Mi amiga Viviana viajó hace un par de años a Holanda, se enamoró del país, volvió a Rosario, hizo la valija y se fue a vivir allá. El hijo de mi amiga Susana vive en Australia y si una le pregunta si va a volver dice que sí claro algún día esteeee por supuesto sí. Lo cual quiere decir no. Si una le pregunta a cualquiera de los dos pero che qué diablos te gusta tanto de ese país, los dos van a contestar lo mismo: es que acá todo funciona. Y mi amiga Dulcie que vive en Boulder, EE.UU., y con la que nos comunicamos muy seguido, me preguntó una vez, no hace mucho y muy preocupada, “Angélica, ¿tu país está en guerra?”. Ay, no, querida, dije yo, no, claro que no, ¿cómo se te ocurre? Es que, dijo ella, me dijiste que te habían cortado la luz en toda esa parte de la ciudad en la que vives. Sí, dije yo, pero no es grave, pasa a cada rato, no te preocupes, todo está bien.
Es como para pensarlo. Países, algunos distantes, algunos de los que sabemos algo, otros de los que no tanto, en fin, casi diría “de todo”, países en los que viven gentes que no entienden y que como tienen amigos aquí, yo, por ejemplo, se preocupan por nosotros. Eso es muy agradable, saber que los amigos se preocupan cuando piensan en nosotros. Pobre gente, se dicen, qué mal la están pasando. Y, sí, a veces. En general no porque estamos acostumbrados. Por ejemplo, tuvimos que irnos de casa, sí, irnos, acampar en un hotel del centro, muy buen hotel, bonito, bien atendido pero lejos de casa porque, precisamente, en nuestro barrio habían cortado la luz. ¿Por qué? Nada de guerra, mi amigo, no se preocupe, lo que pasaba era que en la subestación nosecuántos había habido una falla y todo o casi todo Tiro Suizo estaba a oscuras. Para nosotros, casi normal. Para ellos, que viven en países en los que “todo funciona” según me aseguran, algo espantoso.
Lo fue. Pasamos dos días en ese precioso hotel. No de vacaciones sino obligados por la desidia y el desinterés que nuestros estamentos públicos sienten por su gente, por nosotros todos. “Y bueno…”, pensarán, “que se jodan, ya se arreglará”, y seguirán tomando café y hablando de fútbol. Lástima, ¿no? Un país tan bello, tan extenso, tan acogedor, tan variado, tan rico. Qué lástima de país con una historia fuerte y hermosa, que ha aceptado que acá, mire, no se puede arreglar nada, hay que resignarse…. Y que hasta sonríe y dice, y bueno, somos así…
Nosotros también, claro, tomaremos café y nos resignaremos, somos así, che, ¿qué fue de Messi? Y si se cuadra haremos el bolso y nos iremos al hotelito del que ya casi somos clientes.