El título de esta columna, además de un homenaje al hit de la banda británica The Clash, representa la principal línea divisoria con vistas a la segunda vuelta electoral francesa del próximo 7 de mayo. Emmanuel Macron, candidato del flamante espacio político En Marche!, encarna la continuidad de Francia en la Unión Europea y del euro, mientras que Marine Le Pen, líder del consolidado Frente Nacional, personifica la ruptura con el poderoso bloque. Permanencia en el orden europeo de posguerra versus retracción nacionalista, será la inédita disyuntiva de hierro que enfrentarán los franceses dentro de una semana,
El proceso de globalización generó en los países centrales una serie de transformaciones sociales y económicas con fuerte impacto político en términos de ganadores y perdedores. En Francia, si bien se expandió el comercio internacional, la movilidad de personas y las inversiones directas y financieras de la mano de la integración europea, la globalización también implicó el traslado masivo de la producción industrial desde el país galo hacia naciones menos desarrolladas (el fenómeno de la “delocalisation”). Ello causó una profunda contracción del empleo en el sector manufacturero que no fue compensada en igual proporción por la creación de puestos de trabajo en otros sectores. La prosperidad de los sectores más dinámicos concentrados alrededor de ciudades como París, Bordeaux, Toulouse o Lyon versus la decadencia de localidades intermedias o pequeñas del “cinturón oxidado francés”.
De cara al ballottage, las principales preocupaciones de los franceses son el desempleo, la inseguridad, la seguridad social y la falta de dinamismo de la economía. ¿Cómo se expresan esas preocupaciones en las propuestas de campaña de los contendientes de la segunda vuelta? Macron dirige su mensaje liberal y defensor del orden europeo hacia aquella Francia más educada, tecnológica y cosmopolita, mientras que Le Pen apunta su discurso nacionalista y anti-inmigratorio a esa última Francia obrera, rezagada y tradicional, aunque también al francés de centro que se ve amenazado por el terrorismo y la inmigración. Es una tensión similar que viene de darse en las recientes elecciones americanas.
En tal aspecto, la piedra basal de la plataforma de Macron es el encuadramiento de Francia dentro del gobierno de la Unión Europea y la zona euro, y avanzar en la coordinación fiscal y financiera. En particular, ello supone la formulación de un presupuesto común, la regulación de las transferencias financieras entre los Estados miembros y la posibilidad de endeudarse en los mercados financieros en carácter de actor único. En las antípodas, Le Pen propone convocar un referéndum para abandonar el euro, remover la frontera común del espacio Schengen y replantear acuerdos comerciales con los países vecinos.
Pero las diferencias programáticas no acaban allí. Por un lado, Macron impulsa políticas tendientes a achicar el Estado, redefinir su intervención así como reducir la injerencia de las entidades empresariales y sindicales. Por el otro, Le Pen promueve la expansión del sector público, focalizando beneficios en sectores sociales bajos, en simultáneo a la exclusión de los inmigrantes. A una semana de la elección, las encuestas favorecen al candidato de centro en una proporción 60/40. Sin embargo, la ausencia de los dos grandes partidos tradicionales en la definición supone de por sí una redefinición irreversible del sistema político francés.
(*) Martín Grandes, Economista, Conicet y Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París.
(**) Daniel Montoya, Politólogo.