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Santiago Maldonado y nosotros

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Nos quieren convencer de lo contrario. Pero hay muchos más matices entre los extremos. No son tan distintos, después de todo. Del hippie que se escondió o del artesano que se escapó a Chile para culpar al Gobierno versus el regreso de la represión ilegal o Macri vos sos la dictadura. Ambos son paridos en el preconcepto y en la ratificación de posturas ya asumidas. No importa la verdad, si estamos en la pos.

Muchos ciudadanos abrazan con fervor fanático estas actitudes. Cuentan para ello con el aditivo que aportan el macrismo y el kirchnerismo. Y los medios y los periodistas, claro, que adscriben a sendas causas por encima de sus obligaciones profesionales. Varios de ellos hace tiempo que se erigieron en caricaturas, aunque sin gracia.

Obviamente, esa militancia dual nos quiere convencer de abrazar sus sofismas. Si le exigimos al Estado que esclarezca el caso Maldonado, somos K. Si cuestionamos el rol de la Gendarmería, queremos volver al pasado. Si criticamos la sobreactuación o el aprovechamiento kirchnerista del tema, nos paga el Gobierno. Si recordamos reacciones de CFK distintas a las de ahora cuando ejerció la Presidencia, nos ponen del lado de Clarín.

Más allá de que cada uno pretenda llevar agua para su molino, semejante simplificación es además un síntoma de intolerancia, subestimación, inmadurez y brutalidad. O, como decían en el barrio, nos toman de boludos.

Son muchos los adherentes a esas creencias más propias de las religiones que de basarse en evidencias. Fe antes que ciencia. O, lo que es peor, fe disfrazada de ciencia. Algunos de ellos –de ambos grupos– escriben en este diario. Es parte de una decisión de dar cabida a todas las voces.

Con ese mismo espíritu, PERFIL viene haciendo periodismo crítico desde su nacimiento. Primero en 1998 como cotidiano y luego a partir de 2005 los fines de semana. Es bueno volver a recordarlo hoy, en esta edición donde cumplimos 12 años, gracias a los lectores y a los anunciantes que sustentan este diario. No hay otros negocios.

Tener una mirada crítica no implica sólo buscar el pelo a la leche. También es preguntar, averiguar y desconfiar más allá de a quién le beneficie o perjudique lo que publicamos. De esa lógica no escapa ningún suceso noticioso en PERFIL: gobiernos, empresarios, políticos, sindicalistas, deportistas, farándula y periodistas.

Ello nos ha traído más de un problema. Con todos. No hay una tradición tolerante en nuestro país y parece que continuamos en ese camino, que es un callejón sin salida republicana. Eso incluye a ex lectores, comentaristas de nuestra web y talibanes de las redes sociales, que atacan con furia cada vez que nuestro espíritu crítico, antidemagógico y contracíclico choca con sus creencias.

Como intentamos hacer con todos los temas, aun cometiendo errores pero con honestidad intelectual, PERFIL viene tratando de hacer una cobertura rigurosa y equilibrada del caso
Maldonado. No nos subimos al tren negacionista inicial del Gobierno ni nos encolumnamos con ciertas acusaciones opositoras absurdas. Pese a ello, o por ello, nos acusan de ser extorsionadores de pauta oficial o esbirros de Magnetto.

Con Maldonado y con todos los temas seguiremos haciendo periodismo. Que significa también hacer preguntas y buscar respuestas.
Incluidas todas aquellas que nos permitan esclarecer dónde está Santiago Maldonado.