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Ahora, una filtración

Nada grande se logra sin concesiones, sacrificios y compromisos. Eso es concertar un pacto.

Alberto Fernández ante la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
Alberto Fernández ante la Asociación Empresaria Argentina (AEA). | Cedoc

Estaban reunidos en Economía en el Salón Padilla. Cecilia Todesca leía compromisos y maneras en que el Estado aseguraba cumplimiento. Dijo que vendrían el Presidente, gobernadores, presidentes de las Cámaras y Jefes de bloque. Cafiero en la cabecera. A la derecha Cecilia y Matías Kulfas. A la izquierda Martín Guzmán y otro que no reconocí. Al lado de Kulfas, de espaldas a la Rosada los de AEA, Jaime Campos y Tedi Karagozian. Pagani y Paolo Roca; Alberto Grimoldi, el hijo de Pérez Companc; Coto, Cesar Blaquier. Luego el dueño de Café Cabrales, Miguel Acevedo y José Urtubey de la UIA. Raúl Zylberstein y Marcelo Fernández de la CGE y Chemes, Iannizzotto, Achetoni y Pelegrina de la Mesa de Enlace.

El último era el jesuita Rodrigo Zarazaga. No había gerentes de empresas extranjeras, ni concesionarios del Estado: banqueros, petroleros, concesionarios de obras o servicios públicos. Pura producción nacional. Mirando a la Rosada estaban los hermanos Daer, Andrés Rodríguez, J. C. Schmid, Antonio Calo, Agustín Amicone, Víctor Santa María, Yasky, Acuña y Luis Barrionuevo, Cavallieri, Ricardo Pignanelli –fumando–, Sergio Palazzo, Hugo Moyano y Baradel. El último era el Padre Acaputo, íntimo del Papa Francisco.

El Presidente llegó a la noche y se sumó a la firma del Pacto Económico y Social para el Desarrollo. Apenas se escuchaba la voz de Guzmán, que dijo que no habría default y por eso el Pacto tenía sentido. Que la oferta tenía margen, que había sido conversada con Kristalina y que el Tesoro estaba al tanto. Con retoques, sin tocar plazos, saldríamos del default y que la política internacional habría de materializarse con grandes planes y créditos de infraestructura ferroviaria, naval, portuaria y de energías renovables, de equipamiento europeo, transferencia tecnológica y trabajo argentino. Así se rompe, dijo, el atraso logístico que nos impide el desarrollo territorial y demográfico. "Con default no sería posible", sostuvo.

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Entonces Kulfas afirmó: “Este Pacto es el puente que el Presidente necesita para atravesar la crisis y llegar a la orilla del Desarrollo”. Propuso un Consejo como el CONADE, y las metas de un programa de 7 años: crecer a tasas aceleradas, duplicar las exportaciones y llevar la inversión al 30% del PBI, “pensando la Argentina desde el interior histórico”.

Terminar “la Belindia que somos, una ciudad de Bélgica y un interior de la India”. Una sociedad democrática de productores debe erradicar de inmediato la pobreza en los niños de edad escolar (¡vida material digna ya!), primer objetivo de la Revolución Educativa condición para el Desarrollo.

Crear el Consejo es el primer punto. El segundo es “El Puente” que va de hoy al futuro. “El Puente” comienza con transformar el Estado. Para eso hay que construir una nueva economía que no genere pobreza y desempleo, y que deje de apelar al empleo público como subsidio al desempleo y a la deuda externa para compensar desequilibrios. Por eso el congelamiento, hasta 2023, de la planta de personal público de todas las jurisdicciones. Los Administradores Gubernamentales tendrán a cargo el reentrenamiento del personal identificado como excedente, para tareas prioritarias (educación, salud, justicia, seguridad) y así aumentar la productividad social del empleo público.

Durante la cuarentena, el personal (de los ejecutivos, legislativos y judiciales) que no trabaje recibirá el 60% del salario, con un mínimo de una Canasta y media y un máximo de 120 mil pesos. Ese mismo compromiso salarial regirá para la actividad privada ya que el Estado Nacional se hace cargo de esas remuneraciones durante la cuarentena.

El compromiso inmediato del Estado es que no se quiebre la cadena de pagos y que ninguna familia reduzca sus consumos esenciales. Para evitar la inflación por expectativas, se establece un “sistema de administración de precios” por dos años. La modificación de los precios de productos con proceso de industrialización se modificará por la “exacta incidencia” del incremento de costos. Será automática y por declaración jurada. Reglamentará el Ministerio de Producción con participación de entidades empresarias.

Se suspenden por dos años las convenciones colectivas de trabajo. El Ministerio de Trabajo establecerá, con las organizaciones confederadas, la compensación de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y la adaptación de normas laborales y en particular las destinadas a controlar ausentismo y otros mecanismos que perturban la productividad. El régimen de indemnizaciones por despidos se reforma de modo que cada empleador contribuya, en lugar de constituir reservas propias para el despido, con una cuota a un Fondo de Desempleo que será el que asistirá a los desempleados de la misma manera que lo hace actualmente cada empresa.

Una ley de promoción de grandes inversiones industriales, con normas que acompañen migraciones internas hacia el interior del país será el eje de rebalanceo demográfico. Se programa, en el marco de sustitución de importaciones, el desarrollo de la industria nacional de bienes de capital.

Para la eliminación de la restricción externa, la cancelación del pasivo externo -la debilidad del Balance de Pagos- se establece el deposito previo a las importaciones, el valor criterio para todas las importaciones -con participación empresaria- y una nueva normativa que resguarde anticipadamente las consecuencias del dumping. También se acordó aplicar impuestos internos a todos los productos finales, producidos en el país o importados, que podrá ser compensado como anticipo de los aportes previsionales.

Pleno reembolso a las exportaciones, se eliminan las retenciones a las exportaciones industriales y las que se apliquen a las primarias se harán en función de las cuentas culturales teniendo en cuenta del costo de los insumos importados.

El tipo de cambio se administrará con crawling peg, con un mercado cambiario administrado; y los créditos y depósitos bancarios migrarán hacia un sistema de indexación con un spread que garantice la solvencia del sistema financiero. Se impulsará la bancarización y los pagos electrónicos en el comercio minorista para eliminar la evasión de abajo hacia arriba.

Se constituye una Comisión Empresaria y Sindical que acompañe a la Cancillería en la revisión del MERCOSUR que permita recuperar los objetivos para el que fue creado.

No recuerdo todo. No vi todo. No escuche todo. Pero sentí la disposición a concertar y la conciencia que ceder en la chica es la manera de ganar el futuro para hacerlo grande.

Cuando se levantaban, el que estaba al lado de Guzmán dijo: “Aquí, cuando se firmó el Pacto Social, José Rucci dijo estoy firmando mi sentencia de muerte”. Los más viejos bajaron la cabeza.

Entendieron que nada grande se logra sin concesiones, sacrificios y compromisos. Eso es concertar un pacto. Sonó el teléfono. Quería seguir soñando. Era un poco tarde. Lo cuento porque hay que hacerlo ahora, de esa manera y con esos compromisos. Los países, como las personas, si no sueñan enloquecen.

*Profesor Emérito UBA

 

CL/FF