El quiebre de los patrones tradicionales de comercio bajo la tiranía de una pandemia global ha suscitado movimientos en las placas tectónicas de los paradigmas vigentes.
La interdependencia en tela de juicio indaga en el fuero íntimo de cada Estado Nación abriendo una mesa de debates que, de por sí tiene como principal aliado al desarrollo del mercado interno.
Si la especialidad productiva y los nichos rotulados eran la fortaleza en un mundo donde se daban por sentado los intercambios comerciales con afluencia desmedida; hoy, esos presupuestos están siendo cuestionados.
Como una gran telaraña concéntrica que acapara a sus víctimas pavonea al mismo tiempo, fortaleza y fragilidad. El control absoluto en la detención de movimientos para quien caiga en sus redes arroja esencia de gobierno del anfitrión en tanto el mínimo ataque del exterior tira por la borda la construcción arquitectónica de poder y dominio. Por dentro, control; por fuera, amenaza.
Así se respira hoy el encuadre comercial mundial. Atrapados en una maraña que nosotros mismos tejimos con los silencios permisivos, con la aceptación de pactos globales, nos encuentra como Nación ante el desafío de permanecer y no comprender los cambios, o bien abandonar y barajar de nuevo.
Coronavirus: la innovación y la empatía como resguardo
¿Abandono de qué? ¿permanecer dónde? Sistema global con base en la integración económica. Pero, ¿cuál es el precio?
En la construcción de un proceso de integración, existe una puja constante entre detentar poder o ceder. Así, los Estados son actores fundamentales y poderosos al inicio de una negociación pero, a medida que evoluciona la gestación del proceso, cobran un rol esencial las instituciones regionales y los actores transnacionales.
El costo de oportunidad es la renuncia a un determinado bien en pos de adquirir otro mayor. Nos dijeron que seríamos más libres, nos dijeron que la especialidad es la llave para ser parte en la diversidad comercial. Algo ingresó en la telaraña y desestabilizó el “orden económico global”. El COVID-19 se auto rotula como la puerta de entrada hacia un mundo inverso. El aislamiento social en tanto privación de la libertad trajo consigo al estilo polizón a bordo, aislamiento económico global. Salidas de emergencia y planos de evacuación no se habían previsto.
Pandemia y oportunidades, o riesgos "positivos"
Hoy, el espejo del coronavirus refleja las sombras almáticas del encierro. Con ello los replanteos del modus operandi global con el que venía funcionando en piloto automático la economía internacional.
En Delfos se daban cita todos las polis griegas del continente, islasy Asia Menor. Delfos, ombligo del mundo; centro geográfico, político y espiritual. Delfos, oráculo de la Antigua Grecia. Los artífices de universalizar y hacer propio el concepto fueron los romanos.Roma, centro de estrategias bélicas, emporio para los debates políticos y filosóficos con foco en la expansión del Imperio. El objetivo: trasmutar la ciudad en una capital del mundo conocido para alcanzar el tan mentado Umbilicus Urbis Romae.
Hablemos de coronavirus, en su justa medida y armoniosamente
La centralidad puede proporcionar seguridad. Toda vez que se tambalea la esencia misma de un ente, se torna en complejo el recorrido hacia las expectativas por el simple hecho que se desconoce el punto de partida.
“De un mismo manantial no puede brotar a la vez agua dulce y agua amarga” (Santiago 3:11). Pretender inmovilizar el concepto de interdependencia con resultados promisorios para cada uno de los actores del tablero es una utopía.
La nueva grieta, ahora de la mano de la educación
Las Naciones en una misma telaraña como dóciles cuerpos al libre albedrío del hegemón: el sistema económico mundial. El coronavirus demostró alcanzar el pedestal de amenaza externa menos impensable. Llegó a elevar a discusión categorías nunca antes discutidas con la preocupación que hoy aqueja a la humanidad toda:la desglobalización y las medidas de dependencia recíprocas.
