En el programa de televisión Corea del Centro, que hacían Ernesto Tenembaum y María O’Donnell por NET TV hace unos años, al terminar cada reportaje el entrevistado tenía que agrupar de mejor a peor a los presidentes desde la recuperación democrática. Era una buena forma de sintetizar las contradicciones en las preferencias ideológicas porque si fuera elegir solo el mejor y el peor la grieta haría todo previsible pero, al ser entonces siete presidentes, el orden de valoración de todos completaba el cuadro. Había que ordenar preferencias desde Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Me preguntaba hoy cómo hubiese rankeado Alberto Fernández si el programa se emitiera en 2023.
La pregunta me la disparó un tuit de Hernán Lombardi al minuto de conocerse la decisión del Presidente de no competir, que decía: “Fue irrelevante desde el principio hasta el final. Destruyó el valor de la palabra presidencial. Nadie recordará ni lamentará al peor presidente desde 1983.Deja infinita pena y nada de gloria. Inflación al 110%. Dólar a 435. Pobreza al 45%”.
¿Es así? Midamos la evolución de los mismos tres parámetros que elije Lombardi, dos en realidad porque el precio del dólar a largo plazo acompaña a la inflación.
Inflación del 110% y desempleo del 6% es el inverso de 2001, con 0% de inflación y 18% de desempleo
Aplazos en inflación. La inflación anualizada que dejó Duhalde a Néstor Kirchner en mayo de 2003 era del 4% mientras que la que dejó Néstor Kirchner fue del 17%, la que dejó Cristina Kirchner fue del 27%, la que dejó Macri fue del 54% y la que dejaría Alberto Fernández sería alrededor del 110%. Néstor Kirchner multiplicó la inflación más de tres veces, Cristina Kirchner aumentó la inflación el cincuenta y nueve por ciento (vale aclarar que ella gobernó ocho años y todos los demás presidentes solo cuatro), mientras que Macri y Alberto Fernández aumentaron la inflación lo mismo: un cien por ciento.
Aplazos en pobreza. La pobreza que dejó Néstor Kirchner fue del 37%, la que dejó Cristina Kirchner fue del 29%, la que dejó Macri es del 32,5% y la Alberto Fernández hoy es del 45%, Macri aumentó la pobreza un doce por ciento, Alberto Fernández la aumentó el treinta y nueve por ciento, mientras que Cristina Kirchner la había bajado el veintidós por ciento (la tomó en el 37% en 2007 y la llevó al 29% en 2015) y Néstor Kirchner la había bajado el cuarenta por ciento (la tomó en el 62% en 2003 y la llevó al 37% en 2007). En distinta proporción los últimos dos presidentes aumentaron la pobreza: más Alberto Fernández y menos Mauricio Macri.
¿Los resultados de cada período presidencial dependen de la tendencia con que se viene? Que los últimos dos presidentes hayan coincidido con aumentos de pobreza como que los dos anteriores hayan coincidido con la disminución ¿habla solo de sus exitosas o fracasadas políticas o de momentos más y menos propicios que a cada uno le tocó enfrentar? Claramente a ambos condicionantes, lo recibido y lo hecho; por lo que hay que ponderar que Alberto Fernández ni tampoco, aunque en menor medida, Mauricio Macri fueron beneficiados por la diosa de la fortuna durante sus presidencias como sí lo fueron muy especialmente Néstor Kirchner y en menor medida Cristina Kirchner.
La economía no es todo. Pero, aunque son determinantes, sería muy injusto circunscribir toda valoración de un presidente a los resultados económicos, en ese caso Alfonsín sería por todos clasificado como el peor presidente desde la recuperación de la democracia porque terminó con hiperinflación, lo que también conlleva a un aumento exponencial de la pobreza. Y la gran mayoría de los invitados al programa de Tenembaum y O’Donnell coincidían en colocar a Alfonsín y Néstor Kirchner entre los dos mejores presidentes desde 1983.
Otro ejemplo de que la economía no es todo es Menem, quien al asumir como presidente en 1989 la hiperinflación había disparado la pobreza al 47% y al entregar su segundo mandato en 1999 la bajó al 27% en su segunda presidencia (en la primera presidencia la había bajado al 22%) reduciéndola en igual proporción que Néstor Kirchner, pero además bajó la inflación de 3.079% anual a cero diez años después, sin embargo pocos calificaban a Menem en el podio de los mejores presidentes desde la recuperación democrática. Su mensaje antirrepublicano, transgresor, excesivamente hedonista y hasta impudoroso lo hacían salir siempre derrotado en las batallas culturales, empañando sus logros económicos.
Hoy la mayoría venera a Alfonsín y muy pocos a Menem aunque la ponderación de valores puede cambiar con las épocas: la desaparición de la inflación hacia 2001 hizo que la sociedad se acostumbrara a los beneficios que produce la estabilidad poniendo énfasis en los efectos secundarios negativos que por entonces fue el aumento del desempleo. Dos décadas después, con un desempleo bajísimo, solo el 6% un tercio del que dejó Menem, una inflación del 110% revaloriza la estabilidad de los años 90 y desvaloriza el bajo desempleo actual.
“El príncipe precisa voluntad y fortuna”, escribió Maquiavelo en sus lecciones para gobernar
Alfonsín, Néstor Kirchner y Menem, con sus claros y oscuros, están en el podio de los tres presidentes que más positivamente influyeron en la vida de una parte de la sociedad. En sentido opuesto se encuentran De la Rúa, Alberto Fernández, Macri y Duhalde. Cristina Kirchner concentra por igual balance positivo y negativo.
¿Tuvieron mala suerte los presidentes no valorados? La respuesta es que la mayoría de ellos, sí. De la Rúa podría mencionar el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York, que quitó la atención del gobierno de los Estados Unidos por Latinoamérica mientras que México en 1995, Brasil en 1999 y Uruguay en 2002 tuvieron ayudas especiales que les permitieron cruzar sus propias crisis y –miopemente– no fue así en el caso de Argentina. Podría argumentar que le tocó la soja a algo más de doscientos dólares la tonelada cuando un año después estaba al doble. Paralelamente, Duhalde sostuvo que si no hubiera sucedido el asesinato de Kosteki y Santillán en el puente al ingreso a la Capital, él mismo y no Néstor Kirchner podría haber sido electo presidente en 2003 y otra hubiera sido la historia.
¿Fue Alberto Fernández el presidente con peor suerte de todos? La respuesta es sí, más allá de que irrite a quienes padecen sus malos resultados, la combinación de pandemia, guerra y gran sequía hubiera sido un combo capaz de consumir la reputación de cualquiera. Estas vicisitudes les caben a todos los presidentes de los países vecinos que perdieron sus elecciones presidenciales de 2020 en adelante pero terminaron más enteros que Alberto Fernández. Aunque al presidente argentino habría que agregarle dos mochilas que no eran una sorpresa ni obra de la fortuna: la otra “calamidad” (como calificó Aníbal Fernández): tener como vicepresidente alguien con más poder que él y el endeudamiento extraordinario con el Fondo Monetario Internacional. Estas “calamidades” preexistentes podrían haberse sorteado con mejor fortuna, pero como decía Maquiavelo en sus lecciones para gobernar: “El príncipe precisa voluntad y fortuna”. Hacen falta las dos.