COLUMNISTAS
Otra palida tarea de la seleccion

No es buen programa

La Selección argentina del pálido triunfo en El Cairo le importa a muy poca gente. El canal oficial del fútbol argentino lo televisó en directo a las tres de la tarde de un día laboral y en pleno conflicto del campo con el Gobierno. Pero después lo repitió a la noche, como se hacía en los tiempos de Mario Kempes, del Pato Fillol y de Diego Maradona. Y tampoco dio resultado. Hace ya un tiempo que ver a la Selección no es un buen programa para juntarse con amigos, pedir una pizza, un par de cervezas y gozar o sufrir.

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La Selección argentina del pálido triunfo en El Cairo le importa a muy poca gente. El canal oficial del fútbol argentino lo televisó en directo a las tres de la tarde de un día laboral y en pleno conflicto del campo con el Gobierno. Pero después lo repitió a la noche, como se hacía en los tiempos de Mario Kempes, del Pato Fillol y de Diego Maradona. Y tampoco dio resultado. Hace ya un tiempo que ver a la Selección no es un buen programa para juntarse con amigos, pedir una pizza, un par de cervezas y gozar o sufrir. Casi es preferible ver algún partido de la Copa Libertadores en el que esté involucrado algún equipo de los nuestros o las principales ligas de Europa. Nos van a mantener despiertos más tiempo.
Hay muchas razones, aunque la principal es la pésima elección de los rivales. Egipto será el campeón de Africa, pero está a años luz de la competencia grande. Alfio Basile dijo antes del partido que “Egipto es un muy buen equipo sin marketing”. No seremos mejores sobredimensionando a los rivales. Sin embargo, cuando Agüero metió el primer gol –resultado de un pelotazo lejano que el Kun resolvió con inmensa jerarquía– el que jugaba mejor era el equipo local. Abbondanzieri se había quedado con un remate de un delantero rival en la boca del arco, los africanos manejaban la pelota con prolijidad y el partido se jugaba muy cerca del arco argentino.
La actitud posterior es la que espanta a los futboleros: esa postura ridícula de tener la pelota para nada, esa franela interminable para cuidar un 1-0 ante Egipto en un amistoso. La gente se aburre, porque va a buscar al Gago del Madrid, al Cruz del Inter, al Mascherano del Liverpool, al Zanetti italiano, y encuentra un grupo de jugadores que sólo se calientan las piernas con intrascendentes toques laterales. Encima, lo peor viene después, cuando Basile dice “estamos conformes” o “ganamos por la magia de las pirámides”. Pero de por qué el equipo no tiene cambio de ritmo o si le gustó el 4-4-2 inicial, ni una palabra. Y si se pregunta, por ahí el Panadero Díaz se enoja y dice algo inconveniente. O aparece el canal oficial del fútbol y lo ensalza: “¡Qué buen segundo tiempo, Coco!”, y Basile responde: “Sí, bárbaro”. Olvídense de los análisis, pero también, olvídense de que la gente los siga o se interese por sus partidos.
Los hinchas, que también están hartos de algunos nombres que ya no deberíamos ni recordar, ven que no se trabaja como corresponde. Justamente, la presencia de Lucho González es la resultante de las largas vacaciones de Basile. No fue capaz de generarle un plan B a Riquelme, de generar un futbolista (en la Argentina o en el exterior) que haga lo que se le pidió a Lucho pero bien. Prefirió recurrir a un jugador de probada (y desaprobada) participación. Arrancó de volante lateral, después fue de enganche. No rindió en ningún lado, como cada vez que juega en la Selección.
Los muchachos que se juntan en los bares no son estúpidos. Saben que jugar contra Egipto sin Tevez, Messi ni Milito no es un partido para pelearse con el jefe y lograr salir más temprano del trabajo. Sin entrar en discusiones tácticas o de métodos de trabajo, basta recordar que la Selección de Bielsa jugó amistosos contra Italia, Alemania, España e Inglaterra de visitante. Aunque con el Loco, los amistosos habían empezado a ser contra Japón y Gales. Algo pasó y nadie explica nada, salvo que la AFA ya cobró 18 millones de dólares. Este dinero no fue repartido entre los clubes, como algún ingenuo pensó cuando se firmó el convenio con la empresa Renova.
O sea, el fútbol argentino en su conjunto ve un bodrio detrás del otro, el periodismo oficial dice que está bárbaro, y la realidad es que jugamos contra Egipto, Guatemala, Bielorrusia y Jamaica, y los clubes –que deberían ser los principales beneficiarios de este contrato absurdo– siguen con una mano atrás y otra adelante.
El verso de que “la Selección del Coco” se acerca a la gente “por su manera de jugar” no se lo cree nadie. Al 70 por ciento de nuestra población futbolera no le interesa la Selección.
Es una mezcla de todo, de rivales sin jerarquía y de un equipo que, sin motivaciones (esperemos que sólo sea por esto), juega horrible. Cuidar el resultado contra Egipto tocando para atrás, no meter ningún cambio hasta tanto el resultado esté favorable (no se vio a Lavezzi ni a Zabaleta, por ejemplo), ver al Panadero Díaz con talco en su bolsillo derecho peleándose con un camarógrafo porque “me enfocás” da mucha pena.
Esa camiseta celeste y blanca merece el apoyo de toda la patria futbolera, jugando grandes partidos contra rivales que cumplan requisitos básicos para ponerse enfrente.
Pero la culpa del desinterés general no la tiene la gente. Eso está claro.