COLUMNISTAS
ilusiones monetarias

Que la realidad no nos arruine el relato

A diferencia de la Argentina, todos los bancos centrales de países emergentes exitosos aprovecharon la coyuntura internacional para instrumentar políticas antiinflacionarias. Exitismo en Cristina y Mercedes.

Szewach
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En sendos discursos, tanto la Presidenta de la Nación como la del Banco Central reivindicaron el “nuevo papel” de la entidad monetaria en la macroeconomía argentina. Las frases utilizadas fueron grandilocuentes y, por supuesto, muy bien dichas por dos excelentes oradoras. “Defender la moneda es hacer crecer el PBI.” “No vamos a esterilizar el crecimiento.” “La moneda tiene que estar al servicio de la economía real y no a la inversa”, etc., etc.
Sin embargo, basta con mirar a todo el mundo emergente exitoso, tanto en la región como en Asia, para darse cuenta de que, a pesar de la belleza de la prosa, ésta no deja de ser falsa.

En efecto, todos los bancos centrales de los países exitosos del mundo emergente han aprovechado la extraordinaria coyuntura internacional, precios relativos a favor de las producciones de estos países y tasas de interés en el mundo desarrollado cercanas a cero, para instrumentar políticas de metas de baja inflación y flotación del valor de sus monedas al ritmo del precio de sus exportaciones y del flujo de capitales. Todo el mundo emergente, y en especial en la región, marcha claramente “a contramano” de lo que sugieren nuestras “presidentas”.
Y a ellos no les va tan mal. Al contrario, sus países han crecido sustancialmente con bajísima inflación. Es decir, han crecido en forma “progre”, evitando que sus sectores más vulnerables financien el crecimiento con el impuesto inflacionario.

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Lo que no dicen nuestras damas es que la economía argentina tiene un sistema financiero minúsculo (la mitad de lo que era en 2001, cuando tampoco era muy grande que digamos), y que ello se debe, básicamente, a que a las dramáticas consecuencias reputacionales de la explosión de la convertibilidad, hay que agregar que con 25% anual de inflación y tasas de interés fuertemente negativas, la demanda real de dinero está cayendo y los depósitos se concentran en plazos extremadamente cortos, lo que impide fondear mucho crédito y a plazos. Y en un país sin crédito, sólo invierten los que tienen alta rentabilidad en proyectos de corta maduración. Los amigos del poder que reciben alguna prebenda, o los extranjeros, en especial los vecinos, que se financian en sus propios sistemas financieros, en donde los bancos centrales, insisto, sí ponen la moneda al servicio del PBI al defender su valor.

No es casualidad que en los últimos año se anuncie permanentemente la venta de empresas argentinas a manos de brasileños, chilenos o peruanos. Paradójicamente, nunca antes la industria argentina se desnacionalizó tanto. Y esto no está mal, al contrario, bienvenidas las inversiones de cualquier lugar mientras les den trabajo a los argentinos. Simplemente, esto es una prueba más de lo bien que funcionan los bancos centrales vecinos que, haciendo lo opuesto a lo que sugieren las autoridades argentinas, han permitido que sus países crezcan. Que mejore la distribución del ingreso y que sus empresas y ciudadanos tengan acceso a crédito de largo plazo.

Las nefastas consecuencias de tasas de inflación altas no podrían ser ignoradas ni discutidas en un país, como el nuestro, que ha perdido posiciones relativas en el mundo en las últimas décadas y que mantiene un porcentaje importante de la población bajo la línea de pobreza. Mucho menos podrían ser discutidas por una administración progresista.

Sin embargo, y pese a la evidencia empírica que nos rodea, el relato oficial nos intenta confundir presentando el falso dilema de que 25%-30% de inflación es mejor que la “paz de los cementerios”.
Obviamente, tiene razón la presidenta del Banco Central cuando argumenta que, aisladamente, una política monetaria antiinflacionaria tendría, posiblemente, consecuencias negativas sobre el crecimiento en el corto plazo. Pero eso la debería llevar a reclamar una política monetaria, cambiaria, fiscal, de financiamiento público y de ingresos, consistente con una baja gradual y sistemática de la tasa de inflación.

En lugar de ello, dos damas inteligentes y educadas nos toman por tontos y nos quieren hacer creer que lo que pasa hoy en la región es un espejismo y que la economía buena y sustentable es la nuestra.
Un aforismo del mal periodismo dice “que la realidad no te arruine la noticia”.
Parafraseando, se podría decir que la mala política implica que “la realidad no te arruine el relato”.