COLUMNISTAS
salvadores de la patria

Políticos pintorescos

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Bogotá, 1998. Me invitaron a un conversatorio con los candidatos presidenciales. En Colombia hay postulantes serios y algunos que se inscriben para aprovechar los espacios que paga el gobierno, promoviendo productos o ideas de cualquier tipo. Había empezado mi charla cuando se paró una candidata, Biblia en mano, y dijo: “Usted no puede hablar de encuestas, el demonio inventó los números, el Apocalipsis dice que la Bestia es el 666”. Quise explicarle que esa leyenda surgió porque 666 se escribía DCLXVI, un acrónimo de Domitianus Caesar Legatos Xti Violenter Interfecit (“Domiciano César mató vilmente a los enviados de Cristo”), usado por los primeros cristianos para atacar a Nerón (Domitiano). La señora despertó mi sentido del humor gritando “¿ha leído usted la Biblia?”. Respondí que no, que los libros anteriores a 1950 me aburrían. La señora se enfureció, abandonó el recinto bramando “ignorante, sacrílego”, mientras todos nos desternillábamos de la risa.

Quito,1996. Almorzaba con Jaime Nebot, candidato presidencial, cuando llegó un político que peregrinaba por los partidos. Habló pestes de todos los candidatos, dijo que Nebot era el único líder que podía salvar a la patria, varias veces gritó “nuestro respaldo a usted es to-tal, in-con-di-cio-nal” separando las sílabas, con las venas del cuello a punto de explotar. Cuando se fue dije que me extrañaba su fanatismo por Nebot, a quien siempre había combatido, que desconfío de obsecuentes que hablan mal de sus ex jefes, de los perritos que muerden la mano que les alimentó, de personajes que se pasan peregrinando de partido en partido tras empleos o candidaturas. Los traidores seriales traicionan siempre. Por la noche vi al personaje en un noticiero dando su apoyo in-con-di-cio-nal a uno de los políticos que había denostado en el almuerzo. Cuando le pregunté a Nebot qué había ocurrido, me comentó: “Pedía mucha plata y puestos, yo no compro gente”.

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Buenos Aires, 2013. La campaña de Macri a jefe de Gobierno fue declarada la mejor del mundo por Campaigns and Elections; la condujo el mejor equipo electoral del continente, en el que trabajan decenas de jóvenes argentinos. Santiago Nieto, Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña y yo disertamos en foros académicos y políticos del más alto nivel para analizarla en Estados Unidos, México y España. Un proverbio chino dice que cuando el sabio señala la luna el mediocre mira el dedo. Algunos sólo pudieron ver dedos con globitos en esta campaña.

Me invitaron a un almuerzo con un político fatuo al que llamaremos GX. Habló barbaridades de la Presidenta, de Scioli, de Massa, de los radicales. Para él todos eran mediocres, tontos, sólo Mauricio se acercaba a su eminente condición. Quería ser candidato del PRO, apareciendo como independiente, ser una carnada que atrajera nuevos seguidores. GX ponía una condición indeclinable: que no le pidieran tomarse fotos con “el colombiano”, cosa que no haría nunca en su vida. Le separaba con ese político un abismo ideológico que, según averigüé, consistía en que había dejado de pagarle el arriendo de su oficina. La pedantería de GX le hacía equivocarse. Los dirigentes de todos los países son lo que son, porque tienen méritos. Cristina Fernández y Scioli han sido líderes exitosos dignos de estudio, Massa no es demasiado inteligente ni culto, pero tampoco un adefesio como el que describía GX. De Narváez no es abominable. Sonaba demasiado macrista para ser sincero, fue peronista, kirchnerista, radical, pero nunca cercano al PRO. Me hacía gracia su obsesiva admiración por los globitos. Era claro que tenía un plan: ser candidato, ganar con los votos del PRO, fungir de puente con los que despreciaba, traicionar a todos y ser el presidente que salvara a la patria. A los pocos días apareció en una foto con “el colombiano”, lo que nunca iba a hacer en su vida; no fue candidato, el PRO tenía varios nombres mejores en sus filas. No resido en Buenos Aires desde hace tres años y no sigo lo que hace GX, pero leí declaraciones de GX en contra de los globitos y el ecuatoriano que supuestamente los inventó. Los xenófobos son así: se refieren a otros aludiendo a su nacionalidad, credo o raza. Antes combatía al colombiano, ahora al ecuatoriano, mañana será al italiano del Delta. No sé a quién apoyará ahora ni con quién estará la próxima semana, pero si es una carnada muy eficiente tal vez logre la presidencia por aclamación y después conquiste el mundo con la consigna “lombrices del mundo, uníos”. Total, a Marx no le fue tan mal con algo parecido. Por cierto, GX significa “Globito Xenófobo”, acrónimo que resume las ideas más profundas de este personaje.


*Profesor en George Washington University.