No treinta, como anuncia la campaña publicitaria, sino trecientos hospitales y un millar de centros de atención primaria, más los kilómetros de caminos y los metros cuadrados de vivienda que ahora prometen podrían haberse construido con la reservas disponibles hace apenas un año.
Reservas: nadie sabe cuántos quedarán en agosto de aquellos cincuenta mil millones. Curiosos y ansiosos andarán hacia septiembre buscando las cifras en Google, tal como ahora los chismosos rastrean los fondos patrióticamente exportados por la provincia de Santa Cruz en vísperas de la crisis anterior.
Ya aparecieron economistas de distintas bandas con sus cálculos de cuánto terminará costando lo que llaman “la crisis del campo”, que no nació en el campo sino en Puerto Madero, donde residía el think tank kirchnerista hasta que en un brote de pudor lo mudaron a la zona de Once. Se ha hablado desde 300 millones –seis hospitales– hasta 4 mil: serían entonces cincuenta hospitales más viviendas, caminos y hasta dos de esos submarinos rusos que colecciona Venezuela.
Reservas: son cifras que hay que tomar con tantas reservas como a la promesa de obras a realizar. Faltan muchos años, muchas licitaciones y comisiones investigadoras y no pocas denuncias y renuncias, de modo que cuando al fin haya un hospital terminado nadie recordará cuánto costó ni qué emergencia política motivó la obra. ¿La salud pública necesita esos hospitales? Tiendo a dudarlo, aunque sobre el tema soy tan ignorante como la dirigencia radical, macrista y carriosa. Ah... Y como la kirchnerista, que alguna vez tuvo en sus filas a Ginés González García, y que al cabo de humillarlo con la falta de respaldo a su ley antitabaco y con su uso electoral para enfrentar al PRO, ya lo ha exportado a Chile, tal vez para familiarizarlo con el cruel y floreciente orden médico neocapitalista trasandino.
En cambio, el decreto emitido expone el criterio político de la utópica Gran Obra Sanitaria: una vez más los fondos se procesarán “federalmente”, eufemismo que indica que se remesarán como otras asistencias del Tesoro, en función de las necesidades del Ejecutivo central.
Escribo esto al amanecer del martes 16 de junio. Dicen que hoy hablará la Presidenta y que mañana volverán a concentrarse en la plaza sus remunerados y obstinados partidarios. Ojalá tengan éxito. Sería terrible que el matrimonio fracase: si cuando gobernaban soberbios hacían una cagada tras otra, no quiero ni pensar qué pasará cuando comiencen a gobernar armados sólo con su caja y su desesperación.