En el año 2015 “a pesar de los pronósticos” (opositores) la Argentina creció más que Estados Unidos, traccionado su crecimiento por el consumo interno, el salario y el empleo, y creció aún con los motores externos debilitados –China creciendo a menos de la mitad del promedio de la década, Brasil con caída del 3,2% de su PBI y la Eurozona en crisis–. En efecto, entre los años 2011 y 2015 se crearon más de 700 mil empleos, de los cuales, y también “a pesar de los pronósticos" (opositores) y según el SIPA, 380 mil fueron formales y privados.
La votación de diputados y senadores del FpV, sin embargo, desconociendo todo lo actuado durante 12 años, asumiendo como válido el paradigma neoliberal que enfrentara el peronismo en fase kirchnerista entre los años 2003 y 2015, selló el ingreso del país a una nueva etapa, la tercera, de megaendeudamiento externo y valorización financiera del capital, etapas que siempre culminaron en crisis sociales y económicas profundas, algunas inolvidables como la del año 2001.
Se trata de ciclos de megaendeudamiento, cuyo momento inicial está fechado a sangre y fuego el 24 de marzo de 1976, el golpe militar del que se cumplieron 40 años, donde se observó el quiebre estructural medido por la evolución de indicadores de cambios en la matriz productiva, económicos y sociales.
El quiebre estructural del año 1976 y el retroceso social y económico que supuso se observa con gran nitidez en la evolución del PBI per cápita argentino, analizado por Eugenio Díaz Bonilla, economista argentino del International Food Policy Institute de Washington para su estudio “The Myth of a Century of Decline” y que se muestra en el gráfico.
Igualmente, el segundo gráfico muestra el deterioro que suponen las etapas de valorización financiera en los niveles de salarios, empleo y subempleo.
Para precisar más el capítulo socioeconómico de la tercera etapa de valorización financiera simbólicamente iniciada con el apoyo legislativo de las nuevas mayorías del panneoliberalismo, señala el economista de la UBA Horacio Rovelli: “Hemos comenzado a transitar un camino donde estamos destinados a un ciclo perverso de devaluación, alcanzada al poco tiempo por la inflación, y nuevo ajuste del tipo de cambio, y nueva suba de las tasas de interés para que no se pasen al dólar, conformando un circuito perverso y regresivo contra el salario y el empleo”.
Un círculo de decadencia donde paradójicamente la necesidad imperiosa de devaluación traccionada por la inflación doméstica se detiene sólo si decae el nivel de actividad interna, con caída en el nivel de empleo, consumo y salario, donde solamente prevalecerán los nichos de reproducción del capital que en la Argentina son pocos, el campo, las actividades extractivas y algún tipo de industria (aceitera, siderúrgica, y no más), y siempre sin importarle el daño ambiental. Un país para pocos y donde los demás sobreviven como pueden. Ojalá puedan, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.