El voto ha lastimado severamente el modelo K. No lo ha quebrado ni agotado. Un modelo se define como un esquema de acumulación y de distribución de riquezas y de poder político. El modelo K concentró riquezas y concentró pobrezas. Basta ver el coeficiente de Gini de Naciones Unidas para advertir el retroceso redistributivo del ingreso. En cuanto al poder político, lo ejerció con prepotencia y soberbia. Esas características es lo que el voto popular ha rechazado.
Es obligación del bloque de la Coalición Cívica hablarle a la sociedad con propuestas afirmativas. Estas son alternativas al modelo K de poder:
*Derogación de la ley de superpoderes que concentra capacidad en el Poder Ejecutivo para redistribuir partidas presupuestarias anulando la atribución constitucional del Congreso de la Nación en materia presupuestaria.
*Apertura del debate parlamentario sobre la punibilidad de los delitos del poder. Se trata de llevar a la legalidad penal argentina los estándares internacionales en materia de lucha contra la corrupción. Terminar con la impunidad de los delitos del poder es a mi juicio el huevo de la serpiente de la decadencia. Allí radica casi todo. Hay que decir que la impunidad de la corrupción es inseguridad jurídica y tiene un alto impacto en la dinámica económica del país.
*Redistribución federal de parte de los impuestos no coparticipables. No podemos seguir engañando a la sociedad con el discurso vacío de una promesa de reforma de la Ley de Coparticipación Federal. Esa reforma hoy es técnicamente imposible. Pero las provincias argentinas deben ser respetadas y devolverles sus riquezas naturales y productivas. De allí que debería debatirse una ley de redistribución federal del 50% de los derechos de exportación con destino exclusivo a obras de infraestructura vial, energética, hídrica o escolares. Todo, previo garantizar financieramente el ingreso ciudadano a la niñez como piedra angular de los principios que comprometen a los diputados de la Coalición Cívica.
*Diputado de la Coalición Cívica por Córdoba.