Las crisis sacan a luz las contradicciones que existían en la sociedad, que aparecen como imágenes novedosas e historias inquietantes. Desde hace años, varios autores han explicado la crisis de la democracia occidental por el choque entre un liderazgo generalmente anticuado y una población con nuevos valores.
En estas semanas la actuación macondiana de algunos mandatarios recordó al ángel extraviado del cuento de García Márquez, que hizo milagros que revelaron un cierto desorden mental, como el del ciego que no recobró la visión pero le salieron tres dientes nuevos, el del paralítico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse la lotería, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Algunos mandatarios se parecen a ese Señor muy viejo con unas alas enormes.
Un capitán retirado del ejército de Brasil, que además es presidente del país, rompió la cuarentena para encabezar una movilización que pidió a los militares que disolvieran el Congreso y las instituciones democráticas. El presidente norteamericano trata de que no se respete la cuarentena y aconseja que la gente se administre inyecciones con desinfectantes para curarse del coronavirus. Cunde el pánico entre los médicos y las productoras de desinfectantes, que advirtieron inmediatamente que seguir el consejo podía ser mortal. Un partidario de estas tesis, John W. MacDaniel, organizó movilizaciones en Ohio porque esta es una gripe inofensiva y murió por el Covid cuando lo hizo. Pensaba como el obispo Gerald Glenn, que presidió servicios religiosos multitudinarios en Virginia al grito de: Creo firmemente que Dios es más grande que este virus. Lo enterraron a los pocos días con algunos de sus fieles, mientras otros cientos quedaron infectados. El vicegobernador de Texas dijo, suelto de huesos, que la muerte de algunos viejos no puede justificar que se detenga la economía del país. El Angel de Macondo habría sido menos letal en la Casa Blanca y el Planalto.
América Latina. En América Latina la pandemia desnuda realidades. Según The Economist, la escasez de medicinas básicas, catéteres, suministros quirúrgicos y alimento para niños es dramática en Venezuela. El 79% de los centros de salud no tiene agua. El Algodonal, uno de los mejores hospitales de Caracas, no tiene una ambulancia, ni máquina de rayos X, ni morgue, y cuenta con agua y electricidad durante tres días por semana. El sistema de salud está destruido. En Nicaragua, otro país gobernado por una dictadura militar, una bruja organiza fiestas multitudinarias. Lo más probable es que ambos se conviertan en focos de expansión descontrolada del virus en el Caribe. La Cuba potencia a la que Argentina prestó en 1974 lo que sería equivalente a 4.805 millones de dólares actuales, se declaró en quiebra cuando la URSS dejó de subsidiarla, en 1989. No pagó nunca. En medio de su extrema pobreza, trata de ganarse unos pesos colocando médicos a los que decomisa hasta el 90% de su salario. ¿Será posible que cerrados en nosotros mismos y aliados a estos tres países podremos afrontar el reto del desarrollo acelerado que viene globalmente?
En países como Chile, Ecuador, Argelia, Francia, los conflictos represados por la pandemia pueden estallar en cualquier momento. En Beirut hubo protestas en contra del gobierno, que respetaron las medidas de seguridad. Los manifestantes organizaron caravanas de coches, se cubrieron con mascarillas con la bandera de Líbano, salieron al grito de ¡Zaura! (Revolución, en árabe). Piden que se forme un gobierno exclusivamente de técnicos, en el que no participen líderes políticos ni religiosos. Después de la exhibición mundial de incompetencia de algunas élites la idea puede tener acogida en otros lados.
Se evidenció la caducidad de las discusiones políticas del siglo pasado, vigentes todavía en algunos países latinoamericanos. En las mesas en las que se resolverá el futuro de la humanidad nadie pretende combatir al capital, ni es anticomunista, ni pobrista, ni piensa en los populismos macumberos del Caribe, ni pretende la autarquía. Los temas actuales de discusión son la integración mundial con nuevas reglas, la robótica avanzada, el transporte autónomo, la inteligencia artificial, el aprendizaje automatizado, la biotecnología, el calentamiento global, la vida en el planeta.
Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores que publica la revista Foreign Affairs, dice en un artículo que la pandemia acelerará la historia. En un primer momento provocará revoluciones en varios países, que siendo locales serán parte de un conflicto global caótico que llevará a una transformación sin precedentes (https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2020-04-07/pandemic-will-accelerate-history-rather-reshape-it).
