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Rita en secreto

Me pasé años preguntándole a la gente: “Che, ¿vos sabés quién es Rita Levy?”. Me miraban con cara de “yo no fui” y decían: “¿Eh?”. “Rita Levy –decía yo–, italiana, Premio Nobel de medicina, descubridora de las cosas que hacen las neuronas en el cerebro para sustituir a las que mueren.” Generalmente volvían a decir: “¿Eh?”, y generalmente yo renunciaba desencantada a toda explicación.

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Me pasé años preguntándole a la gente: “Che, ¿vos sabés quién es Rita Levy?”. Me miraban con cara de “yo no fui” y decían: “¿Eh?”. “Rita Levy –decía yo–, italiana, Premio Nobel de medicina, descubridora de  las cosas que hacen las neuronas en el cerebro para sustituir a las que mueren.” Generalmente volvían a decir: “¿Eh?”, y generalmente yo renunciaba desencantada a toda explicación. Porque lo que es yo, yo sí sabía quién era Rita Levy gracias a mi obsesión compulsiva por la lectura que me lleva a obedecer a Aldous Huxley y leer todo, no sólo narrativa. Yo leo ciencia. Bueno, en fin, como dicen los chicos “la cabeza no me da” para leer ciencia tal y como la leen los señores y las señoras que se dedican en serio y de verdad a la ciencia, pero leo divulgación y así fue como me enteré del asunto de las neuronas y su capacidad de adaptación y, si entiendo bien, reproducción; el fascismo, el laboratorio clandestino. También leo matemática, botánica y vidas de santos, pero ésa es otra historia. Y porque leo divulgación en el terreno ciencia, había visto una foto de ella a los noventa años, bellísima, con ese pelo muy blanco peinado para arriba y esos ojos que más vale que no te miren muy fijo porque te da un desmayo. Y sabía lo que había hecho y lo que había descubierto y probado.
(Me hace acordar a María Moliner, por lo que hizo y por lo que nos dejó. Una trabajó con palabras; la otra, con neuronas, dos sombras que danzan juntas en el misterio de las circunvoluciones.)
Ahora resulta que todo el mundo se ha enterado, qué suerte, de quién y qué es Rita Levy. Y se han enterado no porque ella haya hecho lo que hizo sino simplemente porque cumple cien años y es entonces la Premio Nobel más añosa con la que contamos en este mundo y además es preciosa y se para en esta tierra como si tuviera treinta en vez de cien. No me parecen motivos muy nobles. Son más bien frívolos, casi para revista de peluquería. Entonces voto por que empiecen a publicarla y hacerla conocer en todas partes por lo que hizo, por cómo lo hizo, por las penurias que pasó y por la esperanza que la sostiene. Pero me da mucha alegría saber que ahora sí se sabe quién es Rita Levy.
De ahora en adelante voy a empezar a preguntar: “¿Vos sabés quién fue Rosalind Franklin?”.