La prosopografía es una disciplina auxiliar de la historia que estudia la biografía de una persona como miembro de un colectivo social, representando “una categoría específica de la sociedad, estamento, oficio o rango social, por lo general, de las élites sociales o políticas”. Etimológicamente proviene del griego ‘prosōpon’: persona, y ‘grafía’: descripción.
En el libro La dirigencia política argentina. De la organización nacional al centenario compilado por Beatriz Bragoni, Eduardo Míguez y Gustavo Paz, se realiza un análisis de los políticos argentinos desde fin del siglo XIX hasta 1910, el período de mayor crecimiento de la Argentina. Con la vista puesta en no simplificar “las complejas y cambiantes combinaciones de motivos que impulsan a los agentes políticos”, Eduardo Zimmermann cita al historiador inglés Lawrence Stone diciendo: “Muchos autores de estudios prosopográficos instintivamente optan por una visión simplista de las motivaciones humanas según la cual el origen de una acción es una cosa u otra (motivos religiosos o políticos como fundamento de una decisión)... En la vida real, la naturaleza humana no parece funcionar de ese modo. Los individuos son movidos por una convergencia de fuerzas en constante cambio, un paquete de influencias tales como el parentesco, las amistades, los intereses económicos, los prejuicios de clase, los principios políticos, las convicciones religiosas y demás que solo pueden ser desenredados con un propósito analítico”.
A más de un siglo del voto calificado, la baja participación electoral relativiza el voto universal
Tomando la idea de los diferentes tipos de capitales del sociólogo francés Pierre Bourdieu, se refiere a “los sutiles entrelazamientos de la riqueza material, la acumulación de saberes como proceso formativo de un capital cultural y las redes sociales y familiares que conforman un capital relacional”.
Sobre la vinculación entre riqueza económica y poder político, el director de la Comisión de Publicaciones de la Academia Nacional de Historia más adelante escribe que en el desarrollo de un proceso de profesionalización de la política “parece haber contado más la acumulación de capital cultural y relacional, que no siempre estaba directamente vinculado con la fortuna económica. Las universidades y las redacciones de ciertos periódicos se vuelven entonces ámbitos de sociabilidad y de formación de esos capitales que en muchos casos van a impulsar las trayectorias políticas más exitosas”.
La supremacía dentro de Juntos por Cambio de figuras del PRO por sobre las del radicalismo para ocupar las precandidaturas a presidente, gobernador de la provincia de Buenos Aires y con la sola excepción de Martín Lousteau también a jefe de Gobierno de Ciudad de Buenos Aires, permite reflexionar sobre si la Argentina de la tercera década del siglo XXI en alguna proporción regresa a la prosopografía de la época en que un partido conservador liberal –el Partido Autonomista Nacional– gobernó el país ente 1874 y 1916.
Ese período fue denominado “la república oligárquica”, porque concluye con la aprobación del voto universal y la cada vez menor participación ciudadana en las votaciones, fenómeno crecientemente notorio en las elecciones de 2021 y pronunciado en 2023 en las elecciones provinciales que ya se desarrollaron, que nos devuelve en alguna proporción a una forma de voto parcialmente no universal.
Los compiladores de La dirigencia política argentina. De la organización nacional al centenario caracterizan su período de estudio en el momento en el cual “grupos sociales ubicados en la cúspide buscaron preservar sus atributos de diferenciación y rediseñar su protagonismo en un nuevo orden”. Salvando las distancias, desde estas columnas ya se destacó que tanto Horacio Rodríguez Larreta como Patricia Bullrich tienen un linaje aristocrático que los emparienta con aquel momento histórico.
Horacio Rodríguez Larreta “es bisnieto de Carlos Rodríguez Larreta, canciller y ministro del Interior de los presidentes Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta, y de Antonio Leloir, proyector de la Residencia Leloir y antiguo propietario de lo que actualmente es el barrio Parque Leloir en el partido de Ituzaingó; tataranieto de Mariano Unzué, propietario del Palacio Unzué, antigua residencia presidencial; y tatara-tatara-tatara nieto de Manuel Oribe, presidente de Uruguay. Además, su tío bisabuelo, su homónimo Horacio Rodríguez Larreta, fue procurador general de la Nación entre 1923 y 1935”.
Patricia Bullrich “integra la familia tradicional argentina de los Pueyrredón..., cuyos miembros más destacados fueron Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816-1819), y Honorio Pueyrredón, ministro de Agricultura (1916) y posteriormente ministro de Relaciones Exteriores (1917-1922) del presidente Hipólito Yrigoyen. En su familia también hubo dos intendentes de la Ciudad de Buenos Aires: Adolfo Bullrich (1898-1902) y Carlos Alberto Pueyrredón (1940-1943)”.
En ambos casos se agrega la porteñización de la política, lo que el gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora llamó el domingo pasado “los pituquitos de la Recoleta” y que en el reportaje largo de mañana en PERFIL el probable gobernador de Santa Fe, amplio ganador de las PASO en su provincia, Maximiliano Pullaro, dice sentirse identificado con ese grito del interior que lanzó el electo gobernador cordobés. Aristocracia porteña.
El nuevo gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, representó al interior gritando “pituquitos de Recoleta”
En Unidos por la Patria, tanto Sergio Massa como Juan Grabois son porteños y Cristina Kirchner de porteñidad extendida: bonaerense de La Plata. Cien años después de aquel glorioso centenario, cuando Argentina ostentaba ser la séptima mayor economía del mundo, no tiene nuestro país perspectivas de tener un presidente obrero como Lula en Brasil ni un presidente de una minoría como Obama en Estados Unidos. La representación de la “no aristocracia” la encarna la clase media bonaerense. La protesta del interior ante el centralismo porteño atañe también al actual gobierno nacional y sus candidatos a continuarlo.
La época de presidentes exgobernadores del interior profundo como Carlos Menem o Néstor Kirchner parece haber quedado atrás con la reforma constitucional de 1994 y la nacionalización los medios de comunicación porteños. Producto de las condiciones de posibilidad, es lo que hay.
La columna de este domingo: Y Laclau llegó al PRO