Relaciones con objetos. Durante los últimos años los seres humanos cambiaron y se transformó su relación con los objetos. El sentido de la riqueza y el bienestar es distinto, el dinero no es el único objetivo de las nuevas generaciones, que también incorporaron a su horizonte otras motivaciones. Steve Cadigan, fundador del Cadigan Talent Venture, una consultora que recluta talentos radicada en Silicon Valley, dice: “Si quieres atraer buenos colaboradores, debes proponerles retos y buscar que su trabajo sea cautivante. Los nuevos trabajadores buscan un empleo vitalicio. Debes prometerles que, mientras trabajen contigo, tendrán el desarrollo más enriquecedor de su vida”. Vale consultar el sitio de esta consultora en el material sobre cómo será el trabajo del futuro (https://stevecadigan.com/es/#).
En este momento es probable que algunos gobiernos de todo tipo atropellen los derechos humanos e impongan sistemas de espionaje para vigilar y castigar a la población, pero eso es transitorio. En el corto plazo se instalarán en la familia, la sociedad y la política nuevos tipos de liderazgo basados en la confianza y las relaciones horizontales propios de la sociedad hiperconectada que se expresan en la cultura de YouTube, Mercado Libre, Airbnb, Uber, Amazon, que funcionan con sistemas de reputación digital en los que quien ofrece el producto califica al cliente y el cliente al vendedor. Esas calificaciones les permiten ascender en un escala que incrementa sus beneficios. La gente común seguirá empoderándose mutuamente y en realidad se ampliará una nueva democracia.
Para ser exitosos, los nuevos líderes deberán dialogar con sus colaboradores. Ni en las empresas ni en la política serán suficientes el don del convencimiento y la capacidad de organización. Los líderes políticos no serán abogados con chaleco y bombín que tomaron cursos de oratoria, sino líderes pragmáticos capaces de dirigir equipos de gente preparada, que usan la ciencia para conseguir un mayor bienestar orientando procesos en los que participan seres libres y no siervos obedientes.
Cambios. Después del aislamiento, es probable que muchas personas y empresas salgan de las grandes ciudades, las descongestionen y cambie la vida urbana. Las empresas tecnológicas y los emprendimientos tendrán un auge, y otras instituciones como los medios de comunicación, los partidos políticos, universidades, sindicatos, restaurantes, librerías, deberán hacer un gran esfuerzo para reformularse o morir. Lo mismo pasará con quienes trabajan en más de veinte ocupaciones que van a desaparecer, de manera inevitable, en los próximos años.
Las contradicciones que existían en la sociedad, aparecen como imágenes novedosas e historias inquietantes
En los tiempos de cambio todo se siente nuevo, increíble, abrumador. Cuando ocurrió el Big Bang (Gran Explosión), en realidad nada explotó en ningún lugar, porque no existían el tiempo ni el espacio para que eso pudiera acontecer. Internet nos retrotrae a una situación en la que desaparecen las dos dimensiones. Aquello que ocurre en Corea parece un problema que está a la vuelta de la esquina, y las imágenes de los médicos arriesgando su vida por los demás pueden ser de hace un mes o de este momento. Todo se funde en un aquí y ahora que abruma. También parecería que todo es posible. Todos los días conocemos que ocurrieron cosas que parecían imposibles hace unas semanas. Si dejamos de ver la televisión unos minutos, todo puede haber cambiado en cualquier momento. La verdad es fútil, frágil y desmitifica la vida y la política.
La comunicación directa y la emoción compartida de los ciudadanos, de las que hemos hablado durante años en esta columna, permitieron que se realizaran acciones solidarias para frenar la pandemia. Es la misma emoción compartida que explica las movilizaciones autoconvocadas y las formas de la nueva política. La sociedad que viene será más democrática y participativa.
Los emprendedores son el futuro del capitalismo popular. En esta crisis, jóvenes agrupados en Resistencia Argentina trabajan para inventar y producir elementos que ayuden a salvar vidas. Uno de sus promotores es Gino Tubaro, que antes había promovido la impresión en 3D de prótesis para personas que las necesitaban. Hoy imprime en 3D máscaras para proteger a los médicos que están en el primer lugar de exposición. No es un caso aislado. Como él hay miles de emprendedores que pueden desarrollan iniciativas que construyen el futuro.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.