La reciente Resolución 1632 del Ministerio de Salud de la Nación, que prohíbe la venta de ciertos productos en las farmacias, ha generado un fuerte debate. A partir de su entrada en vigencia, será ilegal vender en una farmacia un babero, una barra de cereales o un par de medias.
La legalidad de dicha norma es muy cuestionable, por lo que Farmacity recurrirá a la justicia para que se expida. Pero más allá de lo jurídico, la pregunta es: ¿Cuál es el propósito de la regulación, y a quién busca beneficiar?
El sector de farmacia, como eslabón esencial del sistema de salud, indudablemente debe ser regulado por el Estado para que cumpla con los objetivos del bien común: asegurar cobertura universal, con medicamentos de calidad, con profesionales farmacéuticos al servicio del paciente, con la mejor calidad de atención y a los menores precios posibles. ¿Cuáles de estos objetivos persigue esta resolución?
Claramente no beneficia a la gente.
Desde su misma concepción, Farmacity ha sido siempre una empresa orientada a la gente. Innovó a partir de modelos exitosos de otros países, adecuándolos al gusto de las familias argentinas. En un sector acostumbrado a decidir todo en mesas chicas, de espaldas a la gente, nuestra clave del éxito fue pensar primero en la gente y enfocar todos nuestros esfuerzos para atenderla mejor. A pesar de los muchos errores cometidos, mantenemos una obsesión desde el momento cero: mejorar cada vez más en el servicio a nuestros pacientes, cuidando de su salud y su bienestar.
Sólo como ejemplo, basta recordar la odisea que resultaba tiempo atrás conseguir un medicamento por la noche, cuando no existían farmacias abiertas 24 horas todos los días de la semana.
Fueron los pacientes, con su decisión de compra y con encuestas hechas a lo largo de los años, quienes nos enseñaron qué quieren comprar en nuestras farmacias. Las categorías que se incorporaron buscan su comodidad, y las eliminadas lo fueron por no ser valoradas.
Creemos en la gente y en su capacidad de decidir: así como en el rol ciudadano el poder te lo da el voto, como consumidores el poder te lo da la decisión de qué comprar, a quién y dónde.
Prohibirle a una madre que va en busca de un medicamento a una farmacia que compre un chupete para su bebé o un alfajor para su hija, con el supuesto argumento de defender a la salud pública, no puede sino considerarse un insulto a la inteligencia del pueblo argentino.
También podría uno aducir que la regulación debe beneficiar a los trabajadores del sector. Sin embargo, la llegada del nuevo formato al sector marcó un punto de inflexión: más puestos de trabajo, mejores remuneraciones, más inversión en capacitación y pleno cumplimiento de leyes laborales y previsionales. Los dirigentes gremiales del sector dan fe de ello.
Tras dieciseis años de invertir en el país, y con presencia en catorce provincias, damos hoy empleo directo a 4.697 personas, incluyendo 537 profesionales farmacéuticos.
Si en cambio el objetivo fuera proteger a las farmacias tradicionales, flaco favor es imponer una limitación a su posible surtido. Que algunos de sus voceros defiendan la norma suena más bien a defensa de otros intereses.
Permanecen entonces las preguntas: ¿Qué intereses se priorizan cuando se decide semejante irracionalidad? ¿Quién es el verdadero beneficiario de una medida orientada a dañar a las farmacias innovadoras para mantener al sector minorista atomizado, debilitado y ahogado financieramente?
Grupos preocupados por nuestro crecimiento quieren frenar la modernización del sector, aduciendo que el modelo de negocios –implementado ya por muchos en el país– es un atentado contra la salud pública. Parece irrisorio, pero avanzan con su cometido.
La respuesta pasa por el manejo del negocio de los medicamentos en el país. Es un sector que factura $ 50.000 millones al año, con precios muy por encima de los vigentes en países comparables. El tema excede esta nota y será objeto de debate pronto. Un anticipo: los ganadores son siempre los mismos: los laboratorios medicinales. Una mano maquiavélica, detrás de bambalinas, teje y da las órdenes.
*Presidente y cofundador de Farmacity.