La alternancia política en Argentina nuevamente cambia la orientación de la política exterior. Adherir a la Franja y la Ruta implicaría para el presidente Alberto Fernández diferenciarse de la política exterior del gobierno de Mauricio Macri y aproximarse a China. Ahora bien, ¿para qué firmar el memorándum de entendimiento sobre la Franja y la Ruta?
Una decisión de este tipo debe tener en cuenta la oportunidad, habida cuenta que Argentina afronta el proceso de reestructuración de su deuda externa. Debe considerarse que China está en una posición de espera, es sumamente pragmática en su diplomacia, y es campeona en aprovechar las oportunidades que le brinda el sistema internacional.
Los países beneficiados de la relación comercial con China vieron la necesidad imperiosa de adherir a la Franja y la Ruta, a fin de mantener la transferencia de divisas vía superávit comercial. Chile o Uruguay son economías que rápidamente han firmado memorándums de entendimiento de adhesión al megaproyecto chino. También otras economías altamente dependientes de China, como Venezuela o Ecuador, lo hicieron. Otros, como México, parecen estar lejos de la Iniciativa. Argentina está a medio camino, producto de ser el gran perdedor de América del Sur en la relación con China.
El llamado “modelo Chile” sólo provino de aprovechar su relación con China y expandir el comercio al ritmo del crecimiento chino. Argentina es la cara inversa. Sin embargo, cierto nivel de dependencia aparece con los préstamos en infraestructura y swap, aunque debido al bajo nivel de exportaciones, el país no depende comercialmente de China, pese a que la potencia asiática es su segundo socio comercial.
A corto plazo, no existe necesidad de adherir a la Franja y la Ruta, a menos que la contraparte china ofrezca beneficios tangibles al interés comercial. Adherir a la Franja y la Ruta es una decisión que debe ser oportuna y correctamente negociada con la parte China, debiéndose tomar todo el tiempo necesario para revertir problemas que afectan al interés nacional argentino. Es ridículo que un país que exporta alimentos tenga déficit comercial con un gran importador de alimentos como es China. En este aspecto, es necesario revertir la política proteccionista china en materia agrícola, a pesar del lento y beneficioso proceso de apertura que el gobierno chino viene realizado a los productos argentinos.
También, ante la falta de capital, hay que tener precaución y evitar caer en la “trampa de la deuda”, donde la diplomacia de Beijing se asegura la dependencia de nuevos actores a su esfera de poder, más allá del vínculo comercial, ya ampliamente expandido a nivel mundial.
*Sinólogo. Investigador independiente del CONICET y profesor de la UNR