No es 2009 el año de Boca. Terminó 14º en el Clausura, fue eliminado de la Libertadores, de la Sudamericana y ahora está décimo en el Apertura. En el torneo anterior con Carlos Ischia y en este con Alfio Basile. Las cosas pueden esconderse un tiempo, por algún récord de Palermo o alguna lesión de Riquelme. Pero no siempre.
A comienzos de año, pasaron varias cosas. Una de ellas fue que Carlos Bianchi se hizo cargo del vacante puesto de mánager. Fue el primer foco de discrepancias. Su llegada generó varias cosas. La primera y principal, que la voz “papal” de Mauricio Macri estaba en contra. A Macri, por su vieja pelea con Bianchi, no le gusta nada la vuelta al club de un tipo al que la gente quiere más que a él. Basta con recordar que cuando Mauricio debió elegir entre Bianchi y el dirigente Salvestrini, eligió a este último. Y en otra muestra, encontramos que el Virrey se levantó de una conferencia de prensa (23 de septiembre de 2001), dejándo solo y sorprendido al joven Mauricio.
Aquella vez, y esta semana de nuevo, Macri cuestionó la llegada de Bianchi a Boca como mánager. En algo tiene razón: para este momento de Boca, el contrato de Bianchi es muy caro. Pero lo que no dice es que él mismo es responsable de esta economía.
Después, el fallecido Pedro Pompilio trajo a Riquelme en una suma exorbitante. Y eso hay que pagarlo. Es más, se está pensando seriamente en aceptar la oferta del Corinthians (2.500.000 dólares) porque Román queda libre en junio. El jugador dijo que no se quiere ir, salvo que “los dirigentes hagan pública la oferta”. Hay quienes quieren que Riquelme se vaya, hay quienes no. El propio jugador no está demasiado convencido de quedarse. Sus últimos dos años y medio no estuvieron a la altura de lo que se esperaba. Las lesiones minaron su rendimiento y llegó a esta lesión en la planta del pie que lo alejó de las canchas hasta el año próximo. Riquelme dice que este año está jugándolo gratis, pero eso no lo cree nadie. A la hora del arreglo, él quería más plata, no se la dieron y salió a declarar eso. La realidad es que cada fin de mes se lleva para su casa una bonita suma. Que seguramente merece, pero no está jugando gratis.
Con Ischia como entrenador, Boca quedó decimocuarto y fue eliminado de la Copa Libertadores. El técnico quedó en situación de salida, aunque su despido/renuncia se demoró para cuidar las formas y para que los dirigentes se tomaran un tiempo en la elección de su sucesor. Y su sucesor fue Alfio Basile, porque “ganó todo lo que jugó”. El plantel se quedó sin Caranta, Palacio, Roncaglia, Vargas, Figueroa y Forlín. Basile se sentó con Bianchi y pidió. “Insúa”, dijo. Y se lo trajeron. “Volvió Krupoviesa de Francia”, le informaron. “Se queda, me gusta”, dijo el Coco con su voz ronca. “Hay un chico de apellido Gunino, uruguayo, bueno, hay que llevarlo despacio”, le sugirió Bianchi. “Está bien, lo probamos en la gira”. Además, de todo esto, Basile recibió de vuelta a Marino y a Ariel Rosada, y sumó a Gary Medel, jugador asiduamente citado por Bielsa en la selección chilena. Se fue de gira a Europa y los resultados y los rendimientos fueron buenos. El preparador físico de Boca, Carlos Dibos, se quejó de la falta de pretemporada adecuada. “Tengo miedo de que paguemos esto durante el torneo”, deslizó alguien del cuerpo técnico…
La afirmación de que Boca está pagando esa gira europea es difícil de probar. De hecho, el mismo Bianchi la desechó como excusa: “En 2003, nos fuimos a Washington y después ganamos todo”. La cantidad de lesiones (Riquelme, Mouche, Morel Rodríguez, Battaglia, Marino, Paletta) y los bajos rendimientos de tipos que eran un cheque al portador (Abbondanzieri, Ibarra) dieron como resultado un décimo puesto en el Apertura ’09 y la lejanía infrecuente de la clasificación para la Libertadores. Esa ubicación, y sobre todo quedar afuera de la Copa, despertó a los dirigentes que cuestionan a Basile. Coco no se siente respaldado porque dice: “Yo les acepté a Medel, no me trajeron a Schiavi ni a Bergessio, y encima se quejan”. La llegada de Basile no tuvo aceptación unánime. Los más fervientes “basilistas” son Juan Carlos Crespi y José Beraldi, dos de los dirigentes que mayor espacio de poder perdieron con la llegada de Bianchi.
Sin un fuerte respaldo (Bianchi dijo: “En otro momento hubiese elegido a otro, hoy Basile es el indicado”), Coco siente que si los resultados no llegan, la cosa se le pondrá cuesta arriba. Macri no se atrevió a cuestionarlo, pero sabido es que cuando Grondona lo convocó a la Selección él estuvo de acuerdo. Quería a otro.
Obviamente, Basile tiene responsabilidad en lo que pasa. Boca no juega bien, tiene rendimientos aceptables espasmódicos, pero –excepto la victoria sobre Chacarita– no se recuerdan actuaciones notables en este nuevo ciclo. La ubicación de Gaitán como delantero en lugar de Mouche es un acierto, pero tiene un peso relativo como para contraponerlo a tanta cosa negativa. En general, juega equivocado. Por ejemplo, contra Central, hace dos domingos, jugó como si estuviera Riquelme pero estaba Insúa. Y Pocho, se sabe, es otra cosa. Boca no tiene variantes, siempre quiere jugar igual y tomarle la mano se convirtió en el hobby preferido de sus rivales.
El año se termina y es lo mejor que le puede pasar. El equipo no funciona, el técnico está cuestionado, Riquelme no lo dice pero se quiere ir a Brasil, Palermo hizo sólo cuatro goles y el resto no da garantías.
Lo único que parece haber quedado como en los buenos viejos tiempos es el enfrentamiento Macri-Bianchi, que sumó una nueva página en la semana que está terminando. El resto, hay que levantarlo. Y a esta altura, no se sabe si a Basile le darán el tiempo para hacerlo.