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Poliamor: un juego de preguntas y respuestas

Qué significa y porqué es una tendencia que genera cada día más revuelo.

El fin de la monogamia: ¿qué es el poliamor?
El fin de la monogamia: ¿qué es el poliamor? | cedoc

¿Qué significa exactamente? El poliamor no está maldito. Está mal dicho. El termino poliamor no se utiliza para indicar lo que sus raíces terminológicas señalan. De ser así, significaría amor diverso. Y, si así fuera, ¿quién pudiera poner en duda su ejercicio? Pero, como sabemos, a pesar de a lo que verdaderamente remita y de cómo “resuena” la palabra, hoy se la usa para nombrar otra cosa.

El concepto “poliamor” se puso de moda para designar una manera particular de vincularse: un estilo de vínculo no estricto respecto al contrato de exclusividad que rige las relaciones monogámicas. En síntesis, si una pareja supone un cerco impermeable, el poliamor instala poros consensuados en ese cerco. Esos poros pueden tener muchas formas según lo decidan los integrantes. Y entonces, de vuelta, si se trata de una modalidad libre de tratarse, ¿quien pudiera poner en duda su ejercicio más que para con uno mismo?

¿Pero por qué alguien habría de optar por el poliamor?

Si por un momento tomamos distancia del momento actual y tenemos en cuenta, nuestros ancestros (los animales y el desempeño liberal de sus instintos sexuales), la historia evolutiva del ser humano (90.000 años como cazador y recolector) y la fluctuante dinámica de objetos a los que la pulsión sexual lo direcciona, lo que nos llamaría la atención es la monogamia, no la poligamia (mal llamada poliamor).

Entonces, la pregunta sería ¿por qué la monogamia?

Se puede ensayar como justificativos de ese complejo dispositivo vectores de índole económicos, religiosos y biológicos. Sin por ello, olvidarnos del factor psicológico, ya que el apego y la tendencia de posesión (reactivos a sentimientos de inseguridad en una sociedad consumista) cumplen también su función para mantener la monogamia en una suerte de ideal colectivo. 

¿La monogamia entonces es un invento del hombre que va en contra de “lo natural”?

En parte sí, en parte no. Mas allá de las relaciones de poder de turno que la promulgen, el difícil sistema de la monogamia es inteligente, porque se vale del envión del enamoramiento (su exaltado proceso neuroquímico) y concluido éste (seis meses en fase aguda) luego se vale de la tendencia a persistir en lo conocido (costumbre). Estas fases y tendencias son naturales pero ni un fenómeno ni el otro le pertenecen a la monogamia ni la convocan.

Pasando en limpio. ¿Qué es mejor, la monogamia o el poliamor?

La pregunta no debería ser qué es mejor sino para quién y en que período. Entendiendo que una pareja forma parte inseparable del flujo de la vida, y como tal, está sujeta a cambios y a un futuro impredecible.

¿Por qué hay tanto revuelo con el tema? ¿Los hippies no propusieron esto hace 40 años atrás?

En los últimos siglos, éstas prácticas estuvieron siempre presentes en muchas parejas -clandestinamente- y en reductos sociales o comunitarios. Lo novedoso es que -por análisis o decantación- se percibe un clima enrarecido en dónde por primera vez estarían dadas las condiciones (socio-culturales) favorables para que, al menos en occidente, lo que hasta ahora fue excepción y rareza, pueda -en un futuro no muy lejano- pelearle un lugar a la regla y, libre de prejuicios morales, ofrecerse como una opción más. Se va a ir todo a la m...

Al momento de pensar esta cuestión, debemos recordar que  el éxito y la duración de la relaciones de amistad se deben en gran medida al hecho que no dejar intervenir el sexo en la ecuación vincular.

Extendiendo hipotéticamente el devenir de la práctica poliamorosa, uno bien podría aventurarse a sacar la conclusión que una pareja abierta, por la composición en su estructura, hoy estaría más preparada a durar más que una tradicional. Esto se deduciría por el simple (aunque no insignificante) hecho de despejar o al menos modular con mayor destreza uno de los ejes más anárquicos que rigen a una relación de pareja: el sexo.

El poliamor, en tiempos de divorcios masivos, se presenta como un material flexible que permitiría soportar con mayor ductilidad los embates de la relación dando como resultado parejas más sustentables en el tiempo. (Hoy que la sustentabilidad está tan en boga).

Quedaría así entonces, la unión transformada primordialmente en una relación de amistad con ciertas licencias y contrario a lo que una mente conservadora a priori esperaría, este dispositivo podría hacer durar a las parejas mas tiempo del previsto.

¿Se quebró una tendencia o se fortaleció?

Al igual que las bacterias que aprenden del antibiótico para hacerse mas resistentes -lo que requiere a los laboratorios la creación de otro tipo de drogas para neutralizarlos. Un razonamientos cínico podría percibir en esta nueva tendencia, más que un progreso, una herramienta efectiva para mantener las familias unidas; ahora que las seducción dogmática (y los embelecos que instan a la obligación) perdió sustantivamente poder de convocatoria.

¿Efectos adversos?

Los seres humanos aún no hemos terminado de superar con efectividad las enfermedades de transmisión sexual. Y, para la población hererosexual y fértil, tampoco se han creado métodos anticonceptivos 100% infalibles. Conclusión. El riesgo es grande. El problema es que muchas veces ese riesgo se sigue corriendo hoy en día acompañado por el sulfúrico ingrediente de la deshonestidad.

¿Alguna reflexión más?

Como todo escenario promisorio y original, el poliamor tiene reveses curiosos. Con su práctica se crea una forma novedosa e insólita de sufrir. La difícil tarea de soportar acaso el peor de los rechazos. Terminar una relación abierta sería como decirle a un amigo “te quisiera ver menos seguido”.

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(*) Autor de “La llave maestra”. Twitter @llavemaestraok.