COLUMNISTAS

País ‘x’

Por Carlos Ares

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La ecuación pinta simple, pero hay algo que no da, seño, maestro, profe. Argentina parece una de esas conjeturas teóricas aparentemente ciertas o probables que les rompen la cabeza a los expertos y que quedan sin resolver durante años. ¡Pero si está muy clara!, dicen de arranque: país “x” es igual a “a + b”.
Donde “a” es territorio, alimentos, petróleo, minerales, mar, ríos bosques, selva, desierto, cordillera y “b” es poca gente para semejante extensión, entonces “x” debería ser la suma de todas las posibilidades de un país sin conflictos graves, alejado de las guerras santas, de las luchas independentistas y de las batallas tribales.
Pero no, no da, maestro. Te la dibujan en la primaria, te la copiás en la secundaria, te concentrás en la universidad para encontrarle la vuelta y, al cabo de unos años, abandonás la búsqueda de una salida. La reacción es propia de los que sienten que han perdido el tiempo. Después de intentarlo una y otra vez, vuelven al comienzo. Y mientras tanto, la vida pasa. Y se frustran. Y aparece el resentimiento contra no se sabe qué. Y la bronca contra el enemigo externo de turno. Y se nublan, se resignan, se dedican a alguna cosa que permita “zafar”, –el arte, el deporte, el negocito, la transa, el tráfico, el choreo–  o se van a buscar su destino a otra parte.
En el principio del fin, cuando se deja de pensar y de preocuparse por lo que aparenta no tener solución, se produce un cierto alivio. Hay un “ya fue”, un “es lo que hay”, un “son todos iguales”, un “esto no cambia más”, un “hago la mía”, un “me importa un carajo todo”, que encubre el dolor de la pérdida. Es que cuesta reconocer el fracaso. Cada uno, como parte de una nueva generación, encaró el problema y a su modo le buscó la vuelta. Tal vez, con una desmedida ilusión.
A primera vista, interfería una “d” criminal, de “Dictadura”. Cuando descubrimos que su verdadero significado era “desaparecido”, la “x” que ocultaba ese país tras las sombras de la muerte no estaba perdido para siempre si lográbamos mantenerlo en la memoria. Esa era la trampa. Era por eso que no salíamos de ahí. Entonces cambiamos la “d” falsa por la legítima de la “Democracia”, recordamos y festejamos.
Festejamos sí, un poquito, hasta que del otro lado del igual, la “x” reflotó, inhundible como una boya peronista. Y ahí nos quedamos, en la superficie de la historia, desencantados, boquiabiertos como bagres necesitados de oxígeno, cansados de nadar contra la impunidad, girando sin poder salir del remolino de la melancolía por lo que pudo ser y no fue.
 Los tiburones sucesivos de la economía y la política inventaron alianzas, sumas insólitas, “p” + “r”, entre peronistas y radicales, “d”+ “k” entre informantes de la dictadura como Gerardo Martínez y los Kirchner, se encimaron y multiplicaron las siglas, los fracasos, las deudas, los Menem, los Kirchner, los “gordos” Moyanos, Cavalieri, las Débora Giorgi, Diana Conti, los De Vido, los Jaime, los Boudou. La fórmula “m”/”k”, del peronismo dividió los recursos entre ellos. Hoy son todos millonarios, pero del otro lado del igual seguía incógnito el país “x”.
La única fórmula que, en parte, permitió avanzar fue la que reclamó “ni olvido ni perdón” en las calles. Resistió hasta el absurdo de las leyes de obediencia debida y los indultos. Tal vez habría que aplicarla nuevamente para revelar el verdadero sentido de la “d” legítima, la de “Democracia”. Si pensamos “x” como un “país posible”, con ciudadanos sedientos de comida, trabajo, vivienda, salud, educación, la secuencia debería ser: x = + memoria – olvido – perdón + justicia + verdad – mentira.
A ver: si además tachamos en los tribunales a los responsables y eliminamos corrupción y mafia de la suma del poder, en síntesis queda salir a gritar otra vez: “Ni olvido ni perdón”. Puede ser, habrá que probar. Si no dejamos de exigir eso, ahí sí puede ser que dé “x” = “país posible”.

*Periodista.