COLUMNISTAS

Ortopedia reveladora

El mal que aqueja al tránsito argentino no es la velocidad: es la maniobra imprevista.

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El mal que aqueja al tránsito argentino no es la velocidad: es la maniobra imprevista. Que lo diga si no Ilona Staller, la Cicciolina, nuestra reciente visitante ilustre. El remís que la llevaba frenó de pronto y el auto que venía justo atrás, presintiendo avance en lugar de detención, se lo morfó redondamente, sacudiendo de mala manera a la pasajera en viaje.
Sabemos bajo qué auspicios llegó a nuestras tierras esta rumana golosa: vino a dar lustre en la Costanera a un Festival de Cine Erótico. ¿Qué importa que los medios le endilguen el implacable “la ex actriz porno”? No se deja de ser actriz porno una vez que se lo ha sido, así como no se dice del que no escribe más que sea un “ex escritor”. Es la obra lo que hace al artista, y la obra perdura y prevalece.
Vimos a la estrella envarada en el cuello ortopédico que la prevención le impuso. La imagen perturba, acaso lastima. ¿Qué hace ese cuerpo libérrimo metido en la rígida compostura del corset? ¿Cómo desterrar de nuestra memoria esta visión de la mustia convaleciente en vías de enyesamiento? ¿Cómo recuperar para nuestra memoria la ligereza del cuerpo jocoso y siempre dispuesto? El cuello ortopédico ha traído por lo demás otra consecuencia a nuestra visión de la Cicciolina: nos ha predispuesto a mirarle la cara. El gesto sabio de reclinar el rostro y desperdigar las tetas condujo siempre la atención en otro sentido. Ahora, en cambio, por efecto del aditamento plástico, la cara alta y despejada nos reveló su verdad: dos cejas que se hacen una, igual que en la frente de Manolito; los ojos vacuos y aplastados, ojos que nada dicen y que nada ven; la sonrisa irreal de una boca artificiosa, que en algo nos recuerda a Firulete o en su defecto a Cañito.
Vimos a la Cicciolina así, ¿podremos volver a verla como una usina de radiación erótica? No pocos han abrevado en ella para nutrir su imaginación sexual, en la modalidad del autoabastecimiento sobre todo, o bien en el trato conyugal. ¿No será a partir de ahora la imagen de la tullida la que se presente, como catástrofe, al pensamiento? Al parecer Tinelli la convocó a patinar por un sueño. Acaso haya que esperar a verla así: patinando de nuevo.