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FUTBOL PARA TODOS: NEGOCIO, PELEAS, CAMBIOS Y UN AROMA A FUTURO CODIFICADO

Niembro, Tupac Amaru y el tironeo por la torta

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“Cuando uno tiene demasiada riqueza a su disposición, resulta imposible hacer una obra de arte. Ni siquiera una obra.”

Salvador Dalí (1904-1989), reporteado por la revista “L’Express” en 1971

 

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La prensa quería saber por qué José Angel Mantequilla Nápoles –fantástico campeón welter nacido en Cuba y nacionalizado mexicano– se arriesgaba peleando con Carlos Monzón, un mediano más alto, más pesado y más fuerte que él. “¿Lo haces por el honor Mantequilla? ¿La raza, el orgullo, tus dos patrias?”. Nápoles sonrió y dijo: “Nada de eso. ¡Lo hago por esos adorables billetitos verdes!”. Sobre el ring fue masacrado por Monzón hasta que, con la cara marcada y el alma rota, abandonó antes del séptimo, con el consuelo de no haber ido a la lona. Cortázar, que no se perdió detalle desde su ring side, inmortalizaría la velada en su cuento La noche de Mantequilla.
Billetitos verdes. El Maromero Páez, mexicano de boxeo tosco y alma de clown, dijo alguna vez, luego de una pelea espantosa: “Sé que no fue un buen espectáculo para mi querido público, pero bueno… Ellos ya pagaron su boleto, así que ¡ni modo!”.

La fascinación por el cash es un clásico aspiracional, objetivo único para arribistas o ricos flamantes. Los dueños de grandes fortunas actúan diferente. Amalita Fortabat, por ejemplo, reporteada por la revista Vanity Fair en los años 90, se sinceró: “¿Mi relación con el dinero? ¿Los billetes, quiere decir? Ninguna. Ni los conozco. Mire, hace unos años llegué con mi avión a Aeroparque y mi chofer no había llegado porque tuvo un problema con el auto. Estaba sola, no quise esperar y fui a la torre de control a pedir prestado para pagar un remise. ¿Puede creerlo? Fue divertido ver la cara de esa gente que me dio lo suficiente como para llegar a casa”. “¿Piensa dedicarse a la política?”, le preguntaron. Filosa como un puñal, respondió: “No creo. Yo siempre he sido partidaria del poder real”. Clarísimo.
El poder real. Los que ponen y sacan presidentes. Los dueños de la verdad. Porque, como afirma Foucault, la verdad siempre la impone el poder. Un poder que se sostiene con dinero. Mucho.

Tanto como el que el Estado destinó al proyecto Fútbol para Todos. El año pasado se le giraron a la AFA 1.440 millones –el 74% de sus ingresos–, menos que los 1.900 millones presupuestados para este año y mucho más que los escuálidos 600 millones acordados en el contrato original de 2009, deglutidos por la inflación y la caja sin fondo de los clubes.

El idea del gobierno K de convertir a la TV Pública en la difusora exclusiva de los grandes fue desestimada por la administración Macri. Mientras continúan con la Santa Limpieza de empleados públicos y pasan a mejor vida los subsidios a los servicios públicos provocando aumentos de, ay, hasta el 500%, nos entretienen con la incertidumbre del reparto y los tironeos para arrancar lo mejor de la torta. ¡Santo Túpac Amaru!

La semana pasada, Fernando Marín, director de FpT, le cedió a Telefe (Telefónica) y Canal 13 (Grupo Clarín) los partidos de los grandes –Boca, River, Racing, Independiente, San Lorenzo–, a cambio de 180 millones de pesos. América, sintiéndose injustamente afuera, amenazó con iniciar acciones legales y se mostró hipercrítica del acuerdo en su pantalla.
Alejandro Fantino, estrella del canal, estalló: “Debo pensar que Macri no está al tanto del desaguisado en que lo está metiendo Marín. Si arrancan así, en dos años vuelve Torneos y se queda con todo, ¡Hay que pararlos ahora! Esos 180 millones para tener a los grandes es un robo, una vergüenza, un regalo a los ricos. Con precios de mercado de publicidad, se recupera el triple. ¿Qué números manejás, Marín? Lo que es del Estado debe ser licitado. ¡No se puede dar por adjudicación directa! Marín se cree el dueño del negocio. Lo que hizo fue ilegal”.

Por culpa, orden superior o vaya uno a saber, Marín dio marcha atrás y, luego de una reunión con directivos, se acordó –sin licitación, por cierto– la incorporación de América al acuerdo. La cifra –aquellos 180– no se modificó y será repartida entre los tres. ¡Bravo! Tal vez la reparación de la injusticia haya calmado la excitación psicomotriz de Fantino. Ojalá.
¿El Nacional B? Lo tenía en el buche TyC Sports pero algo falló y, de manera provisoria, algunos partidos serán transmitidos por la antes defenestrada señal DeporTV. ¿La Primera B y la Copa Argentina? Nada se sabe. Después, verán. ¡Todo bajo control, compatriotas!  

Los canales juran que el acuerdo no es rentable: “Todos iremos a pérdida, pero igual aceptamos. Sabemos que el que se queda atrás se pierde lo que se viene”. Glup. Todos creen lo mismo: más temprano que tarde, volverá el codificado. Y confirmará la sentencia del célebre profeta Niembro: “¡El que quiera ver fútbol gratis que se vaya a Cuba!”. Alea jacta est!   
Mientras el eximio flotador Luis Segura se las arregla para ser nombrado miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, la jueza Servini de Cubría sigue investigando el destino de 50 millones de pesos librados en 300 cheques a 90 y 120 días, que habrían sido canjeados en cuevas financieras a una tasa del 40%, o más. La “AFA rica con clubes pobres” es historia. En Viamonte no hay un centavo.

“La AFA benefactora se acabó”, dice, a tono con los nuevos tiempos, Matías Lammens. Que además anunció que el Estado se hará cargo de la seguridad en todas las categorías, pagará a la policía y se encargará de que se aplique rigurosamente el derecho de admisión.
¿Funcionará, pese a la evidente relación de los barras con punteros políticos a quienes les arman actos políticos, con seguridad incluida? No será fácil. Porque, como nos advierte Nietzsche: “Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. ¿Y qué vería, entonces?

Mmm… Hasta el mismísimo retrato de Dorian Gray se aterraría, muchachos.