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el lugar de la obstruccion

¿Podrá gobernar?

Macri deberá llevar al extremo sus capacidades de negociación. Debe desactivar un frente provincial.

Bailar con la más fea...
| Dibujo: Pablo Temes

Como ocurre en la carrera de la mayoría de los líderes políticos, luego de un gran triunfo, Mauricio Macri está viviendo su hora de mayor gloria, pero al mismo tiempo enfrenta enormes desafíos. Como alguien que se entrena muchos años para subir una montaña, y cuando llega a la cima se da cuenta de que en realidad debe cruzar una cordillera.
El cuadro completo de la situación política de estos días es muy novedoso, y por esa razón es poco lo que puede anticiparse: estamos en un punto de inflexión, y hay posibles desenlaces en casi todas las direcciones. Por eso los analistas están (estamos) realizando algunas especulaciones que, para los interesados en la política nacional, resultan tan fascinantes como inevitables.

A partir de ahora, el nuevo presidente deberá demostrar que puede trasladar la eficacia de su gestión en la Ciudad a la Nación. ¿Tendrá Macri, un no peronista, la capacidad de gobernar la Argentina? En principio, tiene para ello algunos elementos políticos a su favor, que no son desdeñables. En términos generales, hay un clima de expectativas optimista tanto en el nivel doméstico como en el internacional, ha designado un gabinete calificado que ha despertado más elogios que críticas, controlará las dos provincias más importantes y estratégicas del país, y casi nadie duda de su capacidad de gerenciamiento. Pero es cierto que gobernar un país será más difícil que gobernar una ciudad rica.

Esperablemente, la segunda especulación es la actitud que tomará la oposición. ¿Lo dejará gobernar el peronismo? Es cierto que Macri estará en minoría en el Congreso, pero también es cierto que tendrá posibilidades y herramientas para la negociación. Por un lado, en el peronismo ya comenzaron los reproches internos, lo que probablemente provoque una cierta renovación dirigencial en la que los actores más intransigentes, incluyendo a la Presidenta y al propio nombre Frente para la Victoria, pierdan espacio frente a quienes vislumbran la necesidad de una política distinta, moderna y colaborativa, que resulte en una oferta más interesante para un electorado (y ésta es otra novedad) que parece preferir liderazgos más horizontales y estar autonomizándose de las redes partidarias aun en sectores enlazados políticamente de manera más tradicional. Los cortes de boleta en el conurbano bonaerense serían una prueba de ello. El peronismo entraría así en un pozo de realineamientos y reacomodamientos que no sabemos cuánto durará ni cuán profundo será. Puede ser que el año que viene empiece el proceso con una interna cerrada para elegir autoridades partidarias, pero es más probable que se dirima en las legislativas de 2017.

Por otro lado, si Macri implementa una agenda desarrollista no exclusivamente arraigada en las provincias más pobladas del país, en las que triunfó, ¿qué razón de peso tendrían los gobernadores peronistas para oponerse desde el vamos, sin conocer qué pasará en el espacio propio o cómo se posicionará la opinión pública? En ese escenario, se les haría difícil a los gobernadores del norte y del sur coordinarse con otros actores peronistas para plantear el obstruccionismo: el experimentado sindicalismo espera la satisfacción del largo reclamo de la modificación del impuesto a las ganancias (que el kirchnerismo le negó por años) y del freno a la inflación; los grupos más intransigentes parecen ser cada vez más minúsculos y alejados del sentido común; e incluso los intendentes peronistas podrían evaluar la situación en detalle: si se produce un cambio hacia una forma de gobernar más universal y menos discrecional, cambiarán las reglas del juego con las que ellos consiguen sus recursos y diseñan sus carreras políticas. Una reforma política en la provincia de Buenos Aires, que revise no sólo la reelección de los intendentes sino también la fórmula electoral con la que se eligen los concejales, podría contribuir significativamente a ese cambio.

Si al peronismo no le será fácil el obstruccionismo, tampoco se entregará a la colaboración lisa y llana. ¿Tendrá Macri la habilidad suficiente para negociar? Los legisladores, la mayoría de los gobernadores y de los intendentes, y la capacidad de movilización, no son recursos menores ni que puedan dejarse oxidar. Además, en muchos de esos distritos ganó Scioli y esas expectativas defensivas no serán tan fáciles de erradicar. Finalmente, el decreto que devuelve el 15% de la coparticipación a las provincias (si no es anulado) los favorece y abriría nuevos horizontes de fortaleza. Sin embargo, la situación fiscal que enfrentan muchos gobernadores es tan precaria que, para poder seguir manteniendo el orden y el poder en sus provincias, la negociación con la Casa Rosada puede ponerlos en una situación de debilidad casi como la que aprovechaba Cristina para someterlos.
Una última incógnita: ¿resistiría la sociedad argentina un nuevo ajuste neoliberal, como instaló la campaña del miedo? Durante el kirchnerismo se ha forjado un amplio consenso social y político sobre el rol del Estado, que parece difícil que Cambiemos quiera subvertir. También hay un consenso generalizado sobre cuáles son los problemas económicos que primero hay que atacar. Hay desequilibrios importantes que presagian que al menos en 2016 la situación económica no va a ser expansiva como en los años dorados del kirchnerismo, pero tampoco hay necesidad de que sea drásticamente reducida como en los años oscuros del menemismo, y Macri ha demostrado ser muy hábil como para querer suicidarse políticamente en nombre de un supuesto fanatismo neoliberal, que al menos hasta el momento no fue evidenciado.

En definitiva, y a pesar de la ansiedad que provoca el suspenso de este culebrón, hoy sólo se puede especular. Los actores políticos y los agentes económicos necesitan certidumbre para planificar sus acciones, pero la democracia es, por definición, el reino de la indeterminación. Por eso las campañas electorales, las elecciones y las transiciones son los momentos más democráticos de la vida de un país.

 

*Presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político.