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EJES DE CAMPAÑA

Sacrificios y regresos

La calma del dólar da pie al oficialismo para explotar la idea de que pasó lo peor. Repunte.

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‘Después del sacrificio llegan los frutos...’ | Pablo Temes

Sacrificios. De todos los discursos que el macrismo va a poner en juego en esta campaña que se está iniciando hay uno que es el más complejo de confrontar, y es la idea de que “se han hecho muchos sacrificios en estos años, pero que ahora se empiezan a ver sus frutos”. Parece un planteo sencillo y que ya se dicho en otras ocasiones, pero tiene una potencia tal que puede hacer dudar al electorado que está pensando en votar otras alternativas o a quienes en las encuestas manifiestan su indecisión.

La prescripción lleva primero el reconocimiento de que las cosas no han ido bien en estos años con Macri en el gobierno.  Este reconocimiento tiene como finalidad limitar las críticas externas y llega al punto de que el propio oficialismo puede ejemplificar que era necesario hacer los ajustes en las tarifas para no quedar a oscuras, y en definitiva los sacrificios previos fueron vitales para salir adelante. Luego, el veranito cambiario que se está viviendo redondea la idea de que la recompensas están llegando, y de aquí para adelante todo va a mejorar excepto por los “obstáculos” electorales.

Como plantea el economista y teólogo alemán Franz Hinkelammert la idea del sacrificio es central en la construcción de la civilización judeocristiana a partir del mito de Ifigenia. En la mitología griega la única forma de que la diosa Minerva le permitiera continuar al rey Agamenón su navegación hasta Troya era el sacrificio de Ifigenia, ni más ni menos que la hija del rey. Minerva, para castigar a Agamenón, había detenido los vientos y el precio a pagar era el sacrificio de su propia hija. La pregunta escondida en la tragedia griega es si no está el bien común (conquistar Troya) por encima del bien propio. Algo parecido se propone cuando el mandato es votar la reelección de Mauricio Macri para que el sacrificio de estos años no haya sido en vano. Como dice Hinkelammert, los sacrificios aseguran que ya no habrá más sacrificios. Por eso en el discurso central de Juntos por el Cambio permitir que Macri pierda será volver al pasado; si no se logra la continuidad habrá que volver a un camino sinfín donde habrá nuevos sacrificios que hacer.

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Como buen discurso polarizador, el del macrismo tiene como objetivo principal disolver las fuerzas por fuera de la dicotomía, y algunos resultados le está tributando, especialmente en el retorno de votantes que se habían ido al campamento de Roberto Lavagna entusiasmados por una opción moderada.

Por este motivo la fórmula Macri-Pichetto va acortando la distancia con Alberto Fernández-Cristina Kirchner para entrar en zona de segunda vuelta. Un fenómeno similar se observa en la provincia de Buenos Aires, donde la luz que llevaba Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal se hace más estrecha. La estrategia de Vidal de llamar al corte de boleta pierde sentido en un escenario de desvanecimiento de terceras opciones.   

Volveremos (al mundo). A una parte del macrismo duro no le alcanza con quedar en segundo lugar y remontar en el ballottage. No quieren repetir la historia de 2015, están pensando en el segundo mandato de reformas fuertes desde el día 1 y requieren para ello tener mayoría en el Congreso o al menos acercarse a ella. Se sabe hoy que obtener esa mayoría es poco posible aún ganando en primera vuelta. No obstante, ya se experimentó la posibilidad de partir a la oposición y sería más fácil ahora que se conoce la botonera de la gobernabilidad. Transmitir continuidad entre el primer mandato y el segundo es el último descubrimiento de las estrategias cualitativas de investigación, cuando una parte del electorado muestra temor e incertidumbre frente a una transición desordenada que se planteaba semanas atrás cuando la expectativa era de un triunfo inapelable del fernandismo. La mejor forma de contener ese temor es mostrar un gobierno activo, y qué más contundente que apelar al valor intangible del “regreso al mundo”. Un acuerdo del Mercosur con la Unión Europea primero y con los Estados Unidos ahora son activos que se pretenden poner en valor de cara a una amplia clase media que si bien no suele interesarse por la política internacional (el mejor ejemplo de esto es cómo las noticias internacionales han ido perdiendo espacio en los medios de comunicación) sí sueña con recorrer el mundo, integrarse en forma corporal en él.

Estos acuerdos internacionales activan al argentino aspiracional que sobresalió en estos días cuando un empresario no tuvo la mejor idea que comprar e importar los stocks remanentes de ropa de la empresa H&M, para venderlos en un centro de compras de la provincia de Buenos Aires sin la marca emblemática de indumentaria low-cost. La fantasía de una Argentina integrada al mundo resulta muy atractiva para una parte del electorado, y son pocos los que preguntan por la letra chica de los potenciales contratos con los países centrales. Falta un poco más de un mes para las elecciones primarias y por más que negociar estos tratados multilaterales de libre comercio lleve mucho tiempo, la fantasía se activa en forma inmediata. Además, este tipo de anuncios tan primorosos deja desorientada a la oposición. Si se los acepta sin más, deja todo el rédito político al oficialismo; si se los rechaza se le da la razón al macrismo cuando dice que la oposición quieren “volver a colocar al país en una caverna”.

Este inicio de campaña muestra que la maquinaria amarilla está intacta. La Ciudad de Buenos Aires y su realidad atípica como un vergel en el desierto de lo real será mostrada en todo el país como la Tierra Prometida de los logros futuros.

La coordinación y el acoplamiento en la producción de mensajes publicitarios será patrimonio de Marcos Peña, un verdadero superministro al menos hasta octubre o noviembre. Los aportes económicos de las empresas privadas más el acompañamiento de un importante sector de los medios de comunicación permitirán mostrar el potencial de la marca de la centroderecha argentina como una verdadera aplanadora política. Por su parte, Alberto Fernández dedica buena parte de su esfuerzo personal a dar entrevistas, mostrarse con los gobernadores peronistas, y la curiosa visita a Lula, mientras que la marca Frente con Todos comienza a presentar unos primeros spots que dejan ver más pesimismo que esperanza.

 

*Sociólogo (@cfdeangelis)