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Defensora de Género

Productividad, maternidad e igualdad: ¿son compatibles?

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Maternidad feminista. Dos conceptos aparentemente contrapuestos, pero no lo son. | cedoc

El domingo pasado fue el Día de la Madre y hubo muchas notas y referencias relativas al tema. La nota de opinión de Esther Vivas: “Por una maternidad feminista y desobediente”, autora del libro Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad desafía a no idealizar la maternidad. Se refiere al ser madre y feminista. Entonces surge la pregunta: ¿es posible ser madre y feminista? Por supuesto que sí, pero surge otra pregunta: ¿existe la maternidad feminista? Y se vuelve a la no idealización de la maternidad, y otros interrogantes: ¿las feministas lo logramos? Muchas de las adolescentes y jóvenes que llenaron nuestras calles en las ciudades del país reconociéndose como feministas y reclamando por el derecho a la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) y apoyar el cambio climático, lo han logrado o están en camino de lograrlo. No estoy tan segura, todas las anteriores lo alcanzaron. Porque quitarse el mandato social de ser madre, no es nada fácil ni sencillo. Quien lo crea está equivocada. Es tan fuerte que incluso cuando una esté muy segura de esto a nivel racional, en lo emocional y subconsciente, la fuerza de nuestra socialización desde el nacimiento, lo hace muy difícil de modificar.

El proceso de deconstrucción de esta concepción es difícil y para eso en general necesitamos ayuda de otras personas, especialmente mujeres con las cuales revisar esa idealización que se filtra por las ranuras de nuestros sentimientos. A esto se suma la culpa, asociada a faltar al deber “sacralizado” de solo cuidar a los hijos, de ser madrazas que todo lo sacrifican, sin entender que esto no es bueno para ninguna de las dos partes. Por eso, entender la maternidad como una función social que no es exclusiva de las mujeres, adquiere una dimensión social, al plantear también la responsabilidad de la sociedad. La maternidad feminista es algo que requiere un Estado que adopta políticas públicas de cuidados para la crianza de los hijos, para el cuidado de los ancianos, de los enfermos, de los discapacitados, además de otras reformas como leyes y normas que regulen las licencias indistintas por hechos como el nacimiento de un hijo, asistir a un padre o una madre enfermos u otro familiar. Además del reparto de las tareas domésticas por igual y sin concentrarse en uno u otro integrante convivientes cualquiera sea la identidad de género. Entonces la maternidad feminista será posible en sociedades más igualitarias, donde se compartan derechos y responsabilidades y se ejerzan roles en forma indistinta. Es un camino que ante el impacto de la pandemia no podemos eludir.

Esto es más difícil en ciertos grupos, en la nota del domingo Patricia Valli en 50/50 expone sobre las mujeres rurales y las brechas que experimentan. Es un ejemplo. Empezando por el reconocimiento de sus tareas como trabajo y por lo tanto reciban una retribución económica. Las voceras de la red de Mujeres Rurales recordaron que, si bien ellas constituyen el 43% de la mano de obra agrícola, no logran retribución alguna. El universo de las mujeres rurales es muy diverso: hay indígenas, pequeñas y grandes productoras agrícolas y de alimentos, artesanas, y también profesionales y científicas. Ellas hablaron de “acaparamiento de la tierra”, señalando que América Latina y el Caribe es la región, más desigual en relación a la distribución de la tierra: el 1% de las grandes unidades ocupan más que el 99% restante, en este grupo es donde se encuentra la mayoría de ellas. Las mujeres rurales tienen otra brecha importante: la falta de conectividad, desigualdad tecnológica que limita el acceso a créditos, a educación y a comercializar su producción, su trabajo. La FAO reconoce que si se logra igualdad de oportunidades para las mujeres rurales, la producción agrícola crecería un 20-30% y reduciría el hambre hasta un 17%. Entonces mejorar el acceso de la diversidad de las mujeres rurales a la tierra, a la conectividad, al crédito, a una mayor productividad beneficiará a la sociedad en su conjunto. Para lograrlo necesitamos también una sociedad más igualitaria en todos los niveles y ámbitos del país. Eso lo plantea la Agenda 2030 y sus 17 ODS, cuya implementación debemos reforzar y acelerar. Sabemos que hay que hacer el desafío. El Gobierno debe dar las posibilidades, pero todos los sectores debemos participar. Es responsabilidad inicial del Gobierno garantizar la participación de todos. Están dadas las condiciones si se superan las divisiones políticas partidarias y se supera la “grieta” que solo beneficia a algunas dirigencias políticas.

Termino con una nota optimista en polideportivo el sábado Nadia Podoroska reconoce: “Mi objetivo es seguir disfrutando”, y agrega “lo más lindo que le puede pasar a una deportista es sentir que genera contagio”. Ojalá todas puedan sentir lo mismo frente a su futuro.