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Pensamiento mágico y 2 de abril

Perfil.com produjo un especial multimedios titulado “Recuerdos de Malvinas” muy recomendable. Además, agregó otra nota titulada “Las increíbles historias del programa Las 24 horas por Malvinas”, con una selección de cuatro tramos de media hora cada uno de aquel paradigmático programa conducido por Pinky y Cacho Fontana, por donde pasaron la mayoría de las celebridades de la época.

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KIRCHNER en abril de 1982, con el jefe militar de Santa Cruz, general Oscar Guerrero –quien antes había comandado la temible Polícia Bonaerense de la dictadura–, en un acto por Malvinas.

Perfil.com produjo un especial multimedios titulado “Recuerdos de Malvinas” muy recomendable. Además, agregó otra nota titulada “Las increíbles historias del programa Las 24 horas por Malvinas”, con una selección de cuatro tramos de media hora cada uno de aquel paradigmático programa conducido por Pinky y Cacho Fontana, por donde pasaron la mayoría de las celebridades de la época. Recomiendo verlo aun con más énfasis porque resulta un buen antídoto para no dejarse llevar por las emociones de la política actual, muy distintas a las de entonces pero, por momentos, no tanto menos apasionadas. La productora del programa Las 24 horas por Malvinas del entonces ATC y hoy Canal 7, Marta Tedeschi, le dijo a Perfil.com que “en ese momento me comí la galletita, me chupé el chupetín de Galtieri, me creí todo”.

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Volver a verlo es también un curso de historia para los menores de 35 años y un tratado de sociología para todos. De las muchas increíbles donaciones que se realizaron en aquel programa, resuena la que hizo Amalia Fortabat al prometer “todo el cemento que la provincia argentina de Malvinas vaya a necesitar para construir sus caminos, hospitales y escuelas”. Veintiocho años después, no sólo Fortabat no tuvo que enviar un gramo de cemento argentino a las Malvinas sino que su fábrica de cemento fue vendida a una empresa brasileña. ¿Qué declaraciones o promesas públicas nos resultarán ridículas dentro de diez años?

Como el orden social se reproduce a sí mismo independientemente de la voluntad de sus componentes, las sociedades son altamente estables y cambian muy lentamente. En la Argentina actual quedan muchos resabios de aquella de 1982. La racionalidad mutilada y la mentalidad mágica como causas de retraso están lejos de haber sido erradicadas.

Los hombres, a diferencia de los animales, tenemos capacidad de idealizar. De agregarles una carga inmaterial a las cosas. Lo que sucedió el 2 de abril de 1982 en el alma de nuestra sociedad es un ejemplo potenciado al infinito de lo que algunos pueden experimentar en una final de un campeonato de fútbol, en un recital multitudinario o en una fiesta política. La persona siente que hay algo más, tiene la intuición de la existencia de un mundo supraempírico. Se siente fortificada por su pertenencia a algo superior a ella misma y explotan su energías vitales. Es una vivencia religiosa (re-ligar), donde se percibe que el todo es superior a la suma de las partes. Ese todo es una idealización que para algunos puede ser la patria, una ideología, una cruzada, un equipo; finalmente, pertenecer a un grupo.

Social = moral. Uno de los móviles de la idealización es producir cohesión. La lógica de amigo-enemigo, por ejemplo, persigue el mismo fin. Los actos son ritos destinados a reactualizar el sentimiento de pertenencia. Los símbolos son la expresión de esa pertenencia, son como un tótem: objetos que tienen un sobreañadido que posibilita la adoración y el ritual. El peronismo ha sido experto en el uso de todas estas herramientas y Kirchner, en particular, uno de sus más eficientes beneficiarios.

Las acciones sociales son aquellas orientadas en función de las acciones de los otros. El hecho de que las conciencias individuales se alimenten de las colectivas explica fenómenos como los del 2 de abril de 1982, del 24 de marzo de 1976 o los saqueos del fin del alfonsinismo y ante el colapso de la convertibilidad. La relación del individuo con la sociedad no se explica por el individuo sino por la sociedad. La sociedad es el producto de la actividad recíproca de los hombres. Y el poder es la capacidad de hacer actuar a los otros de determinada manera.

Afortunadamente, el hombre no es sólo un animal con capacidad mágica sino, también, un ser interpretativo. Los humanos son animales significativos, que no pueden vivir sin sentido y rechazan el sinsentido. Precisan, mínimamente, comprender y, de ser posible, explicar. En el pensamiento racional hay un intento de emancipar al hombre de la irracionalidad.
Kirchner ataca al periodismo porque es uno de los productores de sentido. En la producción de su subsistencia, los individuos establecen determinado tipo de relaciones correspondientes a su nivel de desarrollo. Los líderes populistas priorizan como elementos de cohesión social las representaciones colectivas simbólicas. La fuerza cohesiva es la solidaridad (rever el programa Las 24 horas por Malvinas es un ejemplo).

Hay dos tipos de solidaridad: la mecánica es la más primitiva; y la solidaridad orgánica, la más evolucionada. La solidaridad mecánica se basa en semejanzas; la orgánica, en diferencias complementarias.

En las sociedades donde predomina la solidaridad mecánica, las preferidas del autoritarismo, el derecho penal es más coercitivo, se castiga al cuerpo; la pena más grave es para la diferencia, porque pensar y actuar de manera distinta es un crimen que ofende al “ser nacional” (en la dictadura, por ejemplo).

En las sociedades donde predomina la solidaridad orgánica, las preferidas de la democracia, la complementación de funciones y la especialización, típicas de una división del trabajo sofisticada, promueven la diferencia y el disenso. En las mecánicas, lo disolvente es pensar distinto; en las orgánicas, la diferencia es condición.

La sociología sostiene que la solidaridad mecánica tiene que entrar en decadencia para que surja la orgánica. Uno de los tantos legados de Malvinas fue demostrarnos cosas que no funcionan.