Mirá, Etelvina, lo que le pasó en la playa a nuestra común amiga. Y en un lugar tranquilo, de entrecasa, a la orilla del río. Ella con sus hijas y el perro, un cachorrón simpático; dos o tres familias; una señora con un chico de diez u once años. Todo muy eglógico y lleno de naturaleza y agua y arbolitos. Va el perro y muerde la pelota del crío de la señora. Va nuestra amiga, pide disculpas y promete comprarle una pelota igual al mocosito. Va la señora y mucho caso no le hace. Va nuestra amiga de vuelta a su sombrilla y de pronto vuela una piedra, no un cascotito, una piedra de buen tamaño que le lastima una mano. Va ella y se le queja a la madre del pichón de vándalo y va la madre del antedicho y le grita: “¡Ojalá le hubiera tirado con todas las piedras que hay en la playa!”. Nuestra amiga es un genio, Etelvina. Medio polvorita, sí, pero un genio. Se tranquiliza y va con su voz más serena y contesta: “Ahora comprendo, señora, a esos muchachos que se matan a puñaladas o con una bala a la salida de los boliches. Son los que salen de hogares violentos como el suyo”. Y se vuelve a su sombrilla, con la mano lastimada. La otra exclama: “¡A esta playa no vuelvo más!”. Y qué me contás, Etelvina, de los otros grupos de familias que andaban por los alrededores y que habían visto todo el drama, sale una voz unánime: “¡Ay, qué suerte!”, “¡menos mal!!!”, “¡bieeeeen!”. Y nuestra amiga que sonríe y se va a su casa a curarse la mano. Ahora, Etelvina, yo me pregunto ¿es así? Y me contesto: sí, creo que sí. Sin duda un chico violento es un chico que vive la violencia a diario. ¿En dónde? En dónde va a ser si no es en su propia casa. Un hogar, Etelvina, viene a ser como la heladera. Si hay mal olor, algo se está pudriendo en el fondo y hay que buscarlo y sacarlo de ahí, a la basura en el caso de la heladera; a fuerza de palabras en el caso del hogar. Hay algo de base, y no basta con apagar la TV ni con poner desodorante en la cocina: hay que ir a buscar allá en el fondo. Y eso se hace, Etelvina, sólo como decimos siempre al hablar de violencia, vandalismo, desconsideración, indiferencia, grosería, etcétera: solamente desde la base, desde el fondo: con educación, Etelvina, con educación.