COLUMNISTAS
Imagen del Gobierno

Perro que muerde se sacrifica

default
default | Cedoc

En el campo, si un perro muerde a su dueño, aun sucediendo por única vez, es sacrificado. No importa si fue el preferido un minuto antes. De allí no se vuelve, sencillamente porque genera pérdida de confianza lo cual, de manera instantánea, destruye el vínculo. Esto es bastante asimilable a lo que pasa en algunos casos con la construcción de opinión. No es verdad aquello, que muchas veces se sostiene, que no hay nada más fluctuante que la opinión de un argentino. El análisis histórico de diferentes indicadores como adhesión, rechazo, imagen, confianza, reputación, etc., muestra una sorprendente estabilidad y una importante rigidez al cambio en algunos actores sociales.
El gran interrogante radica en qué lo genera. Qué momento manda a un dirigente o a un partido político a ese punto de casi imposible retorno en términos de imagen. En qué situación la opinión pública se siente mordida y decide sacrificar.
Lo que sin dudas vuelve casi imposible la recuperación de la imagen en la cabeza de la gente es la pérdida de confianza que no se produce a partir de una mala gestión o de la falta de resultados, sino de situaciones donde la población percibe una clara vulneración de sus intereses en favor de los que ostentan el poder. Se genera a partir de la lectura, en gestos o acciones, que expresan que ese político o partido, ya no está de su lado, que están muy lejos. Dicho todo esto señalemos algunas zonas de riesgo PRO. En primer lugar, la resistencia de su primera línea a mostrar, a la opinión pública, los problemas del escenario que encontraron al arribar en 2015, mensaje que los pondría sin duda del lado de la gente.  Al no exponerlo, por un lado, pareciera sospechoso y poco transparente, y, por otro, resulta casi automático asignarles toda la responsabilidad a medida que pasa el tiempo. En segundo lugar es difícil entender por qué siendo el tema tarifas el corazón del cambio cultural que proponen, esto dicho por el mismo Mauricio Macri, dejan toda la gestión y la comunicación de tal evento en manos del ministro Aranguren que sin dudas carece del don de la empatía y de capacidad política. Todos los días, en términos económicos, la gente es un poco menos feliz y sería interesante que supieran que es por alguna buena causa y siguiendo a líderes que tienen un proyecto claro en su favor. Eso cambiaría drásticamente la percepción. Porque más allá de lo malo o lo bueno que sean los diagnósticos, es muy saludable saber dónde está uno parado y mucho más lo es creer en la dirigencia política que los está guiando.
Sube la nafta, el subte, el peaje, etc.,  y atrás de eso no hay ninguna explicación que ayude a entender ni, tampoco, un claro proyecto en qué creer, que la impulse por un futuro mejor a partir de su esfuerzo.
Hace dos años el PRO primero y Cambiemos después representaron la recuperación del sistema de partidos políticos a partir de la constitución de una fuerza que ponía al PJ en disputa externa. Claramente se constituyó en la oportunidad de mejora del sistema institucional. Por eso, la valoración de su gestión, entre la opinión pública, excedió lo coyuntural y a pesar de reconocer estar peor no dejaban de sostener que estarían mejor. Hoy esa brecha se va achicando en cualquier estudio de opinión que se realice.
La ausencia de argumentación genera falta de cercanía. Y como repite Michael Ritter hasta el cansancio, una mayor familiaridad correlaciona con imagen positiva. Este estilo de vínculo PRO se suma a los múltiples analistas que lo definen como un partido de clase, integrado por personas que nunca tuvieron restricciones económicas. La gente empieza a percibir que quizás Cambiemos ya no esté de su lado, puede surgir desconfianza y quizás decida sacrificar.  
 
*Politóloga.