral que los describe a sí mismos como compelidos a actuar de tal o cual forma con las consecuencias que ello acarrea. Ya no es el ejercicio del monopolio estatal, sino sus propias conciencias las que normativizan el actuar diario. El ejercicio de la responsabilidad social también da cuenta de la exigencia en el tinte de la madurez cívica.
En estos momentos se están ponderando los despojos de guerra que dejó esta pandemia. El esplendor del sistema capitalista está en tu fase de ocaso. La globalización cuestionada. La integración regional pendiendo de un hilo y los Estados Nación atrincherados en una epopeya: salvar vidas. Hay otros decesos. Muertes productivas. Empresas, PyMEs e inversiones que quedaron en el camino.
En la sesión de clausura del Congreso Nacional de Filosofía celebrado en Mendoza en 1949, el General Juan Domingo Perón pronuncia un discurso que luego se daría a conocer como parte de La Comunidad Organizada. Preocupado por un mundo plagado de contradicciones donde ni siquiera el progreso técnico y material conllevaba al escenario del avance de la moral humana. Por el contrario, los enfrentamientos entre dos cosmovisiones ideologías que concebían al hombre desde una perspectiva diversa no eran capaces de consumar la verdadera expectativa que cada uno abraza: la realización humana.
Capitalismo y comunismo, ambos promoviendo valores opuestos. Individualismo, egoísmo, exacerbado mercado versus sector estatal elefantiásico que anula las múltiples posibilidades de desarrollo individual bajo el ley motiv del ideal colectivo.
El Peronismo, bandera del espíritu de la Tercera Posición propone un vínculo armónico entre Estado y comunidad, entre comunidad e individuo. ¿Cómo se perfecciona el yo en el nosotros? La llave es la koinonía.
Aquí lejos de condenar al capitalismo o al comunismo, se pone de manifiesto el tapete del odio, de lo belicoso, la utilización del enfrentamiento para reivindicar intereses alejados de la colectividad de valores arropados por la koinonía.
La libertad no se concibe sin una base ética la cual culmina manifiesta en la política. De lo que se sigue un sendero para la realización ética: superar el egoísmo.
La polis es definida como la comunidad suprema que comprende a todas las demás. Toda comunidad está constituida en pos de algún bien. La polis en tanto comunidad suprema debe estar construida en vista del bien supremo. ¿Qué tiene de especial la polis? Se trata de una asociación ligada a través de la koinonía, una vida común.
En palabras de Aristóteles: “La polis es la comunidad de familias y de aldeas en una vida perfecta y autosuficiente. Y ésta es, como decimos, la vida feliz y bella”. Así, el fin de la ciudad es el vivir bien. La polis es entonces la comunidad perfecta.
Perón resalta de Aristóteles la vocación política del hombre, un sentido de orden en la vida común. “La idea platoniana de que el hombre y la colectividad a que pertenece se hallan en una integración recíproca irresistible se nos antoja fundamental”. Continúa en La Comunidad Organizada: “No debemos predicar y realizar un evangelio de justicia y de progreso, es preciso que fundemos su verificación en la superación individual como premisa de la superación colectiva. Los rencores y los odios que hoy soplan en el mundo, desatados entre los pueblos y entre los hermanos, son el resultado lógico, no de un itinerario cósmico de carácter fatal, sino de una larga prédica contra el amor. Ese amor que procede del conocimiento de sí mismo e, inmediatamente, de la comprensión y la aceptación de los motivos ajenos.”
¿Cuál es el nivel de armonía al que aspira el Peronismo? Alcanzar la plenitud misma de la existencia del ser humano donde la educación juega un rol fundamental para tal fin. Adiciona al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, la necesidad de que ese “nosotros” se realice y perfeccione por el yo. Se concibe la libertad en tanto “coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable”.
La Covid-19 abre desafíos enormes para la dirigencia política. La vocación política del ciudadano facilita una reforma en el ejercicio de los derechos políticos. Hoy, temas como el teletrabajo y el aula virtual ya están instalados. De la misma manera, instancias digitales de participación ciudadana cobran una nueva dimensionalidad que permiten repensar hoy el rol de los argentinos en tanto grado de involucramiento en la cosa pública. Tal como reza el artículo 40 de la Constitución Nacional: “El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a consulta popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su promulgación será automática”.
Los mundos más pequeños que se avizoran en las relaciones interpersonales redefinidas, que se detectan en el mundo laboral digital, en la educación postulan nuevos mecanismos de acercamiento a la política. Claro que el impulso se dio desde una coyuntura que excede los límites tradicionales de los Estados modernos. Ese desafío es el guante que ya despertó a gran parte de la ciudadanía.
¿Por qué no vivificar el espíritu de armonía que tanto resaltaba Perón con el protagonismo de los pueblos? “Si la felicidad es el objetivo máximo, y su maximación una de las finalidades centrales del afán general, se hace visible que unos han hallado medios y recursos para procurársela y que otros no la han poseído nunca. Aquéllos han tratado de retener indefinidamente esa condición privilegiada, y ello ha conducido al desquiciamiento motivado por la acción reivindicativa, no siempre pacífica, de los peor dotados. El egoísmo estaba destinado, acaso por designio providencial, a transformarse en motor de una agitada edad humana”.
El egoísmo en tanto valor negacionista del nosotros, de la comunidad de valores, de la cosmovisión pacífica que conlleva una visión ética de la vida es como un fuego que se apaga a partir del despertar de toda vocación política que hay en el ser humano. Todo ello bajo la comprensión de la importancia que denota el protagonismo vivencial del presente como Nación.
Volver a esa polis de realización individual, familiar, social resignificando la política. Porque somos el pueblo. Somos la Patria. Somos Argentina.
* Analista Política. Magister en Relaciones Internacionales Europa – América Latina (Università di Bologna). Abogada, Politóloga y Socióloga (UBA). Twitter: @GretelLedo