En la oposición las aguas están agitadas. Han pasado siete días de turbulencias, pero eso no significa que la semana haya quedado sepultada en el olvido. Vale la pena ir un poco más atrás en el tiempo.
Desde hace unos veinte días, cuando Mauricio Macri retomó su agenda política, las espadas del PRO no descansan tranquilas. Halcones y palomas ven sus nidos agitados, y no son pocos los que observan en el ex presidente una potencial amenaza.
“Había ciertos consensos generales sobre diversos temas, como ampliar la coalición, las figuras más o menos evidentes para competir en unas PASO, los principales jugadores para disputar la provincia y otras definiciones que ahora parecen volver a foja cero. Todavía es muy temprano para aventurar cualquier resultado, pero lo cierto es que la llegada del jefe no trajo tranquilidad. No solo porque se guarda la carta de una eventual candidatura propia sino porque volvió sobre el rol de armador con ínfulas desmedidas”, dice una voz del ala dura del equipo amarillo. Lo que no termina de reconocer es que el ex presidente ha renovado con creces su cuota de poder dentro del espacio.
En ese marco de tensión dos elementos hicieron erupción para complicar las cosas dentro de la coalición opositora. Primero, la noticia de que la fractura del bloque del Frente de Todos contra Todos en el senado para sacar ventaja numérica en la conformación del Consejo de la Magistratura partió de un supuesto acuerdo entre CFK con Alberto Fernández, Massa y el jujeño Gerardo Morales para que el presidente de la Cámara baja designara a la radical santacruceña Roxana Reyes como consejera y que Cristina sacara del camino a Luis Juez para poner al camporista Martín Doñate en su lugar. Lo cierto es que a todos en la coalición opositora les conviene creer que el gobernador y presidente de la UCR no tuvo nada que ver en la jugada, de lo contrario estarían obligados a romper. El senador nacional Luis Juez no está del todo seguro, pero tampoco tuvo más remedio que tragarse el sapo.
El clima en la Cámara alta estará más tenso de lo normal por un buen tiempo, y no son pocos los que venían señalando la buena sintonía entre Gerardo Morales y Sergio Massa.
El comunicado de la mesa nacional de JxC donde se excluyó expresamente la posibilidad de que el diputado ultraliberal Javier Milei se sumara a la coalición fue el otro eje de la discordia.
Los radicales y algunas de las palomas del PRO no lo toleran, pero fue el propio Mauricio Macri quien se aseguró de dejarlo afuera, al menos por ahora. Patricia Bullrich –presidenta del partido– aseguró en declaraciones radiales:
“Tenemos que ser más conscientes y pensar más en la construcción antes de cerrar las puertas”. Aunque también quedó claro que la forma en que se tomaron las decisiones fue lo que más le disgustó, ya que el debate en torno a Milei no figuraba en el temario de la reunión, y encima se discutió sin su presencia.
Parece que parte de la oposición no termina de comprender que sin unidad y sin ideas claras se renuevan las chances electorales del kirchnerismo.
En el oficialismo no hay nada nuevo bajo el sol. Sigue sorprendiendo a propios y ajenos la resistencia del ministro de Economía, Martín Guzmán, apuntado por CFK y La Cámpora.
Parte de la oposición parece no entender que sin unidad y sin ideas claras el kirchnerismo puede ganar otra vez
En el foro de empresarios que se realizó en el hotel Llao Llao, los hombres de negocios le reconocieron su valentía, pero todos esperan que la marca inflacionaria del mes de abril –que llegaría al 6%– abra la puerta para nuevos embates contra su figura. “Que quede claro, nadie lo defiende, pero es de los pocos que absorbe la presión y tiene el peso del rumbo sobre sus hombros bajo fuego amigo”, dijo uno de los participantes que, pese al elogio, no ocultó su malestar por iniciativas que implican la creación de nuevos impuestos.
En Economía saben que el trámite parlamentario para este tipo de propuestas será complicado, por eso continúan analizando si avanzan con la “renta inesperada” o algún tipo de adicional al impuesto a las ganancias.
En el medio está la gente, que ve cada vez más lejos la resolución de sus problemas. El presidente Alberto Fernández había prometido en campaña sostener la lucha contra el narcotráfico. Parece que “ser progre” impide retomar consensos básicos que mejoran la calidad de vida de los habitantes de cualquier punto del país.
En un festival recreativo organizado por el municipio de Morón, que conduce el kirchnerista Lucas Ghi, se repartieron folletos con consejos para el consumo responsable de estupefacientes. “Con la cocaína, tomá poquito”, decía una de las consignas.
Cuando todo está al revés y la ideología de la “no estigmatización” pone en riesgo la vida de las personas, es muy difícil encontrar los caminos para formar ciudadanía.