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faltan dos años

Obra y maniobra: la interminable espera de los inéditos de J. D. Salinger un día llegará a su fin

El hijo del escritor fallecido en 2010 visitó España para la conmemoración de los setenta años de la publicación del primer libro de su padre, “Nueve cuentos”, y en rueda de prensa se refirió a la obra que aún sigue sin ser publicada del autor de “El guardián entre el centeno”. Una tarea a la que se encuentra abocado desde hace tiempo y que estima que le tomará dos años más de trabajo de desciframiento. Dos años es poco, pero tratándose de Salinger es una eternidad.

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Salinger. Arriba, el escritor en el ápice de su éxito. Al lado, ya en la vejez, respondiendo con violencia al asedio de un fotógrafo. | cedoc

La novedad literaria es el lanzamiento de una edición de toda la obra del escritor norteamericano Jerome David Salinger (1919-2010), en cuatro tomos, por parte de la española Editorial Alianza. La misma celebra los setenta años de publicación de Nueve cuentos (que contiene el relato “Un día perfecto para el pez banana”), y los sesenta de su última publicación, Levantad, carpinteros, la viga del tejado- Seymour: una introducción. Cada uno de los tomos consiste en el texto escrito por Salinger, sin fotos ni referencia alguna, con un párrafo que remite al motivo: “Por expreso deseo del autor, no está permitido que la editorial aporte en su material promocional ningún tipo de texto adicional, información biográfica, cita o reseña relacionados con esta obra.” Para este homenaje se trasladó a Madrid Matt Salinger, hijo, albacea, agente literario y heredero de los derechos (junto a la última esposa del escritor), quien realizó declaraciones sobre la obra inédita de su padre en una conferencia de prensa.

“Mi padre me lo pidió muy claro: publícalo todo, también lo feo. Estoy trabajando en la transcripción a documento digital de sus trabajos, pero todavía quedan las páginas más largas y las partes más complejas”. Respecto al tiempo en que se conocerán los textos inéditos: “Aún me quedan un año o dos para transcribir todo. Estoy buscando la manera de agilizar este proceso. ¿Llegaré a hacerlo antes de morirme? Espero que sí”.

Salinger hijo también se refirió a que utilizó todo tipo de sistemas informáticos para transcribir y digitalizar miles de páginas que su padre escribió en sus 45 años apartado de todo contacto social; lo hace incluyendo hasta la más mínima anotación, incluso con un software de reconocimiento de voz para el dictado.

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Tal celo por la obra no es casual. A tres años de su muerte, se estrenó un documental con testimonios sobre de J. D. Salinger, producido y dirigido por Shane Salerno, guionista de la saga Avatar de James Cameron. Allí se difundió que existían cinco novelas inéditas de J. D., cuestión que Matt se encargó de desmentir. Como productor de cine y conocedor de los códigos (o falta de ellos) que utiliza Hollywood, en la rueda de prensa recordó: “Cuando Harvey Weinstein me llamó, esperaba que provocara un escándalo público y así él vendería un documental controvertido para que la prensa hiciera el resto del trabajo”.

La obra publicada por J.D. Salinger se limita a su novela El guardián en el centeno, que desde 1951 acumula más de setenta millones de ejemplares vendidos, los dos libros de relatos citados y el preferido del autor: Franny y Zooey, publicado en 1961. En 1965, se fue a vivir a un pueblo montañés llamado Cornish, New Hampshire, a más de 400 km de Nueva York. 

Desde ese momento hasta su muerte, en 2010, eludió tanto al periodismo como todo contacto con el mundo cultural, fundando así una incertidumbre cuasimítica sobre su existencia. 

Contrasta con el aislamiento voluntario del padre que sus dos hijos, Matt y Margaret, abrazaran la actuación profesional con la ineludible exposición mediática que esto acarrea. En el caso del primero con varias películas y series de televisión, entre ellas Dr. House. Es más, casi como un cruce fatídico con el pasado del escritor, en 1990 Matt tuvo el rol protagónico de la primera versión cinematográfica de Capitán América.

En 2000, Margaret publicó El guardián de los sueños (Debate, Madrid), especie de autobiografía centrada en la relación con su padre. Calificada por la crítica como excesiva y rencorosa, en ella explica la pasión del escritor por el hinduismo, la afición a las mujeres jóvenes, así como que en su adolescencia descubrió que su madre no era judía sino católica irlandesa, cuestión que no lo eximió de experimentar el antisemitismo en carne propia. Y, además, que la Segunda Guerra Mundial fue una marca indeleble.

Educado en una academia militar, mimado por una familia sin problemas económicos, visitó Europa antes del conflicto. Por eso, al enrolarse como voluntario, su tarea fue en inteligencia, algo que lo llevó a conocer a Ernest Hemingway en Inglaterra y a participar en el de-sembarco del Día D y en varias batallas terribles, incluyendo la liberación del campo de concentración de Dachau. Terminado el conflicto, continuó como oficial de interrogatorios en el proceso de desnazificación de Alemania. En sí, conoció el horror, tomando testimonios, documentando la crueldad humana en acto.

A raíz de esto sufrió síntomas de estrés postraumático, recibiendo tratamiento psiquiátrico en Nuremberg. Lo huraño, la reserva con respecto a sus vínculos, tiene allí un origen irrefutable. Por eso combatió, a través de sus abogados, toda exposición biográfica en vida. Incluyendo una que reproducía sus cartas a los amigos, tanto como a un libro que se vendía en California, con sus primeros relatos, en dos volúmenes y titulado The Complete Uncollected Short Stories of J. D. Salinger.

Casi como un acto tan ineludible como resignado ante la crueldad del destino, Matt también señaló que su padre “se sentía triste, pero nunca culpable de lo que un loco interpretó sobre su libro. Cómo no te va a entristecer que una obra que has creado para aplacar la violencia en otras personas haya sido retorcida y malinterpretada de esa manera”. Es que tanto el asesino de John Lennon –Mark Champan– como el de J. F. Kennedy –Lee Harvey Oswald–, tenían consigo una copia de El guardián entre el centeno al momento de ser detenidos.