Es sabido que el primer año de gobierno es clave para cualquier presidente. Es la etapa en la que
la impronta queda plasmada.
Cristina Fernández cumple sus primeros 100 días de gobierno con indicadores que muestran
resultados satisfactorios en un conjunto de tema y aun, en otros quedan luces amarillas.
La economía sigue dando señales claras de un crecimiento sostenido sobre la base de la
expansión del consumo interno, el aumento de las exportaciones y la inversión pública y privada.
Al mismo tiempo, CFK enfrenta el que tal vez sea su mayor desafío hasta el momento: ganarle
la pulseada a un sector al que claramente le resulta difícil sintonizar con los gobiernos K, y
frente al cual el gobierno de CFK redobló claramente su apuesta.
La movilización del sector agropecuario pone en blanco sobre negro las diferentes visiones en
juego sobre el rol del Estado y al rol que juega o debería jugar el campo en el diseño de la
política económica. Por ello, la manera en que el conflicto sea resuelto será de importancia no
menor, en la ruta delineada hacia la construcción de un perfil de liderazgo propio para Cristina.
CFK termina su primer trimestre de gestión con una Argentina que sigue sosteniendo un ciclo
histórico récord de crecimiento económico y los malos de la post crisis (el FMI, la Corte o las
FFAA) ya no son una amenaza.
A NK le toco el tiempo de la escisión y el conflicto político abierto, a CFK le toca el
tiempo de la integración. Si la reconstrucción de la autoridad política se resolvió en la primera
fase post crisis en base al predominio de lo económico sobre lo institucional y a la reivindicación
de cierta autonomía nacional ante los factores de poder, a CFK parece tocarle el tiempo del
fortalecimiento de las instituciones, la estabilidad de precios, la equidad distributiva y la
definición de un rumbo estratégico de largo plazo. Único camino para hacer sustentable las notas
destacadas que consigue, hoy por hoy, el desempeño de la economía.
* Directora de Graciela Römer & Asociados.