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La unidad bonaerense se sostiene entre amenazas cruzadas de fractura entre Cristina y Randazzo.

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FRENTE “REMOVEDOR” Sergio Massa | PABLO TEMES
Hay una dificultad adicional al temor de los intendentes del Conurbano a otra derrota para dar por superado el liderazgo que Cristina Fernández pretende ejercer en el PJ bonaerense. Es la duda del éxito de quienes desean desplazarla para obtener un resultado distinto al de 2015. No deja de ser extraño. Les permitió denunciar el yugo esclavizante al que fueron sometidos por la ex presidenta en sus dos mandatos. Los que hasta no hace mucho reivindicaban la ampliación de derechos individuales.

Como el entusiasmo excesivo provocado entre quienes aspiran a fundar un nuevo patronato de liberados del kirchnerismo por la alta volatilidad del voto asociado a una esperanza de futuro recogido por Cambiemos. Es lo que ayuda a comprender que el debate del PJ se enfoque en Mauricio Macri y no en CFK. La única en los sondeos que retiene la fidelidad de votantes del Frente para la Victoria. En teoría, criticarla equivale a enemistarse con ese electorado.

Es justo que Macri se exprese dolido con Florencio Randazzo por atribuirle insensibilidad al Gobierno. Fue quien intercedió con María Eugenia Vidal para convertirlo en interlocutor privilegiado por la oposición para sancionar el Presupuesto bonaerense y sustituir en ese rol a Sergio Massa. La impericia del ex ministro y la desautorización de los intendentes del GBA impidieron que gestionara con éxito la reunificación de bloques legislativos que negoció con Máximo Kirchner a fin de 2016. Parece lógica la autocrítica pedida desde China por el Presidente.

A sus aliados les inquieta confirmar la voluntad de postularse a senador nacional en unas PASO todavía inciertas. Eso llevó a Gabriel Katopodis a tuitear lo que Randazzo dijo al padre Pepe en la visita que le efectuaron en Villa la Cárcova casi como una confesión: “Me siento obligado a ser candidato”. Fernando “el Chino” Navarro resolvió lanzar una campaña contra la ansiedad. Cartelería alusiva en Congreso (CABA) y los barrios de Fiorito, San José y Budge en Lomas de Zamora. Más que estimularlo, la estrategia es impedir que Randazzo desista.

Navarro precisa renovar su banca de diputado provincial. El fenómeno de la inseguridad, que lo excede, amenaza también al intendente de San Martín, golpeado por el caso Araceli Fulles, la joven hallada sin vida bajo de una losa construida por Hernán Badaracco, detenido como principal sospechoso de su muerte. Randazzo carga su propia mochila. Perdió en Chivilcoy, su pueblo, y en toda la Cuarta Sección Electoral –región en la que predomina Cambiemos–, que hegemonizó por veinte años con Julián Domínguez.
        
Parias. La condición de parias territoriales es mayoría entre las adhesiones reunidas. Como el jefe de campaña, Alberto Fernández, y Héctor Daer, triunviro de la CGT. Lo que pone en disyuntiva a otro. Felipe Solá sigue meditando la oferta de Randazzo de liderar la lista de diputados que le efectuó en noviembre de 2016. Con Fernández de abogado, Daer y Solá plantearon a Massa diferencias filosóficas: el número de orden asignado compromete la renovación de sus bancas. De ahí el discurso de unidad del PJ que no abandonan pero puesto en peligro esta semana.

Festejado, el traspié de Máximo con los intendentes del GBA que rechazaron ir a un acto con Boudou, Mariotto, D’Elía y Sabatella dejó lugar a la preocupación. Que Cristina reactive el Frente Ciudadano y vaya a elecciones por fuera del PJ. Es una especulación que invierte la amenaza con que Randazzo negocia la habilitación de las PASO. Contribuir a la derrota de los intendentes con la división del peronismo. Alternativa que podría tentar al de Avellaneda, Jorge Ferraresi, sospechado de cursar invitación a los ex funcionarios.

El titular del Instituto Patria se siente rezagado en la carrera por la gobernación con Verónica Magario de La Matanza y Martín Insaurralde de Lomas de Zamora. Insaurralde querría más certezas de Cristina que las transmitidas por La Cámpora. Entre ellas el papel en su entorno de Boudou, Mariotto, D’Elía y Sabbatella. Pero también de Randazzo, con quien habilitó un diálogo directo. El ex ministro se muestra inflexible en librar competencia por todos los cargos y no únicamente por los de senadores y diputados nacionales como preferirían los intendentes.

La rigidez de La Cámpora consiste en negar esa instancia al ex ministro. Aunque se especula que detrás de esa intransigencia existe una negociación más sofisticada: excluir de ella a Cristina y también aplicar un sistema más igualitario en la distribución de espacios en las listas que la fría proporcionalidad matemática del sistema D’Hondt exigido por la ley. Oscura evocación del asistencialismo y el apego a la institucionalidad en la era K.

Las evasivas de la ex presidenta generan fisuras entre los jefes comunales. Algunos comienzan a permitirse elogios privados sobre Randazzo, al que pulverizaron por su lanzamiento hace menos de un mes. No tanto por haber descubierto virtudes que antes permanecieron ocultas a su percepción. Pesa la escasez de candidatos. Si Daniel Scioli finalmente lo fuese, iría camuflado en la boleta.

Por eso llamó la atención que Miguel Pichetto elogiase a Massa. Lo hizo en la entrevista con La Nación del 14 de mayo. El jefe del PJ en el Senado venía de respaldar a Randazzo. ¿Cambio obligado luego de la reunión de gobernadores liderados por del de Córdoba, Juan Schiaretti? ¿Le habrá contado a Navarro el poco interés que despierta entre ellos el 16 cuando se reunieron en su despacho?   
  
Inquieta incluso que la polarización sea una meta abandonada por el Gobierno pero también por Massa para convertirse en un fenómeno aislado e inherente de forma exclusiva al peronismo que asiste a una extraña paradoja de su historia: la escasa intención de ser candidatos de los que tienen posibilidad de serlo.

Lo que sirve tal vez para comprender el brusco trastocamiento de metas entre quienes se habían propuesto un recambio generacional de dirigencias. Proceso difícil de cumplir cuando la prioridad urgente es resolver emergencias. Es el estado al que parece haber ingresado el PJ. Sólo falta que sincere el trance que atraviesa.