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Defensor de los Lectores

Ser ecuánime no implica hacer periodismo tibio

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Golpe en Bolivia. Lula lo condenó como lo hizo Segato y ambos criticaron a Evo. | cedoc

No es de tibios abordar los temas buscando cierta mirada ecuánime, despojada de elecciones fundadas en una concepción binaria del mundo, de la política, de los movimientos sociales, de los fenómenos y movimientos que se dan en el mundo y, particularmente, en los países como la Argentina. Si el periodismo actúa siguiendo preceptos sectoriales sin poner como objetivo esa búsqueda de ecuanimidad, estará violando los principios en los que basa buena parte de su misión. Que es, sintetizando mucho, informar sobre lo que pasa, aportando una mirada amplia y fundada en la calidad y cantidad de la información que se transmite a los destinatarios: la opinión pública.

No importa si quien recibe el mensaje de quienes ejercemos este oficio lo hace por medios gráficos, electrónicos o redes sociales. El objetivo, si se pretende ejercer la profesión con responsabilidad y precisión en la administración de los datos y hacerlo con veracidad (no utilizo aquí la palabra verdad porque ésta no es –a mi juicio– un valor absoluto sino la consecuencia de múltiples miradas sobre un mismo acontecimiento. Esta diversidad de interpretaciones sobre un mismo tema es lo que termina por enriquecer la información aportada y abrir el debate si existen posturas encontradas o diversas ópticas. Aún aquellas que parecen colgadas de uno u otro extremo de la llamada grieta.

Lo ocurrido en Bolivia con el desplazamiento violento de Evo Morales y el aún más violento aparato represivo impuesto sobre la mayoría del pueblo, con su secuela de muertos, heridos, torturados y perseguidos, no merece otra definición que Golpe de Estado si de lo que se trata es de ejercer un periodismo comprometido con la realidad y no con consignas de escaso contenido. No basta con eso: la condena es la única actitud, aun manteniendo la ecuanimidad de la que se habla más arriba, porque ella legitima el análisis del conjunto de lo sucedido, tanto en la condena contra los golpistas como en el registro de las responsabilidades políticas que pueden caber por el desenlace. El viernes último, el diario británico The Guardian –que desde su fundación, a comienzo del siglo XIX, mantiene una inalterable línea progresista, cercana al laborismo y a un liberalismo de izquierda que incomoda a la corona y a los conservadores– publicó una amplia entrevista a Lula da Silva. El ex presidente de Brasil habla allí de su futuro político (acepta que no será candidato a reemplazar a Jair Bolsonaro), puntualiza fuertes críticas al actual gobierno de su país y dedica un párrafo importante para enfatizar que lo consumado en Bolivia es “un Golpe de Estado, un crimen”, definición que no empaña al decir que “mi amigo Evo cometió un error al buscar el cuarto mandato presidencial”. Algo parecido dijo –hablando sin eufemismos del golpe– la antropóloga argentina Rita Segato, cuyas condiciones intelectuales y militancia están fuera de toda duda.

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Ser ecuánime, entonces, no es cobijarse en la tibieza de las medias tintas ni encajonar las convicciones por una cuestión de oportunismo. Es abordar el conjunto.

Firmas. Como los lectores habrán observado en la edición de ayer, PERFIL no publicó las firmas de quienes escribieron sus artículos en todas las secciones, salvo las columnas de opinión que sí mantuvieron el formato de siempre. Esto fue así como consecuencia de una protesta del gremio de prensa nucleado en Sipreba, por la actitud de las empresas periodísticas de no actualizar los salarios y, en varios casos, no pagar siquiera lo pactado en paritarias y en acuerdos privados.