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Rejuntados sin tantos cambios

Reunionismo. Macri, tras el encuentro de JxC.
Reunionismo. Macri, tras el encuentro de JxC. | Prensa JxC

Metáfora del subdesarrollo político. Foto de Mauricio Macri cerrando un descascarado portón de hierro, hace 72 horas. Se iba de un revulsivo encuentro del PRO en un galpón: secretismo interior, ambiciones desatadas y una escenografía decadente. Otra foto, en los próximos días, mostrará al mismo personaje en un elegante salón de Madrid, cuidado y bien provisto, acompañado por dos famosos ex mandatarios de España: José María Aznar y Felipe González. 

A la reunión porteña, además, ni siquiera asistieron las dos divas del partido, María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich, con excusas características, mientras la única duda de Aznar y González pasa por la ubicación que tendrán al lado de Macri: los dos compiten por estar a la derecha, uno por tradición, el otro por cambiar el socialismo español hacia ese flanco desde que integró a su país a la OTAN. Y sobre todo desde que se vinculó luego al gran mundo de los negocios acompañando al mexicano Carlos Slim (ahora navega cerca de un empresario menos liberal, el argentino Hugo Sigman).

Se publicita Macri con el libro junto a sus ibéricos ex compañeros de gremio en una reunión de compleja organización: la distancia política se ha diluido entre el  madrileño y el sevillano, pero la confrontación de egos se mantiene. El argentino los logra juntar –vaya a saberse el precio– por una presunta cuestión de amor, afinidad o simpatía. Es lo que dicen. 

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Repite el boquense el mismo ejercicio de difusión de Cristina, aunque en el plano internacional: ambos creen que hay muchos interesados en atender sus cuitas pasadas en la Casa Rosada. Son enanos de Mandela. Y aspirantes a reincidir en el poder. Lo hizo la viuda antes de las últimas elecciones, persiste Macri ahora en la misma vocación a pesar de que repite que no desea volver a pernoctar en Olivos. Y solo desea conservar un liderazgo partidario, sostener unida a su fracción partidaria, oponerse a la autocracia del kirchnerismo. 

Parece que una sola persona, gravitante, es la que más desconfía de esa promesa: su esposa Juliana. A ella no le cierran los propósitos declamados por su marido, tanto que mas de una controversia se rumoreó entre ellos por ese motivo. Quizás, si viajan juntos hoy a España, haya tiempo para un bucólico reposo que les alegre la vida. Por supuesto, no en la agobiante Madrid, mejor una salida al mar.

Salmones y camaleones (el regreso de Aníbal Fernández y Florencio Randazzo)

Parte Macri en un momento clave: cuando más de uno lo sospechaba sepultado en el PRO, empezó a respirar de nuevo por la avidez acelerada de Horacio Rodríguez Larreta por asumir una vacancia supuesta de liderazgo y decidido a escriturar la Capital con Vidal y la provincia de Buenos Aires con Diego Santilli. Quizás, un apresurado y prematuro intento de desalojo: no alcanzaron forzadas fotografías de unidad en su entorno, respaldo de intendentes y punteros cercanos. 

Por el contrario, esa carrera contra el reloj hasta rescató de los escombros a otros enterrados, como la UCR en la región bonaerense–zombies que se despiertan cuando encuentran un aspirante novedoso, en este caso Facundo Manes– o la facción de Elisa Carrió, quien dejó de navegar a su lado: la llamada notable ciudadana de Exaltación de la Cruz renuncia de pronto exilio, se postula y, típico de su carrera, del encono con Macri pasó a una cordial relación por las milanesas que prepara Juliana. En este caso no fue necesario el trámite gastronómico: fue suficiente el celular.

Se entendió que el desayuno entre Larreta y Macri, el viernes 25, resolvería diferencias. Tenso, distante, solo sirvió para contener expectativas. Desde el macrismo se escucha una pregunta: ¿Desde cuándo los gerentes se convierten en dueños de la empresa? Un tiro al blanco, no por elevación. Del otro lado, una reflexión insinuante: el ingeniero y su gente empezaron a ser “problemáticos”,  justo con quienes deben protegerlo de las acechanzas judiciales. 

Esa discordia explícita también debe zanjarse en Capital, el santuario PRO: la pupila de Horacio, Vidal, quiere que su colega Patricia vaya en tercer lugar, no primereándola. Hace tiempo, le reclamó tres condiciones a su jefe: 

1) Concedo el favor de ir como uno al distrito porteño (una huída política de la Provincia que le evita desempolvar papeles de su gestión).

2) Ese compromiso no significa apartarme de la carrera presidencial 2023.

3) Si no integro el máximo binomio en 2023, quiero la promesa de que heredo la Capital. 

Justo cuando decían que era una leona, en verdad era una gatita. Y ahora que dicen que es una gatita, mas bien parece una leona.

Larreta se apresuró en las definiciones cuando faltan 30 días para anotar los frentes. No tuvo en cuenta lo que dice el manual: quien domina la estructura del partido es más influyente a medida que el tiempo se acorta. Pareció olvidar otro dato: el ex presidente casi plagia a Cristina al ser el núcleo más duro de la oposición, se vuelve indispensable para cualquier operación. Representa a los halcones, una prenda que le calza a una Bullrich guerrera y rebelde desde que su contendiente Hugo Moyano la bautizó como “La Piba”. Hay otro detalle que iguala a Macri con Cristina: las causas judiciales por venir. Hasta Miguel Pichetto le sugirió al ingeniero alistarse como primer diputado en la Capital, sobre todo para  conseguir fueros. Otra vez se repiten las excelsas Vidas paralelas de Plutarco. 

Suspenso en dos distritos clave para definirse, mientras un jefe viaja y el otro rumia con su gestión. Los encuestadores propios ya les advirtieron que a la gente no le agrada la controversia y, como dicen los abogados, mejor un mal arreglo que un juicio. Además en Provincia –por ejemplo– hacen falta 50 mil almas para ser fiscales, jefes de mesa o responsables de escuelas en un comicio. Demasiado gasto en tiempos de restricciones económicas, cuando hasta un pródigo puede preguntarse: ¿Para qué sirve financiar a un diputado?