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acuerdo por la deuda

"Se definió en Juncal"

Hay posturas opuestas en el FdT. Mientras persista esa dualidad, será difícil que el Gobierno genere confianza.

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‘Con los bonistas al plato...’ Martín Guzmán. | Pablo Temes

La frase fue repetida por analistas que conocen al dedillo la trama de la negociación que llevó al importante e imprescindible acuerdo al que el gobierno necesitaba arribar con los acreedores privados de la Argentina. La referencia es clara: la reunión que el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvo con Cristina Fernández de Kirchner en su piso de la calle Juncal en pleno barrio de La Recoleta antes de anunciar el cierre de las negociaciones.

Los detalles y las circunstancias tienen en la política un valor significativo. El mensaje es claro: la última palabra la tiene Cristina. Es curioso observar cómo una persona experimentada como Alberto Fernández no prestó atención a ese hecho que no hace más que mellar su autoridad. “Cristina y Lavagna me pedían que me ablandara”, dijo el Presidente. Por lo que concierne a la vicepresidente, nadie le creyó.

El acuerdo no es mérito exclusivo de Martín Guzmán. Hubo actores de peso que fueron clave en todo la trama de esa compleja negociación. Uno de ellos fue Sergio Massa. El ministro carece de peso político propio. Por eso fue que su nombre estuvo zamarreado en los momentos más duros del proceso y requirió del apoyo explícito de otros. El de más peso fue el de CFK.

El entente es muy importante. Sin él, las puertas del financiamiento y las inversiones habrían quedado definitivamente cerradas para el país. Pero, siendo una condición sine qua non, no es por sí sola suficiente para el fenomenal aporte de inversiones que requerirá el despegue de la economía. Hay que recordar lo que pasó en el gobierno de Mauricio Macri tras el arreglo con los “fondos fondos buitre”. Tanto él como sus funcionarios- creyeron que ese acuerdo era una especie de abracadabra que abriría las puertas a un Niágara de inversiones -los famosos “brotes verdes”-. Nada de eso ocurrió, por hechos clave: la ausencia de un plan económico y la falta de acuerdos políticos.

A Alberto Fernández le aguarda el mismo destino si no logra generar consensos estables, sensatos y duraderos con la oposición. Los mercados se lo marcaron con claridad en los dos días posteriores al acuerdo: el dólar paralelo, cuyo valor cayó al concerse el el acuerdo, volvió a subir jueves y viernes. La euforia tuvo corta vida.

¿Quo vadis? Es la pregunta que generan las posturas contradictorias del Presidente. “Me acusan de ser dialoguista”, fue una de las frases de su última conferencia de prensa. Parece que eso ha hecho mella en su actitud. Lo deja ver la acusación que le hizo a Horacio Rodríguez Larreta por el supuesto de no brindar atención a los adultos mayores en los hospitales públicos porteños.

Los cargos al jefe de Gobierno porteño son falaces. Es decir, una mentira. Los adultos mayores de la ciudad de Buenos Aires que deben atenderse en la provincia es porque así lo disponen los convenios firmados por el PAMI con clínicas y sanatorios privados. La verdad es que, en el sector público, las cosas son exactamente a la inversa: son los hospitales públicos de la Capital Federal los que reciben casi un tercio de sus consultas de pacientes del conurbano. Es una realidad histórica producto de los defectos del sistema de salud pública del Gran Buenos Aires. “Nosotros no tenemos nada que ver con Larreta. Y si vamos camino a un colapso sanitario es responsabilidad, en parte, a la ciudad de Buenos Aires, que dice que tiene los casos amesetados pero es mentira. Entonces el mensaje apunta a sacarle legitimidad al discurso de Rodríguez Larreta. Que sale él a correr por los bosques de Palermo como si no pasara nada”, expresa con énfasis una voz del oficialismo en la Casa Rosada. Es una clara muestra de la embestida fuerte contra el jefe de Gobierno, que tiene el objetivo de demostrar que hay más casos en la ciudad que en la provincia. Eso es algo absolutamente falso, tal como, lamentablemente, lo demuestra el número de casos día tras día.

Axel y Máximo. El alineamiento de la Casa Rosada con Axel Kicillof no lo ayuda al gobierno sino que lo debilita.   

El ministro de Salud Ginés González García, debe lidiar todos los días con las declaraciones altisonantes de su par provincial, Daniel Gollan, para aliviar el estrépito que producen. “Es una batalla que vengo perdiendo”, suele confesar.    

Entre algunos de los expertos que siguen al dedillo el tema de la pandemia causada por el coronavirus hay coincidencia en que la situación en el Gran Buenos Aires es una incógnita absoluta. Nadie tiene datos exactos de lo que sucede en ese universo heterogéneo en el que se enseñorean la miseria y la marginalidad.

“Este muchacho no laburó en su vida”. Fue esa la lapidaria expresión que se le escuchó a uno de los dirigentes sindicales que participó de la reunión de la mesa chica ampliada de la CGT.

El destinatario fue Máximo Kirchner quien había criticado la reunión de representantes gremiales vía Zoom con miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). La diatriba del diputado Kirchner trajo a la memoria la de Hebe de Bonafini, que había descalificado al Presidente por haber convocado a empresarios al acto conmemorativo del 9 de Julio.

Para que no queden dudas, desde La Cámpora se apresuraron a apoyar al hijo de la vicepresidenta. “Lo que Máximo plantea, lo sostiene y lo apoyamos. No va a dar marcha atrás con su posición”, señalaron varios de los integrantes de la agrupación K.  

El entredicho refleja las posturas opuestas que cohabitan en el intrincado universo del Frente de Todos. Lo que no advierte el Presidente -así como tampoco las voces más moderadas que forman parte del gobierno- es que, mientras esa dualidad persista, al gobierno le costará mucho generar confianza y previsibilidad. El caso Vicentin dejó secuelas.

Fue francamente curioso el discurso que AF pronunció el viernes para inaugurar plazas hospitalarias modulares en unidades penitenciarias en Florencio Varela, Magdalena y San Martín. Recordó entonces a Esteban Righi. La memoria nos trae al presente que el Righi presentó su renuncia al cargo de Procurador General de la Nación tras haber sido duramente criticado y descalificado por el condenado pero libre ex vicepresidente Amado Boudou, por el hecho de no haber impedido que un fiscal cumpliera con su deber de investigarlo. Paradojas de la política vernácula.